Bolivia: inestabilidad política pero expansión económica

Por vez primera en decenios, hay superávit fiscal. Mientras tanto, suben las exportaciones y el banco central tiene una buena posición en reservas duras: se estiman US$ 3.000 millones a fin de diciembre.

26 diciembre, 2006

Acercándose al año de gestión, al gobierno de Evo Morales le va muy bien donde nadie esperaba: la macroeconomía y los resultados fiscales. De acuerdo con el ministerio de finanzas, en noviembre el país obtuvo un superávit presupuestario equivalente a 6% del producto bruto interno. Entretanto, las ventas externas se doblaban en relación con doce meses antes.

En materia de inversión externa directa, Bolivia marca US$ 170 millones en negro, tras muchos años de cifras en rojo. Todo eso sin necesidad de llegar a algo tan extremo como la dolarización compulsiva impuesta a Ecuador por bancos estadounidenses, de la cual hoy no sabe cómo salir. Sin moneda propia, es muy difícil que Quito ingrese al Mercosur. Especialmente, con Brasil y Argentina excluyendo parcialmente el dólar de su intercambio bilateral o Venezuela hablando de “petrobolívares”.

Bolivia espera un aumento de 4,5% en el PBI de 2006. Demostrando mayor sensatez política que sus “experimentados “ antecesores, Morales encaró una política de austeridad administrativa que no carece de gestos ejemplificadores. Uno fue bajar a la mitad su sueldo y los del gabinete, algo que el parlamento argentino no haría ni a palos. Otro fue elevar 5%, desde 2007, la remuneración para personal de salud y educación públicas, ante el escándalo de los sindicalistas.

Usando un libreto argentino, la oposición sostiene que la mejoría macroeconómica es simple efecto de un favorable contexto externo. Nuevamente, el caso ecuatoriano –otro exportador de hidrocarburos- indica que no es así. No obstante, el perfil de ventas al exterior es más regresivo que el de Argentina o Chile, pues depende 75% de insumos primarios. En particular, gas natural y minerales (sólo la dependencia uruguaya de insumos rurales es mayor).

Aplicando en parte el modelo venezolano, La Paz busca recobrar la renta primaria derivada de hidrocarburos, mediante fuertes alzas tributarias a las compañías y a un papel más activos en negociaciones. Esto se notó en el caso de los acuerdos de precios con Buenos Aires, que irritan a medios conservadores argentinos. Por supuesto el verborrágico vicepresidente Álvaro Linera sostiene haberles dado “cátedra a los neoliberales”. Como tantos dirigentes latinoamericanos, llama “neoliberales” a los neoconservadores, propios o ajenos.

En materia social, actualmente la mayor parte de esfuerzos se centra en áreas rurales, donde vive casi 40% de los bolivianos. Obviamente, estas medidas enardecen a los autonomistas de Tarijas, Santa Cruz de la Sierra y sus aliados, Pando y Beni.

Acercándose al año de gestión, al gobierno de Evo Morales le va muy bien donde nadie esperaba: la macroeconomía y los resultados fiscales. De acuerdo con el ministerio de finanzas, en noviembre el país obtuvo un superávit presupuestario equivalente a 6% del producto bruto interno. Entretanto, las ventas externas se doblaban en relación con doce meses antes.

En materia de inversión externa directa, Bolivia marca US$ 170 millones en negro, tras muchos años de cifras en rojo. Todo eso sin necesidad de llegar a algo tan extremo como la dolarización compulsiva impuesta a Ecuador por bancos estadounidenses, de la cual hoy no sabe cómo salir. Sin moneda propia, es muy difícil que Quito ingrese al Mercosur. Especialmente, con Brasil y Argentina excluyendo parcialmente el dólar de su intercambio bilateral o Venezuela hablando de “petrobolívares”.

Bolivia espera un aumento de 4,5% en el PBI de 2006. Demostrando mayor sensatez política que sus “experimentados “ antecesores, Morales encaró una política de austeridad administrativa que no carece de gestos ejemplificadores. Uno fue bajar a la mitad su sueldo y los del gabinete, algo que el parlamento argentino no haría ni a palos. Otro fue elevar 5%, desde 2007, la remuneración para personal de salud y educación públicas, ante el escándalo de los sindicalistas.

Usando un libreto argentino, la oposición sostiene que la mejoría macroeconómica es simple efecto de un favorable contexto externo. Nuevamente, el caso ecuatoriano –otro exportador de hidrocarburos- indica que no es así. No obstante, el perfil de ventas al exterior es más regresivo que el de Argentina o Chile, pues depende 75% de insumos primarios. En particular, gas natural y minerales (sólo la dependencia uruguaya de insumos rurales es mayor).

Aplicando en parte el modelo venezolano, La Paz busca recobrar la renta primaria derivada de hidrocarburos, mediante fuertes alzas tributarias a las compañías y a un papel más activos en negociaciones. Esto se notó en el caso de los acuerdos de precios con Buenos Aires, que irritan a medios conservadores argentinos. Por supuesto el verborrágico vicepresidente Álvaro Linera sostiene haberles dado “cátedra a los neoliberales”. Como tantos dirigentes latinoamericanos, llama “neoliberales” a los neoconservadores, propios o ajenos.

En materia social, actualmente la mayor parte de esfuerzos se centra en áreas rurales, donde vive casi 40% de los bolivianos. Obviamente, estas medidas enardecen a los autonomistas de Tarijas, Santa Cruz de la Sierra y sus aliados, Pando y Beni.

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