Caso Plame: Rowe y Libby, sospechosos de ocultar evidencia

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Quienes investigan la puesta en evidencia de Valerie Plame, agente encubierta de la CIA, creen que Karl Rove (asesor principal de George W.Bush) y Lewis Libby –ídem de Richard Cheney- trataron de ocultar su papel.

Un gran jurado está reunido desde el pasado viernes hasta el próximo. Por ahora el verdaddero papel de Libby y Rove es clave para Patrick Fitzgerald, fiscal federal a cargo del caso. En el fuero penal, porque revela la identidad de Plame fue un delito en perjuicio de la seguridad nacional (aunque la dama estuviese espiando a su propio marido, por órdenes de la CIA).

La identidad de la señora fue filtrada a los medios luego de que su marido, el ex embajador Joseph Wilson, pusiese en duda los datos de la inteligencia norteamericana sobre armas nucleares en Irak. Luego, se usaron como excusa para la invasión. En Gran Bretaña, un escándalo similar acabó en un suicidio más que sospechoso.

Según algunos abogados, que han pedido permancer anónimos, Fitzgerald parece dispuesto a presentar cargos específicos la semana entrante. Cabe recordar que la causa lleva ya dos años de trámite. Con ese objeto, el fiscal hablará con el gran jurado entre lunes y martes.

Mientras tanto, arrecian en varias capitales versiones sobre el destino de Cheney. En general, se basan en su responsabilidad directa por la difusión de ese secreto de estado. Libby fue simplemente el vehículo utilizado. Al principio, todo apuntaba al fundamentalista evangélico Rove, cerebro político de Bush. Luego se supo que la fuente original de las infidencias era Libby. Al parecer, Cheney le encargó desprestigiar a Wilson, ex embajador que –en 2003- sostuvo que Irak carecía de arsenal nuclear y capacidad de fabricarlo. Eso coloca al vice en difícil posición pues, entretanto, es al alto funcionario con peor imagen en el gobierno federal.

Un gran jurado está reunido desde el pasado viernes hasta el próximo. Por ahora el verdaddero papel de Libby y Rove es clave para Patrick Fitzgerald, fiscal federal a cargo del caso. En el fuero penal, porque revela la identidad de Plame fue un delito en perjuicio de la seguridad nacional (aunque la dama estuviese espiando a su propio marido, por órdenes de la CIA).

La identidad de la señora fue filtrada a los medios luego de que su marido, el ex embajador Joseph Wilson, pusiese en duda los datos de la inteligencia norteamericana sobre armas nucleares en Irak. Luego, se usaron como excusa para la invasión. En Gran Bretaña, un escándalo similar acabó en un suicidio más que sospechoso.

Según algunos abogados, que han pedido permancer anónimos, Fitzgerald parece dispuesto a presentar cargos específicos la semana entrante. Cabe recordar que la causa lleva ya dos años de trámite. Con ese objeto, el fiscal hablará con el gran jurado entre lunes y martes.

Mientras tanto, arrecian en varias capitales versiones sobre el destino de Cheney. En general, se basan en su responsabilidad directa por la difusión de ese secreto de estado. Libby fue simplemente el vehículo utilizado. Al principio, todo apuntaba al fundamentalista evangélico Rove, cerebro político de Bush. Luego se supo que la fuente original de las infidencias era Libby. Al parecer, Cheney le encargó desprestigiar a Wilson, ex embajador que –en 2003- sostuvo que Irak carecía de arsenal nuclear y capacidad de fabricarlo. Eso coloca al vice en difícil posición pues, entretanto, es al alto funcionario con peor imagen en el gobierno federal.

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