Alvarez, más que una figura decorativa

El vicepresidente, algo más que figura decorativa. El alfil de una política encabezada por De la Rúa. Definiciones importantes en Santiago. Búsqueda de un futuro común en América del Sur.

18 mayo, 2000

El accionar de Carlos Alvarez demuestra que se ha propuesto ser algo más que la figura decorativa. generalmente reservada a los vicepresidentes argentinos. Asume con frecuencia – todo indica que con el acuerdo de De la Rúa – roles que lo ubican como un aliado importante en la concertación de una política de Estado.

Pocas horas antes del viaje de Lagos a la Argentina, Carlos Alvarez llegó a Santiago, donde manifestó su apoyo explícito a la intención del mandatario chileno de articular un Mercosur consolidado como un polo de poder regional con mayor capacidad para negociar la inserción mundial de la región sudamericana. Lagos apunta más allá del orden económico, necesario pero no suficiente para crear una asociación monolítica; confía en que la integración supere ese marco para proyectarse en lo político, lo social y lo cultural

Al cabo de un encuentro matutino con Lagos, Alvarez se mostró categórico: “Lo importante es la coincidencia que se da entre lo que plantea Lagos y nuestro gobierno respecto del relanzamiento del Mercosur, en cuanto a mayor institucionalidad y compromiso en la construcción de reglas de juego”. También afirmó que será necesario articular los distintos liderazgos de los países miembros para fortalecer un eje estratégico del proyecto, construir un pequeño Maastrich, con instituciones y una agenda que incorpore la cuestión social para llegar en el mediano plazo a coronar la posibilidad de una moneda y una política exterior comunes.

No hace falta más para comprender la importancia del intento. La política exterior argentina comienza, en este aspecto, a delinear estrategias definidas y objetivos concretos.

El vicepresidente, que viajó en el mismo avión de Lagos a Buenos Aires, deslizó en sus declaraciones que una estrategia política de alto nivel no se detiene en la aceptación pasiva de las normas establecidas por el poder, sino que pugna por obtener acuerdos para la transformación de la situación imperante en beneficio de todos. Es más, apuntó a que los países emergentes “no tienen comprada la estabilidad institucional”. Es obvio que una anomalía en el proceso de democratización alterará el orden mundial.

El accionar de Carlos Alvarez demuestra que se ha propuesto ser algo más que la figura decorativa. generalmente reservada a los vicepresidentes argentinos. Asume con frecuencia – todo indica que con el acuerdo de De la Rúa – roles que lo ubican como un aliado importante en la concertación de una política de Estado.

Pocas horas antes del viaje de Lagos a la Argentina, Carlos Alvarez llegó a Santiago, donde manifestó su apoyo explícito a la intención del mandatario chileno de articular un Mercosur consolidado como un polo de poder regional con mayor capacidad para negociar la inserción mundial de la región sudamericana. Lagos apunta más allá del orden económico, necesario pero no suficiente para crear una asociación monolítica; confía en que la integración supere ese marco para proyectarse en lo político, lo social y lo cultural

Al cabo de un encuentro matutino con Lagos, Alvarez se mostró categórico: “Lo importante es la coincidencia que se da entre lo que plantea Lagos y nuestro gobierno respecto del relanzamiento del Mercosur, en cuanto a mayor institucionalidad y compromiso en la construcción de reglas de juego”. También afirmó que será necesario articular los distintos liderazgos de los países miembros para fortalecer un eje estratégico del proyecto, construir un pequeño Maastrich, con instituciones y una agenda que incorpore la cuestión social para llegar en el mediano plazo a coronar la posibilidad de una moneda y una política exterior comunes.

No hace falta más para comprender la importancia del intento. La política exterior argentina comienza, en este aspecto, a delinear estrategias definidas y objetivos concretos.

El vicepresidente, que viajó en el mismo avión de Lagos a Buenos Aires, deslizó en sus declaraciones que una estrategia política de alto nivel no se detiene en la aceptación pasiva de las normas establecidas por el poder, sino que pugna por obtener acuerdos para la transformación de la situación imperante en beneficio de todos. Es más, apuntó a que los países emergentes “no tienen comprada la estabilidad institucional”. Es obvio que una anomalía en el proceso de democratización alterará el orden mundial.

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