Basilea 3 fue poco y hoy se nota
Como se nota ahora, con crisis en Grecia, Irlanda, Portugal y, de un momento a otro, en España, los instrumentos de Basilea ni se mencionan. Las fallas empiezan por el Banco de Ajustes Internacionales (banco central de bancos centrales)
26 noviembre, 2010
<p>El ente se halla en teoría encargado de velar por normas que el comité homónimo viene dictando desde 1935. Pero el BAI sigue careciendo de facultades para regular las finanzas mundiales: sólo puede formular sugerencias no obligatorias, cuyo cumplimiento depende de los gobiernos supuestamente regulados. La tormenta en la Eurozona los ha hecho sordos.<br />
Por ello, un comunicado del jueves insiste en que los gobernadores y supervisores integrantes del comité son quienes deben cristalizar las nuevas exigencias de capital a los bancos privados. Pero, a su vez, el acuerdo es demasiado pobre y no justifica el nombre “Basilea 3”. No sólo porque el aumento de marras sea mínimo, sino porque el documento repite en lo fundamental Basilea 1 (1975). <br />
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En realidad, estas regulaciones y acción del BAI continúan corriendo muy por detrás de los acontecimientos, como le ocurre –en menor grado- al Banco Central Europeo. La edición de hace veinticinco años respondía a la necesidad de definir responsabilidades específicas derivadas de dos quiebras bancarias acaecidas en 1974.<br />
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Sin embargo, las posteriores bancarrota de los bancos Ambrosiano (Istituto Opere Religiose, asesinatos de Roberto Calvi y Michele Sindona) y Crédito & Comercio Internacional plantearon nuevas ambivalencias e incertidumbres. Esto era porque el grueso de sus redes o de sus deudas correspondía a sociedades domiciliadas en paraísos fiscales; entre ellos miembros del comité como Suiza, Luxemburgo, etc. <br />
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Por ende, era imposible especificar comportamientos y cuadros normativos antes de atribuir responsabilidades. Eso se propuso Basilea 2 (1991), donde aparecieron requerimientos mínimos de capital para bancos privados. Su propósito era prevenir situaciones de iliquidez y colapsos por pérdidas inesperadas.<br />
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Después, aparecieron los instrumentos derivativos –series de miles de ecuaciones para acotar riesgos- y contratos derivados, generalmente en futuros y opciones. La reacción de las entidades consistió en lanzarse sobre esas innovaciones para acomodar los balances transfiriendo riesgos a los mercados de valores.<br />
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Cuando esos activos tóxicos se popularizaron en la década actual, se generó creciente desconfianza. Luego, el colapso de malas hipotecas (2005/6), la crisis sistémica occidental, la caída de Bear Stearns y Lehman Brothers y los onerosos rescates de American International Group (US$ 187.000 millones) y otros llevaron a Basilea 3.<br />
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A mediados de este año, sus decisiones ya no impresionan a casi nadie y algunos economistas serios –Paul Krugman, Joseph Stiglitz, Jefffey Sachs- sugerían replantear todo en la cumbre del grupo de los 20 (Seúl). Eso fue otro fracaso.</p>
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