Brasil acepta la vigilancia nuclear de la ONU
Finalmente Brasil accedió a que el organismo de vigilancia nuclear de Naciones Unidas inspeccione las instalaciones donde desarrolla su programa de enriquecimiento de uranio. El acuerdo se formalizará en las próximas semanas.
El enriquecimiento de uranio es un proceso de purificación que se realiza para convertirlo en combustible para plantas de energía o para fabricar armas.
Brasil venía evadiendo desde hace varios meses a la International Atomic Energy Agency (IAEA) sobre el control de la planta de enriquecimiento de agua pesada “Resende” (en el estado de Río de Janeiro). Sabe que el organismo de la ONU considera a su programa nuclear, así como el de Irán y otros países “pequeños”, un obstáculo para los esfuerzos internacionales por bloquear programas de armas nucleares y, por ende, que el objetivo último podría ser desmantelarlo.
El acuerdo anunciado ayer es un pacto a mitad de camino entre la necesidad de la IAEA de asegurar que el uranio enriquecido no se utilice para la fabricación de armas nucleares y el interés de Brasil de proteger su tecnología. Los brasileños dicen que su tecnología es más simple, más durable y más barata que el similar procedimiento de enriquecimiento de agua pesada por compresores centrífugos que utiliza Estados Unidos. En realidad, el núcleo de la disputa se encuentra en unos paneles que, en las plantas nucleares brasileñas, no dejan ver los centrifugadores. Una de las propuestas es reducir el tamaño de los paneles para que queden a la vista las cañerías conectadas a los centrifugadores… y así (al menos ésa es la explicación del organismo internacional) poder demostrar cómo se realiza la producción.
Odair Dias Gonçalves, jefe de la Comisión de Energía Nuclear de Brasil, dijo que la IAEA aceptó que la “inspección completa no es necesaria”. Brasil tiene grandes reservas de uranio, pero todavía debe enriquecerlo en el extranjero para luego usarlo en sus plantas nucleares. Su ambición es no sólo ser autosuficiente algún día sino llegar a exportar uranio enriquecido. La clave está en la planta Resende.
El enriquecimiento de uranio es un proceso de purificación que se realiza para convertirlo en combustible para plantas de energía o para fabricar armas.
Brasil venía evadiendo desde hace varios meses a la International Atomic Energy Agency (IAEA) sobre el control de la planta de enriquecimiento de agua pesada “Resende” (en el estado de Río de Janeiro). Sabe que el organismo de la ONU considera a su programa nuclear, así como el de Irán y otros países “pequeños”, un obstáculo para los esfuerzos internacionales por bloquear programas de armas nucleares y, por ende, que el objetivo último podría ser desmantelarlo.
El acuerdo anunciado ayer es un pacto a mitad de camino entre la necesidad de la IAEA de asegurar que el uranio enriquecido no se utilice para la fabricación de armas nucleares y el interés de Brasil de proteger su tecnología. Los brasileños dicen que su tecnología es más simple, más durable y más barata que el similar procedimiento de enriquecimiento de agua pesada por compresores centrífugos que utiliza Estados Unidos. En realidad, el núcleo de la disputa se encuentra en unos paneles que, en las plantas nucleares brasileñas, no dejan ver los centrifugadores. Una de las propuestas es reducir el tamaño de los paneles para que queden a la vista las cañerías conectadas a los centrifugadores… y así (al menos ésa es la explicación del organismo internacional) poder demostrar cómo se realiza la producción.
Odair Dias Gonçalves, jefe de la Comisión de Energía Nuclear de Brasil, dijo que la IAEA aceptó que la “inspección completa no es necesaria”. Brasil tiene grandes reservas de uranio, pero todavía debe enriquecerlo en el extranjero para luego usarlo en sus plantas nucleares. Su ambición es no sólo ser autosuficiente algún día sino llegar a exportar uranio enriquecido. La clave está en la planta Resende.
