Los 34 presidentes americanos reunidos en Quebec (Canadá) en el marco de la III Cumbre de las Américas que discutirá la conformación del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca) debieron esperar más de una hora y media para el discurso de inauguración del primer ministro canadiense, Jean Chrétien.
El retraso se debió a que alrededor de 2.000 manifestantes se acercaron hasta el centro de convenciones donde se realiza la Cumbre para protestar en contra del proceso de globalización –al menos económica– que supone la conformación del Alca.
Pero la manifestación se convirtió pronto en enfrentamiento cuando unas 200 personas derribaron el vallado colocado por la seguridad del Palacio de los Congresos, lo que provocó el choque directo con la policía.
El saldo no fue para nada alentador: entre ambos bandos se lanzaron piedras, objetos metálicos, gases lacrimógenos y hasta hubo peleas propias de cualquier club de box; todo esto dejó el saldo de varias personas –entre manifestantes y policías– resultaron heridas (algunas de gravedad).
El aspecto caótico que produjeron los disturbios era la imagen que justamente el gobierno de Canadá buscó evitar por todos los medios.
Un dato curioso: muchos de los manifestantes violentos estaban vestidos con ropa muy similar a los carabineros canadienses y llevaban máscaras antigás, lo que habla de un grupo de protesta bien organizado.
Los 34 presidentes americanos reunidos en Quebec (Canadá) en el marco de la III Cumbre de las Américas que discutirá la conformación del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca) debieron esperar más de una hora y media para el discurso de inauguración del primer ministro canadiense, Jean Chrétien.
El retraso se debió a que alrededor de 2.000 manifestantes se acercaron hasta el centro de convenciones donde se realiza la Cumbre para protestar en contra del proceso de globalización –al menos económica– que supone la conformación del Alca.
Pero la manifestación se convirtió pronto en enfrentamiento cuando unas 200 personas derribaron el vallado colocado por la seguridad del Palacio de los Congresos, lo que provocó el choque directo con la policía.
El saldo no fue para nada alentador: entre ambos bandos se lanzaron piedras, objetos metálicos, gases lacrimógenos y hasta hubo peleas propias de cualquier club de box; todo esto dejó el saldo de varias personas –entre manifestantes y policías– resultaron heridas (algunas de gravedad).
El aspecto caótico que produjeron los disturbios era la imagen que justamente el gobierno de Canadá buscó evitar por todos los medios.
Un dato curioso: muchos de los manifestantes violentos estaban vestidos con ropa muy similar a los carabineros canadienses y llevaban máscaras antigás, lo que habla de un grupo de protesta bien organizado.