Los gurúes y analistas de las finanzas internacionales descuentan que Estados
Unidos se estancará con niveles de inflación superiores al crecimiento
o, directamente, verá decrecer su actividad económica, al menos
algún trimestre.
En los foros internacionales, como el recientemente finalizado en Davos, no conocen,
a ciencia cierta, las profundidades de las grietas abiertas en la arquitectura
financiera global. Y los gobiernos nacionales se preguntan si sus economías
se verán afectadas y en qué medida.
En Argentina, mientras el equipo de finanzas del Ministerio de Economía
trabaja para armar un esquema viable de pagos y refinanciamientos de vencimientos
de deuda pública, ante un panorama no demasiado alentador; el comercio
exterior (otro de los mecanismos de propagación de las crisis internacionales)
enseña más luces que sombras. Las razones del optimismo se basan
en que, como pocas veces en la historia, los términos del intercambio son
favorables para los productores de materias primas.
Esta situación explica, en gran parte, los buenos saldos del intercambio
comercial del país, a pesar del progresivo achicamiento del superávit
en los últimos años.
Según los datos difundidos por el Indec, el superávit comercial
de diciembre de 2007 fue el mayor registrado en los últimos cuatro años,
al alcanzar los US$ 1.786 millones (22% más que en diciembre de 2006),
como consecuencia de haber registrado exportaciones por US$ 5.668 millones (34%
crecimiento interanual) e importaciones por US$ 3.882 (41% i.a.).
En 2007, el superávit de la balanza comercial alcanzó los US$ 11.154
millones. Las exportaciones durante todo el año pasado alcanzaron los US$
55.933 millones y las importaciones US$ 44.780 millones. En esos doce meses, las
importaciones crecieron 10% más que las exportaciones. En 2006, el superávit
había sido de US$ 12.306 millones.
Tales resultados se explican, en parte, por la diversificación de productos
y mercados de exportación y por la mejora en las cantidades y precios de
exportación. Como es sabido, el precio de los bienes agropecuarios es impulsado
por la creciente y constante demanda de países con altos y consecutivos
registros de crecimiento, como China e India.
Fue justamente el presidente de China Mobile Communications, Wang Jianzhou, el
encargado de tranquilizar a los presentes en el foro económico realizado
en el cantón suizo. Dijo el directivo: “Hace tres años, cuando
vine por primera vez al Foro, la pregunta que me hacían era cómo
los altos crecimientos de China e India podían afectar a otros países
porque se nos veía como una amenaza. Pero este año me han hecho
otra pregunta: ¿cuál será el efecto si el crecimiento económico
de India y China se frena debido a una recesión mundial? (…) Si hay una
recesión, afectará a China, pero no mucho”.
Si el consumo chino sigue creciendo o no se retrae demasiado, quienes se mantendrán
en el umbral de la alegría serán los protagonistas del complejo
sojero argentino y, como consecuencia, el fisco nacional, que aumentó las
retenciones a las exportaciones agropecuarias a finales de 2007.
China, junto a Corea del Sur, Japón e India (juntos forman el bloque Asean)
es el segundo destino en importancia de los productos argentinos. En 2007, recibieron
17% de las exportaciones, para generar un saldo positivo para Argentina de US$
1.222 millones.
El Mercosur sigue siendo el socio principal del país. En 2007, las exportaciones
a este bloque aumentaron 25%, mientras que las importaciones lo hicieron 3% más
que su contraparte. El Mercosur se llevó 23% de los productos argentinos
exportados, mientras que envió 36% de los productos que Argentina importó.
Con este socio, Argentina mantuvo un déficit en 2007 de US$ 3.693 millones,
saldo que encuentra explicaciones en los resultados negativos del comercio bilateral
con Brasil, que lleva 54 meses consecutivos de déficit. Al “gigante
sudamericano”, Argentina le vendió bienes por US$ 10.499 millones
e importó por US$ 14.660.
Ante una situación financiera global radicalmente incierta, los resultados
comerciales del país parecen promisorios. Los productos primarios (industrializados
o no) seguirán encontrando una buena demanda mundial, manteniendo, como
se prevé, precios sostenidos. El achicamiento del superávit comercial,
registrado en los últimos años, no parece preocupar, por ahora,
a la administración nacional.
Los gurúes y analistas de las finanzas internacionales descuentan que Estados
Unidos se estancará con niveles de inflación superiores al crecimiento
o, directamente, verá decrecer su actividad económica, al menos
algún trimestre.
En los foros internacionales, como el recientemente finalizado en Davos, no conocen,
a ciencia cierta, las profundidades de las grietas abiertas en la arquitectura
financiera global. Y los gobiernos nacionales se preguntan si sus economías
se verán afectadas y en qué medida.
En Argentina, mientras el equipo de finanzas del Ministerio de Economía
trabaja para armar un esquema viable de pagos y refinanciamientos de vencimientos
de deuda pública, ante un panorama no demasiado alentador; el comercio
exterior (otro de los mecanismos de propagación de las crisis internacionales)
enseña más luces que sombras. Las razones del optimismo se basan
en que, como pocas veces en la historia, los términos del intercambio son
favorables para los productores de materias primas.
Esta situación explica, en gran parte, los buenos saldos del intercambio
comercial del país, a pesar del progresivo achicamiento del superávit
en los últimos años.
Según los datos difundidos por el Indec, el superávit comercial
de diciembre de 2007 fue el mayor registrado en los últimos cuatro años,
al alcanzar los US$ 1.786 millones (22% más que en diciembre de 2006),
como consecuencia de haber registrado exportaciones por US$ 5.668 millones (34%
crecimiento interanual) e importaciones por US$ 3.882 (41% i.a.).
En 2007, el superávit de la balanza comercial alcanzó los US$ 11.154
millones. Las exportaciones durante todo el año pasado alcanzaron los US$
55.933 millones y las importaciones US$ 44.780 millones. En esos doce meses, las
importaciones crecieron 10% más que las exportaciones. En 2006, el superávit
había sido de US$ 12.306 millones.
Tales resultados se explican, en parte, por la diversificación de productos
y mercados de exportación y por la mejora en las cantidades y precios de
exportación. Como es sabido, el precio de los bienes agropecuarios es impulsado
por la creciente y constante demanda de países con altos y consecutivos
registros de crecimiento, como China e India.
Fue justamente el presidente de China Mobile Communications, Wang Jianzhou, el
encargado de tranquilizar a los presentes en el foro económico realizado
en el cantón suizo. Dijo el directivo: “Hace tres años, cuando
vine por primera vez al Foro, la pregunta que me hacían era cómo
los altos crecimientos de China e India podían afectar a otros países
porque se nos veía como una amenaza. Pero este año me han hecho
otra pregunta: ¿cuál será el efecto si el crecimiento económico
de India y China se frena debido a una recesión mundial? (…) Si hay una
recesión, afectará a China, pero no mucho”.
Si el consumo chino sigue creciendo o no se retrae demasiado, quienes se mantendrán
en el umbral de la alegría serán los protagonistas del complejo
sojero argentino y, como consecuencia, el fisco nacional, que aumentó las
retenciones a las exportaciones agropecuarias a finales de 2007.
China, junto a Corea del Sur, Japón e India (juntos forman el bloque Asean)
es el segundo destino en importancia de los productos argentinos. En 2007, recibieron
17% de las exportaciones, para generar un saldo positivo para Argentina de US$
1.222 millones.
El Mercosur sigue siendo el socio principal del país. En 2007, las exportaciones
a este bloque aumentaron 25%, mientras que las importaciones lo hicieron 3% más
que su contraparte. El Mercosur se llevó 23% de los productos argentinos
exportados, mientras que envió 36% de los productos que Argentina importó.
Con este socio, Argentina mantuvo un déficit en 2007 de US$ 3.693 millones,
saldo que encuentra explicaciones en los resultados negativos del comercio bilateral
con Brasil, que lleva 54 meses consecutivos de déficit. Al “gigante
sudamericano”, Argentina le vendió bienes por US$ 10.499 millones
e importó por US$ 14.660.
Ante una situación financiera global radicalmente incierta, los resultados
comerciales del país parecen promisorios. Los productos primarios (industrializados
o no) seguirán encontrando una buena demanda mundial, manteniendo, como
se prevé, precios sostenidos. El achicamiento del superávit comercial,
registrado en los últimos años, no parece preocupar, por ahora,
a la administración nacional.