Bush: el senado aprueba otro intento en pro de morosos hipotecarios

La cámara alta pasó una ampliación del plan presidencial para deudores residenciales en cese de pagos. Al mismo tiempo, los diputados demócratas trataban de imponer su versión, más blanda. Esto politiza a crisis de malas hipotecas.

10 abril, 2008

El llamativo apuro senatorial –cámara donde hay varios demócratas adictos a George W.Bush- dio impulso a un programa que asegurará nuevos créditos a quienes no hayan cumplido con hipotecas pendientes, afronten tasas ajustables o usurarias y cuyas viviendas hayan perdido valor. El gobierno busca auxiliar a unos 500.000 morosos, algo que alguien como Paul Volcker (otrora presidente de la Reserva Federal) acaba de criticar duramente.

Por supuesto, la propuesta demócrata es más radical e implica mayor intervención estatal en el mercado inmobiliario. Tiene una razón de peso: el desplome de malas hipotecas y el consiguiente apriete crediticio ponen la economía real al borde de la recesión y, como cree el FMI, amenaza esa entelequia llamada “crecimiento global”.

Sin duda, el colapso de préstamos a tasas usurarias está en la raíz de las turbulencias que castigan a Estados Unidos, Canadá. Europa occidental y, ahora, parece que también a Japón. Hasta fin de marzo, a bancos y firmas de valores la fiesta les ha costado unos US$ 232.000 millones. Pero el Fondo sostienen que la crisis acabará devorando unos US$ 945.000 millones.

“Nuestro esquema no una panacea para los problemas inmobiliarios pero hará que alguna gente no se quede en la calle”. Sostuvo un portavoz dela Casa Blanca. “La propuesta de Bush, aprobada con tanto apresuramiento en el senado es sólo más de lo mismo”, advirtió un portavoz de diputados. “Al cabo, proviene de Henry Paulson, que encarna los negocios especulativos de Wall Steet”. En cuanto al apoyo de senadores demócratas. El irreverente “Drudge report” tiene una curiosa explicación: “son legisladores que no toleran ver una mujer o un negro como presidente”.

Tampoco la actitud del poder ejecutivo no es clara. Por una parte, amplia el programa de rescate en marcha. Por el otro, se niega a comprometer fondos público para rescatar deudores. No obstante, los demócratas impusieron otro proyecto, que asigna US$ 20.000 millones en desgravaciones tributarias y otros incentivos a constructores, inmobiliarias y propietarios de viviendas. No es mucho, comparado son los US$ 450.000 millones que ha insumido la guerra en Irak.

El llamativo apuro senatorial –cámara donde hay varios demócratas adictos a George W.Bush- dio impulso a un programa que asegurará nuevos créditos a quienes no hayan cumplido con hipotecas pendientes, afronten tasas ajustables o usurarias y cuyas viviendas hayan perdido valor. El gobierno busca auxiliar a unos 500.000 morosos, algo que alguien como Paul Volcker (otrora presidente de la Reserva Federal) acaba de criticar duramente.

Por supuesto, la propuesta demócrata es más radical e implica mayor intervención estatal en el mercado inmobiliario. Tiene una razón de peso: el desplome de malas hipotecas y el consiguiente apriete crediticio ponen la economía real al borde de la recesión y, como cree el FMI, amenaza esa entelequia llamada “crecimiento global”.

Sin duda, el colapso de préstamos a tasas usurarias está en la raíz de las turbulencias que castigan a Estados Unidos, Canadá. Europa occidental y, ahora, parece que también a Japón. Hasta fin de marzo, a bancos y firmas de valores la fiesta les ha costado unos US$ 232.000 millones. Pero el Fondo sostienen que la crisis acabará devorando unos US$ 945.000 millones.

“Nuestro esquema no una panacea para los problemas inmobiliarios pero hará que alguna gente no se quede en la calle”. Sostuvo un portavoz dela Casa Blanca. “La propuesta de Bush, aprobada con tanto apresuramiento en el senado es sólo más de lo mismo”, advirtió un portavoz de diputados. “Al cabo, proviene de Henry Paulson, que encarna los negocios especulativos de Wall Steet”. En cuanto al apoyo de senadores demócratas. El irreverente “Drudge report” tiene una curiosa explicación: “son legisladores que no toleran ver una mujer o un negro como presidente”.

Tampoco la actitud del poder ejecutivo no es clara. Por una parte, amplia el programa de rescate en marcha. Por el otro, se niega a comprometer fondos público para rescatar deudores. No obstante, los demócratas impusieron otro proyecto, que asigna US$ 20.000 millones en desgravaciones tributarias y otros incentivos a constructores, inmobiliarias y propietarios de viviendas. No es mucho, comparado son los US$ 450.000 millones que ha insumido la guerra en Irak.

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