<p>Incapaces de tender un cordón de fuego –<em>firewall</em>, claro- alrededor de Grecia en su momento, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Eurogrupo cifran esperanzas en Irlanda y Portugal. Quizá para no afrontar el caso español ni encarar el papel alemán en la crisis.</p>
<p>En cada ocasión, los paquetes de rescate efectivos o en potencia despiertan un insano apetito en los mercados que especulan con bonos soberanos. Sin duda, desde el miércoles, Italia –cuarta economía de la Eurozona- es la presa favorita. Pero, si la brigada de salvamento debe acudir en ayuda de Madrid, el propio futuro del euro quedará en la cuerda floja.<br />
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Por ende, la cuestión de cómo termina esto resulta tan obvia como urgente, aunque sea endemoniadamente difícil de resolver. Un grupo de analistas cree, por cierto, que el euro eventualmente se romperá por imperio de sus propias contradicciones. Habrá, eso sí, un verdugo: Alemania, el país más fuerte y próspero de la Unión Europea.Al respecto, medios tan influyentes como <em>Financial Times, Le monde, Der Spiegel, Neue Zürcher, Die Welt o Stockholms dagbladet </em>coinciden en un punto clave: la crisis europea fue detonada por la inflexibilidad germana.<br />
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A su vez, empero, los alemanes mismos tienen muchas razones para criticar el papel de la moneda única. Su economía, tras la reincorporación del tercio oriental (1990/1), atravesó un doloroso decenio de ajustes salariales y recortes en servicios públicos. Hoy, muchos votantes están enojados con Bruselas, el BCE y la comisión europea, porque los hacen solventar economías poco responsables o tan venales como Grecia.<br />
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Cuando se firmó en Maastricht (1992) el pacto de estabilidad y crecimiento, se les prometió a los alemanes que el euro sería tan firme como el marco y las economías más eficientes no rescatarían a las ineficientes. Ambos compromisos corren peligro de naufragar, valga la ironía, a raíz de salvamentos tan onerosos como frustrantes. En el fondo de todo hay un error político de campanillas: inflar la Eurozona a diecisieta miembros y, años antes, llevar a veintisiete los socios de la UE.<br />
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La “politiquería de París, Bruselas y Londres –sostienen en Berlín- admitió miembros tan insignificantes o poco desarrollados como Malta, parte de Chipre o Bulgaria. Mientras tanto, se frena el ingreso de Turquía”. En la presente fase, surge otro riesgo en Alemania, debido a los descalabros electorales oficialistas. La corte constitucional de la república podría declarar ilegal la participación del gobierno federal en los rescates. Eso responde la pregunta del principio: Berlín, en efecto, terminará con el euro. <br />
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¿Buscaría Alemania que se partiera el euro?
Cuénteme cómo termina esto es la pregunta favorita del general David Petraeus cuando le hablan de Afganistán o Pakistán luego de Osama bin Laden. Igual interrocante se formulan quienes contemplan la crisis del euro. Máxima en la fase actual.