Sigue la pelea entre la Red, es decir los usuarios, y tres negocios que no pasan buenos momentos: el cine, el video y las grabaciones “pop”. Esta vez, dos sitios de intercambio musical gratuito herederos del gato Napster –StreamCast/Morpheus y Grokster- le ganaron una a la poderosa Recording Industry Association of America, RIAA.
El magistrado, Stephen Wilson, dictaminó que ambos servicios no serán cerrados, dado que no pueden razonablemente controlar lo que la gente trueca por su intermedio. “Sería como suspender una línea de ómnibus porque viajasen carteristas en sus vehículos”, comentó el juez. Al igual que una videograbadora digital, el software en red es apto para aplicaciones lícitas y también para el intercambio de música e imagen protegidas por derechos intelectuales, si es que las efímeras estrellas del “pop” actual tienen algún componente intelectual.
Hasta este veredicto, la RIAA y Hollywood habían obtenido una serie de sentencias favorables a sus intereses, en una guerra sin cuartel cono los “trueques entre pares”. A tal punto que, hace pocas semanas, un influyente estudio jurídico especializado preparaba un borrador de demanda colectiva contra un intangible: el sistema operativo Linux que, amén de gratuito, promueve nexos entre pares.
Por supuesto, la cuestión de fondo reside en una vieja tendencia norteamericana, contagiada a la Unión Europea: considerar la propiedad intelectual como un valor absoluto e intangible, dos categorías muy difíciles de sostener en el ciberespacio globalizado.
“Grabadoras y estudios de cine o TV atribuyen la baja de ventas y utilidades al intercambio entre particulares. Pero el verdadero problema es que la poca calidad musical, la escasa originalidad de películas -readaptaciones de viejos éxitos, inclusive historietas de los años 40- y videos no entusiasman”. Así opina Wayne Rosso, CEO de Grokster. Por otra parte, analistas del propio sector admiten, en privado, que “ni siquiera los atractivos, el agresivo marketing y el apoyo rentado de tantos comentaristas logran imponer el DVD fuera de ciertos segmentos demográficos”.
Curiosamente, poco antes del veredicto en California, un juez en Washington DC obligaba a Verizon Communications a revelar la identidad de dos clientes sospechosos de distribuir contenidos registrados vía servicio entre pares. Ello sienta un precedente interesante demostrando que (a) no es preciso suspender ni cerrar los propios sitios y (b) que el drástico final de Napster no fue solución. Otro factor llamativo: discretamente, el Pentágono viene promoviendo la franja entre pares, como fuente de datos y contactos, desde los ataques terroristas del 11/9/01.
Sigue la pelea entre la Red, es decir los usuarios, y tres negocios que no pasan buenos momentos: el cine, el video y las grabaciones “pop”. Esta vez, dos sitios de intercambio musical gratuito herederos del gato Napster –StreamCast/Morpheus y Grokster- le ganaron una a la poderosa Recording Industry Association of America, RIAA.
El magistrado, Stephen Wilson, dictaminó que ambos servicios no serán cerrados, dado que no pueden razonablemente controlar lo que la gente trueca por su intermedio. “Sería como suspender una línea de ómnibus porque viajasen carteristas en sus vehículos”, comentó el juez. Al igual que una videograbadora digital, el software en red es apto para aplicaciones lícitas y también para el intercambio de música e imagen protegidas por derechos intelectuales, si es que las efímeras estrellas del “pop” actual tienen algún componente intelectual.
Hasta este veredicto, la RIAA y Hollywood habían obtenido una serie de sentencias favorables a sus intereses, en una guerra sin cuartel cono los “trueques entre pares”. A tal punto que, hace pocas semanas, un influyente estudio jurídico especializado preparaba un borrador de demanda colectiva contra un intangible: el sistema operativo Linux que, amén de gratuito, promueve nexos entre pares.
Por supuesto, la cuestión de fondo reside en una vieja tendencia norteamericana, contagiada a la Unión Europea: considerar la propiedad intelectual como un valor absoluto e intangible, dos categorías muy difíciles de sostener en el ciberespacio globalizado.
“Grabadoras y estudios de cine o TV atribuyen la baja de ventas y utilidades al intercambio entre particulares. Pero el verdadero problema es que la poca calidad musical, la escasa originalidad de películas -readaptaciones de viejos éxitos, inclusive historietas de los años 40- y videos no entusiasman”. Así opina Wayne Rosso, CEO de Grokster. Por otra parte, analistas del propio sector admiten, en privado, que “ni siquiera los atractivos, el agresivo marketing y el apoyo rentado de tantos comentaristas logran imponer el DVD fuera de ciertos segmentos demográficos”.
Curiosamente, poco antes del veredicto en California, un juez en Washington DC obligaba a Verizon Communications a revelar la identidad de dos clientes sospechosos de distribuir contenidos registrados vía servicio entre pares. Ello sienta un precedente interesante demostrando que (a) no es preciso suspender ni cerrar los propios sitios y (b) que el drástico final de Napster no fue solución. Otro factor llamativo: discretamente, el Pentágono viene promoviendo la franja entre pares, como fuente de datos y contactos, desde los ataques terroristas del 11/9/01.