Banca dItalia: defienden a Fazio acnsando a judíos y masones

Loa debates en torno de AntonVeneta y BNL han tomado un sesgo político alarmante. Ahora los ultraderechistas dicen que el presidente del banco central es víctima de judíos y masones “porque va a misa con la familia”.

13 septiembre, 2005

La frase de arriba le cupo al inefable Rocco Buttiglione, que ya hizo en 2004 un papelón ante el Parlamento europeos por sus ideas ultramontanas. Ahora es peor: Guido Crossetto, legislador de Forza Italia (partido derechista creado a medida de Silvio Berlusconi), sostuvo que “la banca italiana molesta a la gran masonería judía y norteamericana”.

El polìtico calificó a la firma de valores neoyorquina Merrill Lynch de tener “fuertes accionistas judíos”. También denunció a Romano Prodi, ex presidente de la Comisión Europea y líder de la oposición en Italia, como “mantenido” de esos intereses.

La reacción fue instantánea. Amòs Luzzatto, máximo dirigente de la colectividad judía italiana, se preguntó si “los años 30 no nos han dejado lecciones. Este lenguaje es inquietante. Pareciera que el antisemitismo alzase de nuevo la testa”. Algunos columnistas de la prensa conservadora peninsular trataban de restar importancia a los desplantes de Crosetto y Buttiglione. Sin duda, los medios están asustados por tanto exceso dialéctico.

El problema se relaciona con el apoyo vaticano a Fazio, gestionado por él mismo cuando la situación se le hacía insostenible. Este lunes, de paso, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, prometió “mano dura” en el caso Banca d’Italia. Mejor dicho, en los de Unipol y Banca Popolare Italiana, empeñados en quedarse con Banca Nazionale de Lavoro y Banca Antoniana Popolare Veneta, sin reparar en recursos y maniobras.

La frase de arriba le cupo al inefable Rocco Buttiglione, que ya hizo en 2004 un papelón ante el Parlamento europeos por sus ideas ultramontanas. Ahora es peor: Guido Crossetto, legislador de Forza Italia (partido derechista creado a medida de Silvio Berlusconi), sostuvo que “la banca italiana molesta a la gran masonería judía y norteamericana”.

El polìtico calificó a la firma de valores neoyorquina Merrill Lynch de tener “fuertes accionistas judíos”. También denunció a Romano Prodi, ex presidente de la Comisión Europea y líder de la oposición en Italia, como “mantenido” de esos intereses.

La reacción fue instantánea. Amòs Luzzatto, máximo dirigente de la colectividad judía italiana, se preguntó si “los años 30 no nos han dejado lecciones. Este lenguaje es inquietante. Pareciera que el antisemitismo alzase de nuevo la testa”. Algunos columnistas de la prensa conservadora peninsular trataban de restar importancia a los desplantes de Crosetto y Buttiglione. Sin duda, los medios están asustados por tanto exceso dialéctico.

El problema se relaciona con el apoyo vaticano a Fazio, gestionado por él mismo cuando la situación se le hacía insostenible. Este lunes, de paso, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, prometió “mano dura” en el caso Banca d’Italia. Mejor dicho, en los de Unipol y Banca Popolare Italiana, empeñados en quedarse con Banca Nazionale de Lavoro y Banca Antoniana Popolare Veneta, sin reparar en recursos y maniobras.

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