Cheney, tenaz promotor de las guerras sin salida
Sus detractores lo llaman Darth Vader, el villano que no lograba ganar la Guerra de las galaxias. Arquitecto de una vana lucha contra el terrorismo, el ex vicepresidente no se resigna a abandonar el campo de batalla y, menos, a Barack Obama.
20 julio, 2009
<p>Fue, señalan dos análisis –uno norteamericano, otro francés-, el número 2 más poderoso e inescrupuloso en la historia de Estados Unidos. También lo acusan de asumir el lado oscuro de la estrategia bajo George W. Bush, a quien nadie atribuye condiciones intelectuales como las de su vice. Acciones secretas, actividades clandestinas en medio mundo, licencia para torturar o matar eran sus instrumentos favoritos.<br />
<br />
Hoy, Obama quizá deba desistir de procesar a Cheney, Bush, Donald Rumsfeld y otros, ante otra ola de pruebas sobre abusos, excesos y, sobre todo, mentiras. El “presidente paralelo” actuaba como si fuese un súper agente 007 moviéndose en las tinieblas en aras de los “intereses nacionales”. Como los veteranos de la guerra fría, y transgredía la ley para defenderla (frase del difunto Robert McNamara, que nunca llegó tan lejos).<br />
<br />
Su agenda personal incluía de todo. Desde excesos en Abú Ghreib o Guantánamo –que los Castro jamás denunciaron- hasta los aviones de la CIA o el homicidio liso y llano. No le faltaron cómplices, en particular países que prestaba sus aeropuertos para que aquellos vuelos secretos hiciesen escala. Esto plantea otro problema: si se procesa a Cheney, se salpicará a varios gobiernos aliados. <br />
<br />
¿Por qué las cosas amenazan desmadrarse y poner en un brete a Obama? Porque Cheney, víctima de una enfermedad terminal, se niega a morir. Por supuesto, los méritos de sus luchas en todos los campos se hicieron humo en dos etapas: primarias republicanas favorables al moderado John McCain y elecciones que le dieron el poder a Obama, un afroamericano absolutamente liberal comprometidos con dejar Irak y mejorar relaciones con países musulmanes moderados.<br />
<br />
Sin duda, Cheney despierta nostalgias israelíes, pero Tel Aviv no se jugará por él. Sí parecen hacerlos muchos republicanos que no digieren la derrota, entre quienes se cuentan capitostes de Wall Street y el negocio financiero. Darth Vader se resiste al retiro, confortado por el aplauso de la nueva derecha, que abarca fundamentalistas de dos religiones. Cheney cifra sus esperanzas en algo que aguarda desde las torres gemelas: otro mega atentado en suelo norteamericano. Pero al-Qa’eda no lo complace.</p>
<p><br />
</p>