China también tiene una población que envejece

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Mujeres con más de 50 años (edad jubilatoria) buscan trabajo. En China, la proporción de gente sobre esa cifra –55 para hombres- es superior a las de otras grandes economías. Su cantidad se doblará de 2006 a 2015 y alcanzará 200 millones.

Hacia mediados de siglo, según proyecciones de la ONU, alrededor de 430 millones –casi un tercio de la población para entonces- serán jubilados. Ello planteará duras exigencias a las finanzas estatales. También amenazará una economía basada desde hace generaciones en la mano de obra barata, joven y poco educada de origen rural.

En la actualidad, los cambios en la estructura poblacional coinciden son los operados en las familias. La política de un hijo por matrimonio (iniciada en 1980) significa que –a partir de la presente generación de adultos jóvenes- las parejas afrontarán la dura tarea de atender a cuadro padres potencialmente retirados. Por lo mismo, la relación entre activos y pasivos irás declinando de seis por uno en 2006 a dos por uno en 2040.

Según el régimen jubilatorio corriente, la edad para trabajadores urbanos es 50 (mujeres) y 55 (hombres). Para profesionales y empleados públicos es de 55 y 60. Obviamente, elevar esas cotas reduciría las presiones sobre el sistema. Pero no hay planes al respecto y, además, le plantearía al gobierno nuevos problemas sociales.

El año pasado, por ejemplo, se graduaron 4.130.000 universitarios, de los cuales 30% sigue sin trabajo. El desempleo también es alto entre gente de menor nivel educativo. Prolongar la edad activa de las mujeres, entonces, crearía una volátil masa de jóvenes desocupados y descontentos.

El dilema chino refleja una ficción de Adolfo Bioy Casares, la “Guerra del cerdo”: ¿es posible prosperar antes de envejecer? Cada día más expertos temen que no y esto tiene severas implicancias para la economía global. En su afán por modernizarse, China se abrió a inversiones externas, privatizó industrias enteras y mejoró la educación superior. Asi, cada año se reciben 70.000 técnicos e ingenieros.

Las reformas pro mercado, quizás apresuradas, han dejado en la calle millones de veteranos a partir de los años 90. Las obligaciones del estado hacia ellos originaron pensiones graciables que, junto con las del nuevo régimen mixto (reparto+capitalización), se elevan a algo más de US$ 1,5 billón, calcula el Banco Mundial. De acuerdo con otras fuentes, al menos 500 trabajadores rurales no están cubiertos por sistema alguna de jubilación. Dándose cuenta de una crisis larvada, hace algunos años Beijing empezó una reforma de la reforma, combinando elementos antiguos –aportes fijos de veteranos- y las cuentas individuales de quienes actúan en la economía modernizada. No obstante, ulteriores esfuerzos para mejorar el sistema de capitalización e incluir gente sin cubertura han generado enormes costos.

Para analistas occidentales, lo más preocupante es que el gobierno haya usado aportes de trabajadores jóvenes, depositados teóricamente en cuentas personales, para cubrir jubilaciones de estamentos más viejos. Ésta y otras tretas buscan postergar en lo posible el aumento de la edad de retiro. Pero el asunto deberá encararse tarde o temprano. Por de pronto circula propuesta no oficial: hacia 2011, elevar la edad femenina a 55, luego equiparar ambos sexos en 60 (2015) y, finalmente, fijar 65 desde 2020.

Hacia mediados de siglo, según proyecciones de la ONU, alrededor de 430 millones –casi un tercio de la población para entonces- serán jubilados. Ello planteará duras exigencias a las finanzas estatales. También amenazará una economía basada desde hace generaciones en la mano de obra barata, joven y poco educada de origen rural.

En la actualidad, los cambios en la estructura poblacional coinciden son los operados en las familias. La política de un hijo por matrimonio (iniciada en 1980) significa que –a partir de la presente generación de adultos jóvenes- las parejas afrontarán la dura tarea de atender a cuadro padres potencialmente retirados. Por lo mismo, la relación entre activos y pasivos irás declinando de seis por uno en 2006 a dos por uno en 2040.

Según el régimen jubilatorio corriente, la edad para trabajadores urbanos es 50 (mujeres) y 55 (hombres). Para profesionales y empleados públicos es de 55 y 60. Obviamente, elevar esas cotas reduciría las presiones sobre el sistema. Pero no hay planes al respecto y, además, le plantearía al gobierno nuevos problemas sociales.

El año pasado, por ejemplo, se graduaron 4.130.000 universitarios, de los cuales 30% sigue sin trabajo. El desempleo también es alto entre gente de menor nivel educativo. Prolongar la edad activa de las mujeres, entonces, crearía una volátil masa de jóvenes desocupados y descontentos.

El dilema chino refleja una ficción de Adolfo Bioy Casares, la “Guerra del cerdo”: ¿es posible prosperar antes de envejecer? Cada día más expertos temen que no y esto tiene severas implicancias para la economía global. En su afán por modernizarse, China se abrió a inversiones externas, privatizó industrias enteras y mejoró la educación superior. Asi, cada año se reciben 70.000 técnicos e ingenieros.

Las reformas pro mercado, quizás apresuradas, han dejado en la calle millones de veteranos a partir de los años 90. Las obligaciones del estado hacia ellos originaron pensiones graciables que, junto con las del nuevo régimen mixto (reparto+capitalización), se elevan a algo más de US$ 1,5 billón, calcula el Banco Mundial. De acuerdo con otras fuentes, al menos 500 trabajadores rurales no están cubiertos por sistema alguna de jubilación. Dándose cuenta de una crisis larvada, hace algunos años Beijing empezó una reforma de la reforma, combinando elementos antiguos –aportes fijos de veteranos- y las cuentas individuales de quienes actúan en la economía modernizada. No obstante, ulteriores esfuerzos para mejorar el sistema de capitalización e incluir gente sin cubertura han generado enormes costos.

Para analistas occidentales, lo más preocupante es que el gobierno haya usado aportes de trabajadores jóvenes, depositados teóricamente en cuentas personales, para cubrir jubilaciones de estamentos más viejos. Ésta y otras tretas buscan postergar en lo posible el aumento de la edad de retiro. Pero el asunto deberá encararse tarde o temprano. Por de pronto circula propuesta no oficial: hacia 2011, elevar la edad femenina a 55, luego equiparar ambos sexos en 60 (2015) y, finalmente, fijar 65 desde 2020.

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