Brasil: programa para el segundo mandato de Lula

Falta un mes para las elecciones, pero Luiz Inácio da Silva presentó un plan orientado al segundo período. En las encuestas, el presidente le lleva más de treinta puntos a su principal competidor, que viene desinflándose.

31 agosto, 2006

Por supuesto, los comicios se harán recién el 1º de octubre. Pero el sondeo más reciente (Sensus) le asigna a Lula 54,4% en intención de voto, contra apenas 19,6% para el paulista Geraldo Alckmin, cuyo déficit de carisma se nota.

Considerando sólo votos válidos, la brecha se estira a 62,3% contra 18%. En otras palabras, el presidente obtendría más sufragios que en la segunda vuelta de 2002 (61,3%). En cuanto al programa, está subscripto por el partido Laborista y elude promesas específicas o metas cuantificables, quizá recordando las no cumplidas en el primer mandato.

Existe un factor que diferencia mucho ambos comicios: la “deslaborizaciòn”. O sea, el retroceso del partido oficialista ante la opinión pública, producto de una larga serie de escándalos, que salpicaron a Luna pero sin dañarlo mucho.

En verdad, como sucede con Néstor Kircher (el sello justicialista apenas vale un poco más que el radical), la figura del brasileño es transversal y aprovecha la ausencia de opciones opositoras serias. El único político de peso es el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, una especie de Roberto Lavagna con mucha mayor experiencia. Por su parte, Alckmin es tan poco seductor como Mauricio Macris o Ricardo López Murphy.

Por supuesto, los comicios se harán recién el 1º de octubre. Pero el sondeo más reciente (Sensus) le asigna a Lula 54,4% en intención de voto, contra apenas 19,6% para el paulista Geraldo Alckmin, cuyo déficit de carisma se nota.

Considerando sólo votos válidos, la brecha se estira a 62,3% contra 18%. En otras palabras, el presidente obtendría más sufragios que en la segunda vuelta de 2002 (61,3%). En cuanto al programa, está subscripto por el partido Laborista y elude promesas específicas o metas cuantificables, quizá recordando las no cumplidas en el primer mandato.

Existe un factor que diferencia mucho ambos comicios: la “deslaborizaciòn”. O sea, el retroceso del partido oficialista ante la opinión pública, producto de una larga serie de escándalos, que salpicaron a Luna pero sin dañarlo mucho.

En verdad, como sucede con Néstor Kircher (el sello justicialista apenas vale un poco más que el radical), la figura del brasileño es transversal y aprovecha la ausencia de opciones opositoras serias. El único político de peso es el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, una especie de Roberto Lavagna con mucha mayor experiencia. Por su parte, Alckmin es tan poco seductor como Mauricio Macris o Ricardo López Murphy.

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