Assange ha filtrado el poder norteamericano
Por una parte, señala Moisés Naím en El país, WikiLeaks se parece a las torres gemelas: mucho ruido y escasos cambios en el mundo. Por otra, afirma Thomas Friedman en el New York Times, esos 440.000 cables arriesgan la licuación del poder mismo.
9 diciembre, 2010
<p>Ambos comienzan por los contenidos. Uno de ellos es que Saudiarabia y los emiratos del golfo Pérsico desean en privado que Estados Unidos termine con Irán, pero en público queman banderas en apoyo de Mahmud Ajmadinedyad. Otro grupo de e-mails revela que los magnates saudíes siguen siendo donantes claves para al-Qa’eda y demás organizaciones terroristas sunníes. En particular, las activas en Afganistán-Pakistán.</p>
<p>En un plano paralelo, los súbditos o ciudadanos de países musulmanes detestan a sus propias dirigencias –no votadas o elegidas en forma poco democrática- más que a los shiíes persas. En otras palabras, observa Friedman, “el dinero que pagamos por el petróleo financia a los guerrilleros que nuestros soldados combaten”.</p>
<p>Julian Assange –hoy preso sin fianza en Londres- y WikiLeaks han puesto en evidencia severas vulnerabilidades en materia de seguridad y contradicciones geopolítica de igual tenor. En cuanto a Naím, no cree que el efecto de las infidencias se perpetúe una vez agotadas las revelaciones más trascendentes. Naturalmente, coinciden los analistas, “el sitio ha debilitado a EE.UU. Para un gobierno que malgasta US$ 50.000 millones anuales en inteligencia, es un papelón”.</p>
<p>Tampoco “sale bien parada la diplomacia de Washington –apunta Friedman-, sino al contrario. Aunque gran parte del material se componga de chismes más o menos irrelevantes” que, a lo sumo, pueden costarle la cabeza a Hillary Rodham Clinton y varios diplomáticos poco sagaces.</p>
<p>En este clima, no parece muy sensato que la secretaria de estado insista en lograr una extradicción, pero a su país, donde la propia vida del megahacker correría peligro. Por eso una “coalición pirata” internacional les hace ya la guerra a sitios considerados hostiles a WikiLeaks, entre ellos Mastercard, Visa, dos estudios jurídicos que representan a Sofia Wilén y Anna Ardin (denunciaron a Assange por abusos sexuales), la Suprema Corte sueca y la magistratura británica.</p>
<p>Por otra parte, el canciller australiano Kevin Rudd acusó este jueves a EE.UU. mismo como origen último de las filtraciones de seguridad. Washington no está solo. Hay copartícipes o cómplices “como Ahmed Zia Masud, ex vicepresidente de Afganistán, detenido en Dubai por una filtración, con US$ 50 millones con efectivo que no sabe explicar”, indica el columnista del NYT. A su juicio, “esta clase de aliados tiene valores que los norteamericanos no compartiremos nunca”. Salvo gente estilo Bernard Maddoff, Michael Milken o Richard Nixon, cuyos plomeros de Watergate operaban como WikiLeaks pero al revés.</p>
<p>En este punto, Friedman sugiere que “este país reflexione sobre aliados que reflejan nuestra dependencia de los hidrocarburos. Los talibán y al Qa’eda trasuntan en público lo que nuestros aliados musulmanes sienten en la intimidad: odio a EE.UU. y occidente”. Por otra parte, la adicción petrolera no el único síntoma que WikiLeaks ha develado. Otro es la incapacidad de influir sobre China en las sucesivas crisis creadas por Norcocrea para extorsionar a sus vecinos. Por fin, mientras Assange y la coalición pirata” preparan una ofensiva en enero contra Wall Street y la City, Washington no atina a manejar su propia crisis sistémica o la del endeudamiento de la Unión Europea.</p>
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