Bruselas vuelve a la carga con la tasa Tobin

A veces, la Comisión Europea hace olvidar la crisis de endeudamiento desempolvando iniciativas que irritan a los ortodoxos. Ahora se trata del gravamen sobre especulaciones financieras ideado en 1972 por James Tobin, más tarde premio Nobel (1992).

1 octubre, 2011

<p>En realidad, esa leyenda de la econom&iacute;a sist&eacute;mica volvi&oacute; a la vida junto con un proyecto pro reforma de la auditor&iacute;a europea. En este caso, una infidencia revel&oacute; d&iacute;as atr&aacute;s que el franc&eacute;s Michel Barnier &ndash;comisario para pr&aacute;cticas contables- piensa reformar dr&aacute;sticamente en materia de auditor&iacute;a.<br />
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Su propuesta, acerbamente criticada por holandeses, brit&aacute;nicos y fineses, contempla cambios peri&oacute;dicos de auditores externos en el sector privado. Objeto: prevenir relaciones demasiado &iacute;ntimas entre auditores y auditados, afectado la sacra libertad de elecci&oacute;n. <br />
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Pero la innovaci&oacute;n m&aacute;s radical ser&aacute; prohibir a los estudios profesionales brindar servicios de otra naturaleza. En Estados Unidos, ya fueron vedados por la ley Sarbanes-Oxley, producto del esc&aacute;ndalo Enron-Arthur Andersen. Pero algunas jurisdicciones europeas aun permiten estos maridajes. <br />
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La propuesta Barnier no se limita a extender el &aacute;mbito definido por la ley norteamericana. Su idea es fomentar &ldquo;auditor&iacute;as puras&rdquo;, sin actividades de otro tipo, y, de paso, alterar el modelo de &ldquo;las cuatro grandes&rdquo; (eran cinco hasta Enron). Vale decir, PriceWaterhouseCoopers (PwC), Deloitte Touche Tomatsu, Ernst &amp; Young y KPMG (Klynfeld Main Gordeler/Peat Marwick Int&rsquo;l, fusionadas en 1987). T&eacute;cnicamente, son redes de firmas o socios, no compa&ntilde;&iacute;as mundiales, y les va muy bien as&iacute;.<br />
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Los analistas anglosajones y holandeses, en particular, son bastante m&aacute;s irritables cuando pasan de las auditorias a la tasa Tobin o, mejor dicho, a sus avatares. Terminando septiembre, la CE propuso formalmente una tasa a transacciones financieras (TTA), descendiente de la original. <br />
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Si la propuesta cuajase, desde enero de 2014 todas las operaciones con t&iacute;tulos que impliquen a entidades de la Uni&oacute;n Europea abonar&iacute;an 0,01% de los activos involucrados &oacute; 0,01% del valor corriente sobre todos los contratos derivados.<br />
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A diferencia de la iniciativa original, modificada en 1995 (el autor falleci&oacute; en 2002), aparecen hoy algunas exenciones. Por ejemplo, emisiones primarias de t&iacute;tulos, negocios que impliquen c&aacute;maras de compensaci&oacute;n, hipotecas, etc. Aun as&iacute;, la CE estima que el gravamen alcanzar&iacute;a a alrededor de 85% de las transacciones. S&oacute;lo en la UE, se recaudar&iacute;an unos &euro; 55.000 millones anuales (muy poco en relaci&oacute;n con la deuda griega, por ejemplo.<br />
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Los ortodoxos en Londres y Amsterdam sostienen que el esquema tiene una gruesa falla: las transacciones imponibles huir&iacute;an a Suiza, Luxemburgo y otras plazas extraterritoriales. Este detalle ilumina sin querer la idea original de Tobin: el economista keynesiano buscaba en realidad un impuesto que incluyera operaciones en refugios off shore, punto que la CE parece soslayar. Ir&oacute;nicamente, esas plazas constituyen hoy veh&iacute;culos para el narcotr&aacute;fico mayorista alrededor del planeta.</p>
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