Cantarero se negó a ser indagado

El ex senador Emilio Cantarero presentó un escrito ante la Justicia en el que negó haber cobrado sobornos para apoyar la sanción de la Ley de Reforma Laboral, aunque no quiso responder las preguntas del juez Canicoba Corral.

8 enero, 2004

Fuentes allegadas a la investigación señalaron Cantarero se remitió a un escrito de veinte carillas en el que reconoció haber tenido relación con el “arrepentido” Mario Pontaquarto pero puso énfasis en descalificarlo “como persona”.

En tanto, el abogado del ex legislador, Andrés Marutian, dijo que Cantarero había respondido “las acusaciones que falsamente hizo Pontaquarto” y sostuvo que “se acreditaron extremos que prueban la mendacidad” de los dichos del ex secretario parlamentario.

Ante una pregunta puntual sobre la explicación que dio
Cantarero sobre la existencia de un llamado teléfonico a su
celular por parte del “arrepentido” la noche que se habría
entregado el dinero para las coimas, el abogado dijo que no había
sido “preguntado al respecto”.

Lo que Marutian omitió decir es que Cantarero no fue preguntado
sobre ese tema ni sobre ningún otro, porque no quiso responder
las preguntas de los investigadores.

Fuentes que presenciaron la audiencia revelaron que al comenzar
la indagatoria se le preguntó a Cantarero su vinculación con los
hechos, a lo que respondió: “no voy a contestar preguntas ni del
Tribunal, ni de los fiscales presentes en la audiencia. Me remito a mi escrito”.

La misma respuesta dio cuando se le exhibió el papel que aportó
Pontaquarto y que le habría entregado el propio Cantarero con los
nombres de ocho ex senadores y los montos que habría percibido
cada uno para sancionar la Ley de Reforma Laboral en abril de
2000.

En ese papel -que llevaba el membrete “senador de la Nación”-
constan los nombres de los ex senadores Augusto Alasino, Remo
Constanzo, Alberto Tell, Beatriz Raijer, Carlos de la Rosa, Hugo
Saguer, José Luis Gioja y Julio San Millán.

Debido a que los montos -de entre 50 mil y 300 mil pesos-
habían sido escritos a mano y que al final de hoja constaba una
especie de firma, se le pidió al ex senador que realice un “cuerpo
de escritura” de alrededor de dos carillas para poder comparar su
caligrafía con la del papel.

En ese momento se produjo un “entredicho” entre el defensor y
el secretario Sonvico que estuvo a punto de postergar la
indagatoria hasta el próximo martes, porque el abogado Marutian no
aceptaba la presencia de un caligráfo que podría “orientar” la
medida.

Mientras realizó el cuerpo de escritura Cantarero mantuvo una
actitud “pasible” y actuó “con normalidad”, según indicaron las
fuentes consultadas, aunque algunos de los presentes llegaron a
divisar “cierto parecido” entre los números que esbozó el ex
senador y los que se encuentran en el papel.

Con respecto al escrito -redactado en primera persona por
Cantarero- las fuentes revelaron que el ex senador
admitió conocer a Pontaquarto y que éste en diferentes ocasiones,
como “festejo de cumpleaños”, asistió a su vivienda ubicada en la
avenida Callao casi Posadas de esta Capital.

De esta manera, el imputado trató de justificar la detallada
descripción que hizo de esa propiedad Pontaquarto cuando aseveró
ante la Justicia que el 26 de abril de 2000 fue a ese domicilio y
entregó a Cantarero 4.300.000 pesos que -según su testimonio-
serían repartidos entre un grupo de ex legisladores.

Sin embargo, Cantarero puso especial énfasis en “descalificar a
Pontaquarto como persona” en una estrategia que no fue bien vista
por los investigadores, quienes agregaron que “había 200 preguntas
preparadas para hacerle y el escrito sólo alcanza a contestar dos
de ellas”.

“Da la sensación de que pretende pasarle facturas a
Pontaquarto”, evaluaron las fuentes, quienes destacaron que en su
indagatoria anterior Cantarero había adoptado la misma actitud.
En aquella ocasión el blanco de las criticas del ex senador
había sido la periodista del diario La Nación Fernanda Villosio,
quien había publicado una nota en la que aseguraba que Cantarero
le había confesado haber cobrado coimas.

Si bien en un primer momento se había barajado la posibilidad
de someter a Cantarero a un careo con Pontaquarto esa medida no
pudo ser realizada porque al haberse negado a contestar preguntas
el imputado, no había dichos para confrontar.

Fuentes allegadas a la investigación señalaron Cantarero se remitió a un escrito de veinte carillas en el que reconoció haber tenido relación con el “arrepentido” Mario Pontaquarto pero puso énfasis en descalificarlo “como persona”.

En tanto, el abogado del ex legislador, Andrés Marutian, dijo que Cantarero había respondido “las acusaciones que falsamente hizo Pontaquarto” y sostuvo que “se acreditaron extremos que prueban la mendacidad” de los dichos del ex secretario parlamentario.

Ante una pregunta puntual sobre la explicación que dio
Cantarero sobre la existencia de un llamado teléfonico a su
celular por parte del “arrepentido” la noche que se habría
entregado el dinero para las coimas, el abogado dijo que no había
sido “preguntado al respecto”.

Lo que Marutian omitió decir es que Cantarero no fue preguntado
sobre ese tema ni sobre ningún otro, porque no quiso responder
las preguntas de los investigadores.

Fuentes que presenciaron la audiencia revelaron que al comenzar
la indagatoria se le preguntó a Cantarero su vinculación con los
hechos, a lo que respondió: “no voy a contestar preguntas ni del
Tribunal, ni de los fiscales presentes en la audiencia. Me remito a mi escrito”.

La misma respuesta dio cuando se le exhibió el papel que aportó
Pontaquarto y que le habría entregado el propio Cantarero con los
nombres de ocho ex senadores y los montos que habría percibido
cada uno para sancionar la Ley de Reforma Laboral en abril de
2000.

En ese papel -que llevaba el membrete “senador de la Nación”-
constan los nombres de los ex senadores Augusto Alasino, Remo
Constanzo, Alberto Tell, Beatriz Raijer, Carlos de la Rosa, Hugo
Saguer, José Luis Gioja y Julio San Millán.

Debido a que los montos -de entre 50 mil y 300 mil pesos-
habían sido escritos a mano y que al final de hoja constaba una
especie de firma, se le pidió al ex senador que realice un “cuerpo
de escritura” de alrededor de dos carillas para poder comparar su
caligrafía con la del papel.

En ese momento se produjo un “entredicho” entre el defensor y
el secretario Sonvico que estuvo a punto de postergar la
indagatoria hasta el próximo martes, porque el abogado Marutian no
aceptaba la presencia de un caligráfo que podría “orientar” la
medida.

Mientras realizó el cuerpo de escritura Cantarero mantuvo una
actitud “pasible” y actuó “con normalidad”, según indicaron las
fuentes consultadas, aunque algunos de los presentes llegaron a
divisar “cierto parecido” entre los números que esbozó el ex
senador y los que se encuentran en el papel.

Con respecto al escrito -redactado en primera persona por
Cantarero- las fuentes revelaron que el ex senador
admitió conocer a Pontaquarto y que éste en diferentes ocasiones,
como “festejo de cumpleaños”, asistió a su vivienda ubicada en la
avenida Callao casi Posadas de esta Capital.

De esta manera, el imputado trató de justificar la detallada
descripción que hizo de esa propiedad Pontaquarto cuando aseveró
ante la Justicia que el 26 de abril de 2000 fue a ese domicilio y
entregó a Cantarero 4.300.000 pesos que -según su testimonio-
serían repartidos entre un grupo de ex legisladores.

Sin embargo, Cantarero puso especial énfasis en “descalificar a
Pontaquarto como persona” en una estrategia que no fue bien vista
por los investigadores, quienes agregaron que “había 200 preguntas
preparadas para hacerle y el escrito sólo alcanza a contestar dos
de ellas”.

“Da la sensación de que pretende pasarle facturas a
Pontaquarto”, evaluaron las fuentes, quienes destacaron que en su
indagatoria anterior Cantarero había adoptado la misma actitud.
En aquella ocasión el blanco de las criticas del ex senador
había sido la periodista del diario La Nación Fernanda Villosio,
quien había publicado una nota en la que aseguraba que Cantarero
le había confesado haber cobrado coimas.

Si bien en un primer momento se había barajado la posibilidad
de someter a Cantarero a un careo con Pontaquarto esa medida no
pudo ser realizada porque al haberse negado a contestar preguntas
el imputado, no había dichos para confrontar.

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