Comienza a politizarse el escándalo Parmalat

Giulio Tremonti (Economía) acusa a Banca d’Italia por no haber hecho nada, aunque “le advertirnos sobre esta crisis el 8 de julio”. Pero Antonio Fazio –gobernador del banco central- niega haber recibido aviso alguno del gabinete.

31 diciembre, 2003

“Usted sabía todo, porque lo discutimos el 8 de julio, como probaremos en Diputados”, insistió el ministro a horas del Año Nuevo. “No se nos anticipó palabra por parte de Economía ni otras instancias del gabinete”, replicó Fazio.

Poco antes, Roma recibía una nota de la Securities & Exchange Commission (SEC, Comisión Federal de Valores). La autoridad reguladora estadounidense define el “agujero negro” contable –US$ 13.000 millones- como “una de las estafas más grandes de la historia” e informa haber abierto ayer una investigación propia por fraude.

Las cosas tampoco pintan bien para Calisto Tanzi, fundador y ex patrón de Parmalat, a quien se le denegó el beneficio de la detención en el domicilio. “No podemos otorgárselo porque ni siquiera ha dicho dónde están los € 500 millones que desfalcó”, sostuvo Guido Salvini, procurador general de la provincia. Para peor, Stefano Tanzi –que trata desesperadamente de salvar al club de fútbol parmesano, cuyo pasivo orilla € 77 millones- ni siquiera quiere verlo al padre.

Con cierta delectación, el periódico financiero más influyente del mundo (“Financial Times”) y “Le monde” salieron con toda contra banqueros, empresarios y dirigentes italianos. “Cabe preguntarse si las leyes tan indulgentes promovidas por el primer ministro Silvio Berlusconi, en interés propio, no habrán contribuido a la crisis Parmalat”, sugiere el FT.

Por su parte, el diario francés pasa revista a las “gaffes” de Berlusconi como presidente semestral de la Unión Europea (julio-diciembre últimos). Entre ellas, sindicar como nazi a un diputado alemán del Parlamento en Estrasburgo, la defensa de los excesos de Vladyímir Putin en Chechenia y el fracaso de la primera reunión constitucional para la UE ampliada.

Ambos medios, por supuesto, cargan las tintas sobre “la doble conducta como empresario de medios y jefe de gobierno”, aludiendo a una ley –vetada por el presidente Carlo Azeglio Ciampi- demasiado favorable a la oligopolización de la TV. Tampoco se privan de recordar inmunidades, concedidas la mayoría parlamentaria derechista, en dos sonados procesos judiciales de cuño económico. Ya en tono irónico, el diario galo observa que la prensa italiana está tan imbuida de “valores berlusconianos” que al banco central lo llama “Bankitalia”.

“Usted sabía todo, porque lo discutimos el 8 de julio, como probaremos en Diputados”, insistió el ministro a horas del Año Nuevo. “No se nos anticipó palabra por parte de Economía ni otras instancias del gabinete”, replicó Fazio.

Poco antes, Roma recibía una nota de la Securities & Exchange Commission (SEC, Comisión Federal de Valores). La autoridad reguladora estadounidense define el “agujero negro” contable –US$ 13.000 millones- como “una de las estafas más grandes de la historia” e informa haber abierto ayer una investigación propia por fraude.

Las cosas tampoco pintan bien para Calisto Tanzi, fundador y ex patrón de Parmalat, a quien se le denegó el beneficio de la detención en el domicilio. “No podemos otorgárselo porque ni siquiera ha dicho dónde están los € 500 millones que desfalcó”, sostuvo Guido Salvini, procurador general de la provincia. Para peor, Stefano Tanzi –que trata desesperadamente de salvar al club de fútbol parmesano, cuyo pasivo orilla € 77 millones- ni siquiera quiere verlo al padre.

Con cierta delectación, el periódico financiero más influyente del mundo (“Financial Times”) y “Le monde” salieron con toda contra banqueros, empresarios y dirigentes italianos. “Cabe preguntarse si las leyes tan indulgentes promovidas por el primer ministro Silvio Berlusconi, en interés propio, no habrán contribuido a la crisis Parmalat”, sugiere el FT.

Por su parte, el diario francés pasa revista a las “gaffes” de Berlusconi como presidente semestral de la Unión Europea (julio-diciembre últimos). Entre ellas, sindicar como nazi a un diputado alemán del Parlamento en Estrasburgo, la defensa de los excesos de Vladyímir Putin en Chechenia y el fracaso de la primera reunión constitucional para la UE ampliada.

Ambos medios, por supuesto, cargan las tintas sobre “la doble conducta como empresario de medios y jefe de gobierno”, aludiendo a una ley –vetada por el presidente Carlo Azeglio Ciampi- demasiado favorable a la oligopolización de la TV. Tampoco se privan de recordar inmunidades, concedidas la mayoría parlamentaria derechista, en dos sonados procesos judiciales de cuño económico. Ya en tono irónico, el diario galo observa que la prensa italiana está tan imbuida de “valores berlusconianos” que al banco central lo llama “Bankitalia”.

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