Atrasa el reloj de los aliados en Libia

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El tiempo de Estados Unidos y las potencias europeas marcha más lento que las urgencias del mundo árabe. Benghazi está a punto de sucumbir y otra crisis va costándole ya cinco muertos a Bahrein, ocupada por los sauditas y la Unión de Emiratos.

<p>En Par&iacute;s, el martes, el grupo de los 7 (o sea sin Rusia) aseguraba que una resoluci&oacute;n sobre la crisis libia ser&aacute; este fin de semana elevada a consideraci&oacute;n del Consejo de Seguridad, esto es Naciones Unidas. Pero no es improbable que las tropas de Muammar Ghadafi alcancen antes a ocupar la capital rebelde.<br />
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Por ende, las &ldquo;urgentes medidas&rdquo; auspiciadas por Occidente &ndash;inclusive el paraguas a&eacute;reo- pueden lleguen justo para el colapso del gobierno transicional y la masacre consiguiente. Todo ante los ojos de dos flamantes embajadores, los de Gran Breta&ntilde;a y Francia, que se cortaron solas en esta oportunidad.<br />
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Las deliberaciones parisinas concluyeron, se sostiene, con &ldquo;decisiones constructivas&rdquo; y una adhesi&oacute;n a la Liga &Aacute;rabe, que no es beligerante. Mientras, el coronel, definido como &ldquo;dictador sangriento&rdquo;, va restableciendo velozmente su control sobre todo el pa&iacute;s. Pronto volver&iacute;a a ser interlocutor forzoso de sus propios enemigos externos.<br />
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Tras los errores y papelones de estas semanas, Francia, Gran Breta&ntilde;a y, sobre todo, Estados Unidos quedan en una posici&oacute;n desairada. Contra lo que dictan los manuales de guerra, Barack Obama y Hillary Rodham Clinton movilizaron la sexta flota sin intenci&oacute;n real de ir a la pelea.<br />
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Simult&aacute;mente, se pinchaba la zona de exclusi&oacute;n propuesta por Londres y Par&iacute;s, torpedeada por Rusia, Alemania e Italia. &ldquo;Ahora es tarde. Hemos perdido la ocasi&oacute;n de restablecer el equilibrio y salvar a los rebeldes&rdquo;, reconoce hoy el canciller Alain Jupp&eacute;.<br />
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Calificados como &ldquo;guerreros sentados en un sill&oacute;n&rdquo; por el analista Ian Buruma, los aliados invocaron con ligereza una intervenci&oacute;n que en verdad no pensaban hacer realidad. &ldquo;Ni siquiera deb&iacute;an imponer la democracia a ca&ntilde;onazos, sino auxiliar a libios disidentes en armas&rdquo; apunta Jupp&eacute;.<br />
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Buruma va m&aacute;s lejos: &ldquo;a partir de este renuncio, negociar cualquier cosa con Ghadafi implicar&aacute; fuertes dosis de ricino&rdquo;. Los aliados se quedaron en &ldquo;una mezcla de idealismo veleidoso y realpolitik. Pero un tanque siempre ser&aacute; m&aacute;s efectivo que la diplomacia&rdquo;, se&ntilde;alaba Franco Fratini, canciller italiano. <br />
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