Desde la Tierra, la vida en la estación espacial puede parecer mágica: flotar durante el día, contemplar vistas impresionantes y vivir una experiencia que solo unos pocos han tenido. Sin embargo, Orbital explora preguntas más complejas: ¿cómo se percibe el tiempo cuando se observan 16 amaneceres y 16 atardeceres diarios? ¿Cómo se sobrelleva la distancia con los seres queridos? Harvey explica que su interés inicial no fue el espacio, sino la Tierra, y que la idea de escribir una novela pastoral desde una perspectiva extraordinaria la llevó a situar la historia en la órbita baja terrestre. «Las imágenes de la Tierra desde allí —dice— me pidieron reevaluar mi lugar en el planeta. Fue un impulso emocional querer capturar esa visión extraordinaria y lo que sentí al verla».
La periodista Flora Lichtman, conductora del programa Science Friday, entrevistó a ambas para profundizar en el proceso creativo y la experiencia real. Harvey reconoce que, aunque realizó una extensa investigación en diarios y libros de astronautas, su obra es fundamentalmente un proyecto de imaginación. Por su parte, Coleman valora cómo la novela le permitió revivir momentos y sensaciones de su estadía en la ISS, destacando la fidelidad emocional de ciertos pasajes. En palabras de la astronauta: «Samantha me trajo de vuelta a muchos pequeños momentos y puntos de contacto que me ayudaron a reexperimentar mi vida en la estación».
La dificultad para expresar la experiencia espacial es un tema recurrente. En el libro, una astronauta comenta que le cuesta encontrar palabras para contar lo vivido, porque «las cosas pequeñas son demasiado mundanas y lo demás demasiado asombroso». Coleman confirma que cada astronauta tiene una vivencia única y que no siempre cuenta con las herramientas para comunicarla. Harvey, en tanto, confiesa que escribir sobre un mundo tan ajeno le generó dudas: «¿Serán suficientes mis capacidades imaginativas para escapar del prisma de no ser astronauta?».
La conversación también abordó el futuro de la ISS, que la NASA planea desmantelar en 2030. Harvey siente una nostalgia romántica por la estación, que considera un símbolo de cooperación pacífica post-Guerra Fría y una cápsula del tiempo de esperanzas humanas. «Me entristecerá verla partir», afirma. Coleman, en cambio, adopta una postura más pragmática y optimista: «Tenemos la oportunidad de avanzar hacia estructuras más accesibles y económicas. Aunque la ISS desaparezca, el libro de Samantha es un testimonio atemporal de lo que significa ser humano en ese lugar especial».
Finalmente, ambas coincidieron en la importancia de humanizar la ciencia y hacer accesible lo que parece inalcanzable. Coleman destacó que la obra de Harvey cumple ese rol, mientras que la escritora valoró la generosidad del mundo científico al recibir su novela, a pesar de no ser una experta en la materia.
Orbital no solo invita a imaginar la vida en el espacio, sino que también abre un diálogo entre la experiencia vivida y la creación literaria, entre la ciencia y la sensibilidad humana, en un encuentro que trasciende fronteras y órbitas.