Brasil enfrenta una crisis política
La renuncia de un ministro del gabinete del presidente Fernando Henrique Cardozo estuvo plagada de denuncias al gobierno brasileño y de pedidos de investigación de la oposición. Por Eduardo Davis
(EFE).- Los escándalos de corrupción en Brasil cruzaron la avenida que separa el Senado brasileño del Palacio de Gobierno y le costaron el cargo a un ministro y alentado a la oposición a exigir con más fuerza que los trapos sucios se laven en público.
La renuncia del lunes del ministro de Integración Nacional, Fernando Bezerra, salpicado por denuncias de corrupción, amplió el escenario de los escándalos que sacudieron en las últimas semanas al país, hasta ahora concentrados en investigaciones que se realizan en el Senado.
Bezerra renunció acosado por las denuncias que lo señalan como uno de los socios de una empresa que recibió, hace 15 años, alrededor de US$ 3 millones para proyectos jamás ejecutados de un organismo estatal que funcionaba bajo la órbita de su ministerio.
Ese organismo fue clausurado definitivamente por el presidente Cardoso, la semana pasada, después de comprobarse que durante años había sido centro de continuos actos de corrupción.
El ahora ex ministro anunció además su renuncia al Partido del Movimiento Democrático Brasileño, la mayor fuerza electoral del país, y su decisión de retomar desde hoy el cargo de senador para el que fue elegido en 1998.
Según Bezerra, su primer acto como parlamentario será firmar una solicitud, alentada por la oposición, para formar en el Congreso una comisión especial que investigue 28 casos de corrupción que fueron denunciados en los tres poderes del Estado.
A esa comisión se opone con todo vigor el Gobierno al que perteneció hasta ahora Bezerra, cuya renuncia alentó al Partido de los Trabajadores (PT), la primera fuerza de la oposición, a exigir con más ahínco su creación, ya que este último caso “demuestra que todo se está pudriendo”, según uno de sus líderes.
Según Cardoso, que esta semana instó a su partido socialdemócrata a resistir la creación de esa comisión, la iniciativa del PT pretende investigar casos que ya están en manos de las autoridades competentes y retrasará la discusión parlamentaria de proyectos de reformas fiscales y laborales que el gobierno brasileño considera urgentes.
La oposición tenía previsto pedir la formación de esa comisión ayer mismo, pero el presidente del Senado brasileño, Jader Barbalho, que será investigado en caso de que la propuesta del PT prospere, decidió suspender las discusiones parlamentarias.
Barbalho alegó que la suspensión obedecía a que el Congreso dedicaría el día a rendir homenaje a la memoria del ex gobernador de Sao Paulo Mario Covas, fallecido en febrero pasado.
También el Parlamento decidió dejar para el 16 de mayo la presentación de un informe sobre la violación de los sistemas informáticos del Senado, que debía ser conocido esta semana.
Ese informe debe servir como base para definir la situación de los senadores Antonio Carlos Magalhaes, antecesor de Barbalho, y José Roberto Arruda, ex jefe de la bancada del oficial en la cámara alta de Brasil.
Ambos parlamentarios corren el riesgo de ser expulsados por haber instado al fraude con el sistema, que les permitió conocer los votos –secretos en Brasil– de cada congresista en una sesión en la que fue destituido el senador Luiz Estevao de Oliveira, por su implicación en un caso de corrupción.
Según analistas, la decisión del Congreso de dejar en suspenso todas las sesiones en las debían tratarse asuntos de corrupción dejó el escándalo “en la acera de enfrente”, donde se sitúa precisamente el palacio presidencial de Planalto.
Cardoso, a través de su portavoz oficial, George Lamaziere, dijo que la renuncia de Bezerra, anunciada por el ex ministro en una rueda de prensa ofrecida cinco minutos después de reunirse con el mandatario, que le había ratificado en su cargo, le sorprendió y obedeció a una “decisión personal”.
El presidente afirmó que no duda de la honestidad de Bezerra, pero también dijo que solicitará que su caso sea investigado por una oficina especial para la lucha contra la corrupción que su gobierno creó hace apenas dos meses.
(EFE).- Los escándalos de corrupción en Brasil cruzaron la avenida que separa el Senado brasileño del Palacio de Gobierno y le costaron el cargo a un ministro y alentado a la oposición a exigir con más fuerza que los trapos sucios se laven en público.
La renuncia del lunes del ministro de Integración Nacional, Fernando Bezerra, salpicado por denuncias de corrupción, amplió el escenario de los escándalos que sacudieron en las últimas semanas al país, hasta ahora concentrados en investigaciones que se realizan en el Senado.
Bezerra renunció acosado por las denuncias que lo señalan como uno de los socios de una empresa que recibió, hace 15 años, alrededor de US$ 3 millones para proyectos jamás ejecutados de un organismo estatal que funcionaba bajo la órbita de su ministerio.
Ese organismo fue clausurado definitivamente por el presidente Cardoso, la semana pasada, después de comprobarse que durante años había sido centro de continuos actos de corrupción.
El ahora ex ministro anunció además su renuncia al Partido del Movimiento Democrático Brasileño, la mayor fuerza electoral del país, y su decisión de retomar desde hoy el cargo de senador para el que fue elegido en 1998.
Según Bezerra, su primer acto como parlamentario será firmar una solicitud, alentada por la oposición, para formar en el Congreso una comisión especial que investigue 28 casos de corrupción que fueron denunciados en los tres poderes del Estado.
A esa comisión se opone con todo vigor el Gobierno al que perteneció hasta ahora Bezerra, cuya renuncia alentó al Partido de los Trabajadores (PT), la primera fuerza de la oposición, a exigir con más ahínco su creación, ya que este último caso “demuestra que todo se está pudriendo”, según uno de sus líderes.
Según Cardoso, que esta semana instó a su partido socialdemócrata a resistir la creación de esa comisión, la iniciativa del PT pretende investigar casos que ya están en manos de las autoridades competentes y retrasará la discusión parlamentaria de proyectos de reformas fiscales y laborales que el gobierno brasileño considera urgentes.
La oposición tenía previsto pedir la formación de esa comisión ayer mismo, pero el presidente del Senado brasileño, Jader Barbalho, que será investigado en caso de que la propuesta del PT prospere, decidió suspender las discusiones parlamentarias.
Barbalho alegó que la suspensión obedecía a que el Congreso dedicaría el día a rendir homenaje a la memoria del ex gobernador de Sao Paulo Mario Covas, fallecido en febrero pasado.
También el Parlamento decidió dejar para el 16 de mayo la presentación de un informe sobre la violación de los sistemas informáticos del Senado, que debía ser conocido esta semana.
Ese informe debe servir como base para definir la situación de los senadores Antonio Carlos Magalhaes, antecesor de Barbalho, y José Roberto Arruda, ex jefe de la bancada del oficial en la cámara alta de Brasil.
Ambos parlamentarios corren el riesgo de ser expulsados por haber instado al fraude con el sistema, que les permitió conocer los votos –secretos en Brasil– de cada congresista en una sesión en la que fue destituido el senador Luiz Estevao de Oliveira, por su implicación en un caso de corrupción.
Según analistas, la decisión del Congreso de dejar en suspenso todas las sesiones en las debían tratarse asuntos de corrupción dejó el escándalo “en la acera de enfrente”, donde se sitúa precisamente el palacio presidencial de Planalto.
Cardoso, a través de su portavoz oficial, George Lamaziere, dijo que la renuncia de Bezerra, anunciada por el ex ministro en una rueda de prensa ofrecida cinco minutos después de reunirse con el mandatario, que le había ratificado en su cargo, le sorprendió y obedeció a una “decisión personal”.
El presidente afirmó que no duda de la honestidad de Bezerra, pero también dijo que solicitará que su caso sea investigado por una oficina especial para la lucha contra la corrupción que su gobierno creó hace apenas dos meses.
