Al margen de chistes, Hungría va el colapso
Un año y medio le bastó al primer ministro Viktor Orbán para convertir una de las economías más ricas de la Unión Europea en un país sin moneda ni banco central. El desempleo supera 10,7% y hacen falta 20.000 millones para evitar la insolvencia.
22 enero, 2012
<p>El gobierno de ultraderecha orilla la dictadura en forma parecida a los satélites del Tercer Reich en los años de la entreguerra. Eliminada la independencia del poder judicial, los otros dos son máquinas de generar leyes que transgreden normas de la UE, extinguen libertades públicas y crean un régimen nacionalpopulista. Exactamente, como el impuesto por el almirante Miklos Horthy en 1920. Todo parece un mal chiste.</p>
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<p>La semana pasada, Bruselas (Comisión Europea), Francfort (Banco Central Europeo) y Estrasburgo (Europarlamento) abrieron tres procesos al gobierno magyar. En cuanto a Orbán, tras haber conducido una Hungría próspera y liberal (1998/2002), volvió al poder en mayo de 2010. Pero era otro. Merced al dominio legislativo (54 votos, dos tercios de bancas) y aliado a otro grupo ultra, sometió a los medios de prensa y la magistratura, para empezar.<br />
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Mesiánico, el líder (führer, claro) sostiene encarnar la verdadera Hungría, no ya una “república”. Su sueño exige derogar el tratado de Trianon (1920) y retornar a fronteras que –si cristalizan- borrarían a Eslovaquia, Croacia y parte de Rumania. Tras invocar la sombra de San Esteban (siglo XI), la nueva constitución declara la intangibilidad del florín y del propio Orbán.<br />
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Naturalmente, los aspectos pintorescos de la aventura –hasta ahora poco tomada en serio por la UE- no pesan tanto como un banco central sin autonomía y privado de nexos con el BCE. Obviamente, el Fondo Monetario Internacional ha suspendido negociaciones por aquellos € 20.000 millones de asistencia extraordinaria. Para decirlo de otra manera, el florín ya no existe fuera de esta loca Ruritania.<br />
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