<p>En cierto modo, la globalización –antes instrumento propagandístico favorito de Al Qaeda- se le ha dado vuelta. La tercera fase evolutiva en esa cadena de organizaciones armadas promete ser económicamente problemática. Sobre todo en cuanto a pertrecharse vía el tráfico ilícito de armas en manos de profesionales apátridas y no creyentes.</p>
<p>Antes del 11 de septiembre de 2001, la entidad (todavía centrada en el emir yemenita) recibía apoyo financiero mayormente de banqueros y sociedades musulmanas sunníes. No había controles y era fácil disfrazar los fondos como ayuda benéfica. Ademán, la contracción entre el Corán y el negocio financiero (cobrar intereses está vedado) había convertido desde hace siglos en hipócritas a los prestamistas islámicos.</p>
<p>Tras los ataques contra Manhattan y el Pentágono, Naciones Unidas y varios estados hacían listas negras y establecían controles de fondos y armas. Presa de una psicosis, Estados Unidos apostó a otros ataque en su territorio y creó un aparato de espionaje interno estilo “1984”. Nunca se produjeron esos atentados.</p>
<p>Esta segunda fase del terrorismo mayorista obligó a bin Laden y su creciente banda a encontrar otras fuentes de financiamiento. Durante 2002/7, Al Qaeda fue formando una red de aportantes, sin excluir el secuestro como recurso ocasional en Afganistán, Pakistán, Irak y otros lugares. A criterio de varios expertos, el repentino florecimiento de la piratería somalí institucionalizó esa práctica, con naves, armas y tecnología compradas en los emiratos del Golfo.</p>
<p>Transferencias vía bancas extraterritoriales, tarjetas falsas y oro formaban parte del arsenal financiero. Hasta que la recesión y la crisis sistémica occidentales abrieron la tercera etapa. Para Al Qaeda, eso significa perder aportantes a favor de sus propios competidores internos. Por ejemplo, el mullah afgano Omar, la banda pakistaní Beitullah Mehsud y nadie menos que Mustafá Al-Yazid, ex cajero de bin Laden, ahora recaudando por cuenta propia desde Turquía.</p>
<p><br />
</p>
Castigada por la recesión, Al Qaeda busca recaudar
Gran parte de quienes siguen a Osama bin Laden o sus lugartenientes deben combinar terrorismo con saqueos y golpes financieros. Máxime porque sus aportantes habituales prefieren asistir a grupos locales. En especial, los talibán.