Afganistán, Pakistán, opio y malos momentos para la OTAN

Shindad, noroeste de Afganistán, es clave para el negocio. De ahí salen los “ladrillitos” que, vía Türkmenistán, alcanzan Europa occidental. Al sur, las provincias de Farah, Kandahar y Helmand -controladas por los talibanes- producen 85% del opio.

25 septiembre, 2009

<p>Seg&uacute;n estimaciones a 2008, el pa&iacute;s genera 70% de la hero&iacute;na en el mundo. O sea, ha desalojado a Indochina. En esas tres regiones, un campo de cada tres est&aacute; sembrado de amapolas, algo embarazoso para la Organizaci&oacute;n del Tratado Nortl&aacute;ntico y su componente dominante, Estados Unidos. Seg&uacute;n otra fuente, Naciones Unidas, talib&aacute;n y al-Qa&rsquo;eda cobran un &ldquo;oshch&rdquo; (diezmo) a cultivadores, procesadores y otros intermediarios.<br />
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La firme oferta de opio y derivados ha hecho ceder el precio por kilo de US$ 121 (marzo de 2007) a 85 (enero &uacute;ltimo). Entretanto, el Pent&aacute;gono tiene una lista de cincuenta traficantes mayoristas que se propone destruir. Pero &iquest;lo lograr&aacute; antes de que el negocio penetre tambi&eacute;n en el noroeste pakistan&iacute;? <br />
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El contexto social no ayuda. En Afganist&aacute;n, la expectativa de vida es de 42 a&ntilde;os, 25% de la poblaci&oacute;n sobrevive con un d&oacute;lar diario, hay 75% de analfabetos y la mortalidad infantil llega a 165 sobre mil. Pero el pa&iacute;s es un para&iacute;so de opi&aacute;ceas. En &aacute;reas controladas por el movimiento talib&aacute;n, al-Qa&rsquo;eda o se&ntilde;ores de la guerra, los cultivos de amapolas van de mil a 12.500 hect&aacute;reas. El total bajo siembra a fin de 2008 se estimaba en algo m&aacute;s de 150.000 ha. Los derivados m&aacute;s comercializados son hero&iacute;na, morfina, teba&iacute;na, noscapina y code&iacute;na; todos tienen viejos usos m&eacute;dicos.<br />
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Igual que la producci&oacute;n, el cultivo mundial est&aacute; dominado por Afganist&aacute;n (70%) y Birmania (21%, incluyendo el tri&aacute;ngulo de oro indochino). Pero el rinde es superior en el primero, de ah&iacute; la brecha productiva. La segunda, en cambio, aporta la forma m&aacute;s refinada y cara de hero&iacute;na, la H4 en gotas, que no se inyecta y presupone por ende menos riesgos de sida.<br />
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De acuerdo con la ONU, la producci&oacute;n afgana seguir&aacute; aumentado este a&ntilde;o y superar&aacute; el r&eacute;cord de 2006 (6.200 toneladas), ya 50% mayor que la cifra de 2005. &ldquo;La econom&iacute;a del opio, particularmente al oeste y sudoeste, es m&aacute;s un problema de insurgencia que de narcotr&aacute;fico&rdquo;, sostiene Antonio Costa, director de la oficina contra la droga y el delito.<br />
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Esto ser&iacute;a cierto si la cultura del opio no se extendiese con complicidad o participaci&oacute;n de caudillos &eacute;tnicos y funcionarios del endeble gobierno instalado en Kabul. As&iacute; ocurri&oacute; antes en Colombia, donde la mezcla de guerrillas izquierdistas, paramilitares y corrupci&oacute;n gubernamental ha creado una econom&iacute;a triple: coca&iacute;na, marihuana y hero&iacute;na. El papel desempe&ntilde;ado en Colombia por Estados Unidos les cab&iacute;a hasta 1988 a la ex Uni&oacute;n Sovi&eacute;tica y, nuevamente hoy, a EE.UU. Hay una diferencia: la intervenci&oacute;n de al-Qa&rsquo;eda, grupo creado por Washington contra Mosc&uacute; en los a&ntilde;os 70, ahora aut&oacute;nomo e internacional.<br />
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Pero, contra la idea de Costa, el mayor incentivo de los opi&aacute;ceos es econ&oacute;mico o comercial. Eso incluye la densa red de rutas exportadoras, que cruzan Asia central, Pakist&aacute;n, India e Ir&aacute;n. Tambi&eacute;n explica un proceso de difusi&oacute;n y abaratamiento de subproductos cada vez m&aacute;s puros, orientados a la exportaci&oacute;n.</p>
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