jueves, 10 de julio de 2025

China presenta en París su nueva generación de cohetes Long March y busca consolidarse como proveedor global de lanzamientos

spot_img

El 21 de junio de 2025, en el marco de la 55ª edición del Salón Aeronáutico de París, China dio un paso firme hacia la internacionalización de su industria espacial al presentar, por primera vez fuera de su territorio, dos de sus nuevos lanzadores orbitales: el Long March 6A y el Long March 12.

El evento no fue sólo una demostración técnica. Fue una declaración política y comercial. En un mercado cada vez más disputado, donde coexisten grandes agencias estatales, consorcios privados y operadores mixtos, China busca proyectar una imagen de eficiencia tecnológica, capacidad industrial y vocación de proveedor global.

Ambos vehículos, orientados a misiones de mediana capacidad, fueron exhibidos mediante maquetas a escala real en el pabellón de la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASC), entidad que concentra gran parte de las iniciativas espaciales del país asiático.

Tecnología híbrida y flexibilidad comercial

El Long March 6A, desarrollado por la Academia de Tecnología de Vuelo Espacial de Shanghái (una subsidiaria de CASC), posee una configuración que combina propulsión líquida en su núcleo con aceleradores sólidos: un diseño inédito para cohetes chinos. Mide 50 metros de altura, tiene un diámetro de 3,35 metros y alcanza las 530 toneladas al momento del despegue.

Está diseñado para acceder a órbitas bajas terrestres (LEO), órbitas solares sincrónicas (SSO) y órbitas circulares intermedias. Las SSO son especialmente relevantes para satélites de observación, ya que permiten fotografiar la misma zona terrestre siempre en el mismo horario local, facilitando análisis comparativos.

El Long March 12, por su parte, introduce varias novedades estructurales: alcanza una altura de 62,6 metros, un diámetro de 3,8 metros —el mayor en su tipo dentro de la serie, exceptuando al Long March 5—, y emplea dos etapas impulsadas por oxígeno líquido y queroseno, una elección que prioriza eficiencia y confiabilidad. Su capacidad de carga supera las 12 toneladas en LEO y 6 toneladas en SSO a 700 km de altitud.

Estrategia de mercado y reutilización

Ambos modelos fueron concebidos bajo un criterio de modularidad y escalabilidad, con el objetivo de ofrecer soluciones adaptables a una gama amplia de misiones, desde constelaciones satelitales hasta cargas institucionales.

Durante la presentación, Fu Zhiheng, presidente de China Great Wall Industry, división comercial de CASC, indicó que los nuevos modelos están listos para ser ofrecidos “si existe demanda en el mercado internacional”. La afirmación no fue casual: China busca capitalizar la creciente demanda global de lanzamientos satelitales, en especial en países emergentes, África, América Latina y el sudeste asiático, donde la dependencia de proveedores occidentales o de SpaceX comienza a ser revisada.

En paralelo, la empresa estatal china avanza en el desarrollo de cohetes reutilizables, una capacidad que ya ha demostrado ser clave en la reducción de costos por parte de competidores como SpaceX. La capacidad de reutilizar componentes —especialmente etapas primarias— transforma la ecuación económica de la industria.

Más allá del lanzamiento: un modelo integral

China Great Wall Industry no solo vende lanzamientos. Ofrece una cadena de valor completa: análisis de misión, diseño, construcción de satélites, validación técnica y acceso orbital. Este modelo verticalizado resulta especialmente atractivo para clientes gubernamentales o privados que carecen de una infraestructura espacial propia, y que valoran tanto el precio como la integración logística.

Fu destacó que la empresa está abierta a colaborar con el ecosistema aeroespacial privado chino, lo que indica un giro hacia un modelo mixto —similar al promovido por EE.UU. y la Unión Europea— que combina recursos estatales con agilidad corporativa.

Actualmente, la familia Long March cuenta con 18 vehículos operativos, y ha lanzado más de 100 satélites extranjeros en las últimas dos décadas, lo que otorga a CASC un grado de experiencia consolidado en el sector.

Un posicionamiento geopolítico

Más allá de las cifras técnicas, la presentación en París tiene una dimensión geopolítica ineludible. China busca mostrarse como un proveedor confiable, competitivo y autónomo, en un entorno donde el acceso al espacio ya no es sólo una cuestión de exploración, sino también de infraestructura crítica, telecomunicaciones, defensa, agricultura de precisión y resiliencia digital.

La oferta china se presenta como alternativa —y en algunos casos, como contrapeso— frente a actores dominantes como SpaceX, Arianespace o ULA. En un momento donde las tensiones internacionales revalorizan los conceptos de soberanía tecnológica y autonomía estratégica, tener una opción no alineada con Washington o Bruselas puede ser, para muchos países, una ventaja geopolítica tanto como un beneficio económico.

El debut internacional de los nuevos lanzadores Long March confirma una tendencia que ya no sorprende: el avance de China en la industria espacial no es circunstancial, es sistémico. Y París fue, esta vez, la plataforma para anunciarlo.

Compartir:

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

CONTENIDO RELACIONADO