Como forma de combatir la caída de la actividad económica y aprovechando la próxima realización del mundial de fútbol 2014 y las olimpiadas 2016 en Río de Janeiro, el gobierno brasileño lanza un ambicioso plan de infraestructuras, que incluye la construcción y el mejoramiento de vías férreas, puertos y aeropuertos.
La presidenta Rousseff estuvo ayer en París intentando seducir a empresarios e inversionistas con su ambicioso plan y aseguró que el gobierno se plantea firmemente combatir dos males que dificultan las inversiones extranjeras. “Queremos una economía sin burocracia y estamos empeñados en resolver también los obstáculos históricos de nuestra infraestructura, obstáculos que vienen de 20 años de políticas exclusivas de austeridad”, dijo Rousseff.
La ministra de Planificación, Miriam Belchior, fue más allá y dijo que la reforma aeroportuaria es un desafío que no puede esperar al mundial de 2014. Explicó que el número de pasajeros de cabotaje crece a un ritmo del 12% anual. Y, tal vez llevada por un exceso de entusiasmo declaró que “la población pobre está comenzando a cambiar el autobús por el aviónâ€.
La presidenta brasileña se reunió el día anterior con el presidente francés Hollande y juntos dieron una conferencia de prensa, donde abogaron por más medidas de estímulo industrial y no sólo austeridad financiera para salir de la crisis financiera global. Según Rousseff, para salir de la crisis es necesario conjugar competitividad, inversiones y medidas a favor de un crecimiento duradero.
