2001: interrogantes para la economía

La meta de déficit fiscal de US$ 4.100 millones será accesible siempre que se cumplan ciertos presupuestos. Pero, ¿qué pasará si cae el precio de los combustibles y el dólar sigue revaluándose?

23 septiembre, 2000

Para alcanzar la meta de US$ 4.100 millones de déficit fiscal durante el año próximo, expresada en el proyecto de Presupuesto elaborado por el Poder Ejecutivo y en el reciente acuerdo con el FMI, es preciso que se cumplan, también, ciertos requisitos, tanto en el escenario nacional, como en el regional e internacional.

La conducción económica continúa confiando en que el crecimiento se asentará en el mayor dinamismo de las exportaciones y de la inversión, y, en menor medida, del consumo.

A la vez, prevé una mejora en los términos del intercambio, con una recuperación de los precios.

Estas son las principales previsiones del equipo económico:

• que la economía norteamericana aterrice suavemente;

• que los precios del petróleo abandonen la tendencia ascendente de los últimos
meses;

• que las tasas de interés internacionales no registren nuevos aumentos;

• que se detenga la tendencia a la fuerte apreciación del dólar;

• que la economía y el comercio mundial sigan creciendo a un ritmo semejante al
de los últimos dos años; y

• que el comportamiento de la economía brasileña resulte favorable.

Los números de la discordia

Los datos disponibles muestran que el PBI alcanzado al término del segundo trimestre del año es inferior, en valores sin estacionalidad, al del cuarto trimestre de 1999, similar al del primer trimestre de este año, y casi 4% inferior al del mismo lapso de 1998, cuando se inició la actual etapa de recesión.

En ese marco, no son pocos los analistas que dudan acerca de que aún sea posible cumplir con la meta de crecimiento de 2% establecida en el remozado convenio con el FMI.

En ese sentido, destacan que ni la inversión ni el consumo privado muestran todavía signos elocuentes de movilizarse, y que el crédito al sector privado sigue mostrando una tendencia descendente.

Por otra parte, y a pesar de que las exportaciones de bienes exhiben una tasa de crecimiento significativa, la composición de las ventas externas desnuda la fragilidad de ese desempeño.

En los siete primeros meses de este año, con respecto al mismo período de 1999, el valor de las ventas al exterior creció 14%; pero de ese porcentaje, ocho puntos corresponden al mayor nivel de precios, y el resto al aumento en los volúmenes exportados.

Si se excluye de este cálculo a las colocaciones de combustibles (que aportan 10% del valor total) las exportaciones restantes sólo crecieron 5% en valor (ocho puntos por cantidad, que compensaron los tres puntos de caída de los precios).

Expresado de otro modo: ¿qué pasará con el valor de las exportaciones argentinas si cae el precio de los combustibles y no se frena el proceso de revaluación del dólar?

Se trata, por cierto, de una perspectiva que no puede ser descartada, como tampoco puede ignorarse la posibilidad de una nueva suba en las tasas de interés externas.

Por otra parte, el tipo de cambio de Brasil podría mostrar una tendencia ascendente; en especial, a partir de las dificultades que exhibe su balanza externa de comercio.

Hasta ahora, la brecha externa brasileña se cubre con el ingreso de capitales; pero ese proceso podría exhibir algún síntoma de agotamiento si las condiciones de la economía internacional determinan un menor flujo de capitales hacia los países emergentes.

Problemas con el cierre

En estas condiciones, la Argentina encontraría serias dificultades para cumplir con las metas fiscales que se acordaron en el nuevo convenio con el FMI.

Los analistas económicos proyectan, por ahora, tasas de crecimiento del PBI inferiores a la establecida en el proyecto de presupuesto enviado por el Ejecutivo.

En consecuencia, los ingresos tributarios se situarían en niveles más bajos que los requeridos para cumplir con esas metas.

Aunque el cumplimiento de la ley de solvencia fiscal permitiría, durante el año próximo, un nivel de déficit superior en US$ 700 millones al convenido con el FMI (según la interpretación que dio a conocer el secretario de Hacienda, Mario Vicens), parece obvio que una nueva renegociación de las metas podría afectar negativamente las expectativas de los agentes económicos.

De ahí que la mayor parte de los observadores se inclinen por insistir en la reducción de los gastos públicos y en la conveniencia de apelar a ciertos mecanismos que podrían generar ingresos extraordinarios: el descuento de los recursos futuros que deberían ingresar por la moratoria impositiva; un nuevo canje de deuda; y la licitación de nuevas bandas de telefonía móvil.

El problema que se presenta es que las dudas acerca de la tasa de crecimiento de la economía no se limitan al año próximo. También se extienden a lo que resta de 2000.

En esas condiciones, a las autoridades económicas se les plantea un difícil dilema: recurrir a esas fuentes de ingresos extraordinarios para cerrar la brecha fiscal de este año, o reservar a la mayor parte de ellas para 2001.

Puesto que este año está, en los hechos, prácticamente jugado, parecería más aconsejable, en la óptica de los analistas, reservar esas fuentes de ingresos para 2001, que es hacia donde apuntan, mayoritariamente, los interrogantes y la incertidumbre.

Para alcanzar la meta de US$ 4.100 millones de déficit fiscal durante el año próximo, expresada en el proyecto de Presupuesto elaborado por el Poder Ejecutivo y en el reciente acuerdo con el FMI, es preciso que se cumplan, también, ciertos requisitos, tanto en el escenario nacional, como en el regional e internacional.

La conducción económica continúa confiando en que el crecimiento se asentará en el mayor dinamismo de las exportaciones y de la inversión, y, en menor medida, del consumo.

A la vez, prevé una mejora en los términos del intercambio, con una recuperación de los precios.

Estas son las principales previsiones del equipo económico:

• que la economía norteamericana aterrice suavemente;

• que los precios del petróleo abandonen la tendencia ascendente de los últimos
meses;

• que las tasas de interés internacionales no registren nuevos aumentos;

• que se detenga la tendencia a la fuerte apreciación del dólar;

• que la economía y el comercio mundial sigan creciendo a un ritmo semejante al
de los últimos dos años; y

• que el comportamiento de la economía brasileña resulte favorable.

Los números de la discordia

Los datos disponibles muestran que el PBI alcanzado al término del segundo trimestre del año es inferior, en valores sin estacionalidad, al del cuarto trimestre de 1999, similar al del primer trimestre de este año, y casi 4% inferior al del mismo lapso de 1998, cuando se inició la actual etapa de recesión.

En ese marco, no son pocos los analistas que dudan acerca de que aún sea posible cumplir con la meta de crecimiento de 2% establecida en el remozado convenio con el FMI.

En ese sentido, destacan que ni la inversión ni el consumo privado muestran todavía signos elocuentes de movilizarse, y que el crédito al sector privado sigue mostrando una tendencia descendente.

Por otra parte, y a pesar de que las exportaciones de bienes exhiben una tasa de crecimiento significativa, la composición de las ventas externas desnuda la fragilidad de ese desempeño.

En los siete primeros meses de este año, con respecto al mismo período de 1999, el valor de las ventas al exterior creció 14%; pero de ese porcentaje, ocho puntos corresponden al mayor nivel de precios, y el resto al aumento en los volúmenes exportados.

Si se excluye de este cálculo a las colocaciones de combustibles (que aportan 10% del valor total) las exportaciones restantes sólo crecieron 5% en valor (ocho puntos por cantidad, que compensaron los tres puntos de caída de los precios).

Expresado de otro modo: ¿qué pasará con el valor de las exportaciones argentinas si cae el precio de los combustibles y no se frena el proceso de revaluación del dólar?

Se trata, por cierto, de una perspectiva que no puede ser descartada, como tampoco puede ignorarse la posibilidad de una nueva suba en las tasas de interés externas.

Por otra parte, el tipo de cambio de Brasil podría mostrar una tendencia ascendente; en especial, a partir de las dificultades que exhibe su balanza externa de comercio.

Hasta ahora, la brecha externa brasileña se cubre con el ingreso de capitales; pero ese proceso podría exhibir algún síntoma de agotamiento si las condiciones de la economía internacional determinan un menor flujo de capitales hacia los países emergentes.

Problemas con el cierre

En estas condiciones, la Argentina encontraría serias dificultades para cumplir con las metas fiscales que se acordaron en el nuevo convenio con el FMI.

Los analistas económicos proyectan, por ahora, tasas de crecimiento del PBI inferiores a la establecida en el proyecto de presupuesto enviado por el Ejecutivo.

En consecuencia, los ingresos tributarios se situarían en niveles más bajos que los requeridos para cumplir con esas metas.

Aunque el cumplimiento de la ley de solvencia fiscal permitiría, durante el año próximo, un nivel de déficit superior en US$ 700 millones al convenido con el FMI (según la interpretación que dio a conocer el secretario de Hacienda, Mario Vicens), parece obvio que una nueva renegociación de las metas podría afectar negativamente las expectativas de los agentes económicos.

De ahí que la mayor parte de los observadores se inclinen por insistir en la reducción de los gastos públicos y en la conveniencia de apelar a ciertos mecanismos que podrían generar ingresos extraordinarios: el descuento de los recursos futuros que deberían ingresar por la moratoria impositiva; un nuevo canje de deuda; y la licitación de nuevas bandas de telefonía móvil.

El problema que se presenta es que las dudas acerca de la tasa de crecimiento de la economía no se limitan al año próximo. También se extienden a lo que resta de 2000.

En esas condiciones, a las autoridades económicas se les plantea un difícil dilema: recurrir a esas fuentes de ingresos extraordinarios para cerrar la brecha fiscal de este año, o reservar a la mayor parte de ellas para 2001.

Puesto que este año está, en los hechos, prácticamente jugado, parecería más aconsejable, en la óptica de los analistas, reservar esas fuentes de ingresos para 2001, que es hacia donde apuntan, mayoritariamente, los interrogantes y la incertidumbre.

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