<p>De hecho, Bernanke se ha lanzado a la calle como nunca lo hicieran su antecesores inmediatos, Paul Volcker –hoy sigiloso asesor de Barack Obama- y Alan Greenspan. En días, apareció tres veces por televisión, declaró ante el Congreso y redactó algunos artículos en publicaciones financieras. Todo para explicar o defender su gestión al frente de la RF.<br />
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Al igual que un candidato político –su mandato de cuatro años expira en enero- trata de desvirtuar acusaciones cruzadas contra el emisor. Desde complicidad con grandes bancos privados hasta traicionar el capitalismo anglosajón (el mercado) o ambas cosas al mismo tiempo. Greenspan, Volcker y otros jamás se vieron en esos bretes.<br />
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Entretanto, debió convocar una reunión pública, en el Capitolio, para anunciar nuevas normas en materia de tarjetas de crédito y débito. Por supuesto la RF ya se abría al escrutinio legislativo en la época de Greenspan, un personaje que adoraba el poder y hasta había encargado una “autobiografía” (2000) a Carl Bernstein, el de “Watergate”. No obstante, el resto del personaje se cubría con un manto de secreto tecnocrático. <br />
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Hasta hace poco, entonces, el comité de política monetaria (lo llaman con el eufemismo “de mercado abierto”) se encerraba como un colegio de cardenales para decidir sobre tasas referenciales. También usaba las minutas para pronosticar –casi siempre mal- el devenir de as finanzas. Este estilo se ha venido abajo a causa de la peor crisis desde la depresión de los años 30.<br />
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Aun en mejores circunstancias, Bernanke –nombrado en 2006 por George W.Bush, que luego no lo tomaría mucho en cuenta- estaría bajo presión. Barack Obama tiene pocos meses para decidir si renovarle el mandato o poner a alguien como Timothy Geithner. El hoy secretario del Tesoro fue antes presidente de la RF Nueva York y crítico de BB.<br />
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“La Reserva Federal, junto con paquidérmicos bancos privados, ha creado la mayor crisis financiera vista en el mundo”, acusaba el diputado Ronald Paul (republicano, Tejas) en una audiencia celebrada la semana última. Bernanke lo miraba azorado. Poco después, más de doscientos legisladores firmaban un proyecto de Paul: permitir que la oficina ejecutiva de responsabilidad contable (GAO) audite las decisiones de la RF sobre política monetaria. En tanto funcionarios del banco central clamaban por su autonomía, hasta los amigos de BB daban por esfumada su aura de infalibilidad. Todos saben cuál será el golpe de gracia: las drásticas reformas financieras en curso restan facultades a la RF y preanuncian el fin de su presidente.</p>
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Bernanke en acción para salvar el puesto
El presidente del sistema de Reserva Federal cambió de libreto. Ahora quiere ayudar a la economía, abandonar el distanciamiento y acercarse a la opinión pública. En suma, hacer política y continuar en su sillón.