Bombay: dos señales apuntan a al-Qaeda y aliados pakistaníes

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No en vano, el mismo día del megaataque aterrizó en la ciudad el jefe de la inteligencia pakistaní, general Ahmed Pashá. Portaba datos sobre el magnate Dawud Ibrahim, Amir Raza, capomafia de Karachi, y Lashkar-i-toibá (LT).

El militar tenía serios motivos para reunirse con colegas indios. Sucede que el LT fue inicialmente armado por la inteligencia de Islamabad para acciones terroristas en la Cachemira india. Pero ahí lo copó al-Qa’eda, vía elementos filtrados desde la frontera pakiafgana.

Paralelamente, la poderosa mafia de Karachi, puerto pakistaní y ex capital del antiguo Baluchistán, comenzaba a financiar operaciones de Aimán az-Zawahirí –virtual sucesor de Osama bin Laden-, papel atribuido a Ibrahim. Resulta sugestivo que, en vez de insistir en anunciar ataques contra Nueva Cork, el lugarteniente egipcio recomendase a George W.Bush y Barack Obama “enviar todas sus fuerzas armadas a Afganistán”.

Primero, Obama ya ha anticipado que acelerará el retiro e Irak para concentrar esfuerzos en Afganistán-Pakistán. Segundo, az-Zawahirí aparecía poco antes del asedio musulmán a Bombay, que seguramente conocía de antemano.

La geografía de la violencia fundamentalista en el subcontinente es bastante clara. Al norte (Dyammu, Cachemira), grupos separatistas islámicos suelen atacar objetivos en tierra india, probablemente asistidos desde Peshawar por la inteligencia pakistaní. Raza –vinculado a los piratas somalíes- e Ibrahim son sospechados de solventar a al-Qa’ed y los talibán en el oeste y el sur de Pakistán.

Ahora se cree en Delhi e Islamabad que quienes atacaron Bombay habían salido de Karachi en una nave pirata bien equipada, para recalar en el sur de la península india de Duch, quizás entre Diu y Mahuva. A similares conclusiones llega un informe en manos del general David Petraeus, comandante regional de las fuerzas norteamericanas.

El militar tenía serios motivos para reunirse con colegas indios. Sucede que el LT fue inicialmente armado por la inteligencia de Islamabad para acciones terroristas en la Cachemira india. Pero ahí lo copó al-Qa’eda, vía elementos filtrados desde la frontera pakiafgana.

Paralelamente, la poderosa mafia de Karachi, puerto pakistaní y ex capital del antiguo Baluchistán, comenzaba a financiar operaciones de Aimán az-Zawahirí –virtual sucesor de Osama bin Laden-, papel atribuido a Ibrahim. Resulta sugestivo que, en vez de insistir en anunciar ataques contra Nueva Cork, el lugarteniente egipcio recomendase a George W.Bush y Barack Obama “enviar todas sus fuerzas armadas a Afganistán”.

Primero, Obama ya ha anticipado que acelerará el retiro e Irak para concentrar esfuerzos en Afganistán-Pakistán. Segundo, az-Zawahirí aparecía poco antes del asedio musulmán a Bombay, que seguramente conocía de antemano.

La geografía de la violencia fundamentalista en el subcontinente es bastante clara. Al norte (Dyammu, Cachemira), grupos separatistas islámicos suelen atacar objetivos en tierra india, probablemente asistidos desde Peshawar por la inteligencia pakistaní. Raza –vinculado a los piratas somalíes- e Ibrahim son sospechados de solventar a al-Qa’ed y los talibán en el oeste y el sur de Pakistán.

Ahora se cree en Delhi e Islamabad que quienes atacaron Bombay habían salido de Karachi en una nave pirata bien equipada, para recalar en el sur de la península india de Duch, quizás entre Diu y Mahuva. A similares conclusiones llega un informe en manos del general David Petraeus, comandante regional de las fuerzas norteamericanas.

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