¿Abandona Obama promesas electorales para cortejar a Wall Street?
Parte de la prensa en Occidente habla ya de gente desilusionada. Algunos medios arguyen dos síntomas: se mantendrán desgravaciones fiscales a los ricos y no se aplicará un impuesto extraordinario a la altísima renta de las petroleras.
13 enero, 2009


Por otra parte, el propio Barack Obama y sus colaboradores más cercanos advierten que, desde salud pública a jubilados, se redefinirán gastos relativos a compromisos electorales. El argumento es explicable, pero nada nuevo: la gravedad de la crisis financiera occidental y el rojo presupuestario legado por George W.Bush.
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<p> Naturalmente, esos problemas ya existían cuando Obama formuló su programa de campaña. Uno de los desilusionados más influyentes –Paul Krugman, Nobel económico 2008- se permite una ironía cruel: “Mejor lo hubiesen dejado a Bush en la Casa Blanca”. Por el contrario, el presidente electo refirmó que desmantelará Guantánamo y acelerará la retirada de Irak.</p>
<p> “Ya no es el cambio que se votó y esperábamos”, afirma un artículo de David Corn en el “Washington Post”. Se trata de un referente de la izquierda demócrata que dirige la revista “Mother Jones”. A una semana de asumir, Obama es criticado en docenas de “blogs” (bitácoras en la web) por girar al centro o, peor, cortejar a Wall Street y continuar la gestión pro banqueros de Henry Paulson.</p>
<p> Pero quizás el síntoma más peligroso sea el creciente malhumor en las bancadas demócratas del senado y la cámara de representantes. Inclusive se dice que el vicepresidente electo, Joseph Biden, no está feliz. A criterio de varios medios, Obama tiene una oportunidad de desvirtuar estas incipientes desilusiones: apresurar el lanzamiento del plan por US$ 775.000 millones para estimular la economía real.</p>
<p> Hace pocos días, en efecto, el futuro mandatario subrayaba el impetuoso avance del desempleo (7,3% en diciembre, quizá 10% al fin de este año) para reivindicar aquel plan. Ahora, Wall Street supone que Paul Volcker, Timothy Geithner, Lawrence Summer y otros están torpedeando los componentes keinesianos en la gestión de Obama, apoyándose en el déficit. Eso explica, entre otras cosas, la alegría de David Brooks, editorialista conservador del “New York Times”.</p>
<p> Mientras Joseph Stigliz –otro Nobel sistémico- se une a Krugman en algunas críticas, llama la atención el silencio de Hillary Clinton, futura secretaria de estado, sobre los aspectos económicos y financieros del próximo gobierno. Al respecto, existe un motivo: la crisis en Gaza domina el escenario exterior. Pero la clase media norteamericana tiene prioridades muy diferentes. </p>