Se traban las negociaciones entre GM, Delphi y el sindicato

Según dirigentes de United Auto Workers –la Smata norteamericana-, no hay acuerdo sobre salarios ni plan de cierres presentado la autopartista Delphi, en concurso. Hay poco tiempo hasta la audiencia judicial del viernes 11.

3 agosto, 2006

“No creo que haya acuerdos a tiempo para esa fecha”, señaló George Anthony, jefe de la sección 292 de UAW, que cubre la fábrica electrónica de Delphi en Indiana. “El management de la firma se empecina en no hacer nada hasta caerse los plazos, apostando a un fallo favorable a sus pretensiones”.

Un fracaso en llegar a arreglo, en realidad, aumentará el riesgo de una huelga general en Delphi, que perjudicará a General Motors como usuaria de insumos difíciles de substituir por otros proveedores. Al menos en un lapso razonable. La empresa, ex subsidiaria de GM escindida en 1999, está en bancarrota y bajo un juez de convocatoria.

El comité de quiebra debiera reanudar la semana próxima una indagatoria a Steve Miller, director ejecutivo de Delphi. Éste ha pedido eliminar los convenios laborales existentes e imponer vía judicial salarios más bajos. Naturalmente, el sindicato amenaza con un paro por tiempo indeterminado si se accede a esa solicitud. Eso puede provocar una reacciòn en cadena y paralizar las plantas de GM (a punto de ser superada por Toyota como número uno global).

La actitud reticente de Miller hace pensar a varios analistas que no está seguro de sus argumentos y jugará a la quiebra lisa y llana. En cuanto a Richard Wagoner –presidente ejecutivo de GM-, reiteró días atrás que “para nosotros, Delphi es clave de la restructuración que hemos emprendido”. El gigante sufrió una pérdida récord en 2005, US$ 10.600 millones, y una crisis en estas tratativas puede frustrar la alianza con Nissan-Renault.

El éxito o el fracaso en rescatar a la automotriz, que emplea 330.000 personas alrededor del mundo (137.000 en Estados Unidos), tendría consecuencias negativas en la economía norteamericana. Por ejemplo, los ingresos del años pasado, US$ 192.000 millones, equivalen a 1,7% del producto bruto interno. Además, la compañía es la mayor prestadora privada de atención médica: cubre 1.100.000 obreros, empleados, jubilados y sus familias.

Las negociaciones empezaron a diluirse hace un mes, según ejecutivo de GM y Delphi que pidieron anonimato a Bloomberg’s. Aun así, no quisieron explicar las causas exactas, aunque dejaron entrever que la clave es Miller, un directivo que viene de fracaso en fracaso. Su última declaración pública data del 9 de junio y fue mentira: sostuvo que se habían registrado importantes progresos Ahora, un acorralado Wagoner –dicen allehados- no descarta exigir la cabeza de Miller.

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“No creo que haya acuerdos a tiempo para esa fecha”, señaló George Anthony, jefe de la sección 292 de UAW, que cubre la fábrica electrónica de Delphi en Indiana. “El management de la firma se empecina en no hacer nada hasta caerse los plazos, apostando a un fallo favorable a sus pretensiones”.

Un fracaso en llegar a arreglo, en realidad, aumentará el riesgo de una huelga general en Delphi, que perjudicará a General Motors como usuaria de insumos difíciles de substituir por otros proveedores. Al menos en un lapso razonable. La empresa, ex subsidiaria de GM escindida en 1999, está en bancarrota y bajo un juez de convocatoria.

El comité de quiebra debiera reanudar la semana próxima una indagatoria a Steve Miller, director ejecutivo de Delphi. Éste ha pedido eliminar los convenios laborales existentes e imponer vía judicial salarios más bajos. Naturalmente, el sindicato amenaza con un paro por tiempo indeterminado si se accede a esa solicitud. Eso puede provocar una reacciòn en cadena y paralizar las plantas de GM (a punto de ser superada por Toyota como número uno global).

La actitud reticente de Miller hace pensar a varios analistas que no está seguro de sus argumentos y jugará a la quiebra lisa y llana. En cuanto a Richard Wagoner –presidente ejecutivo de GM-, reiteró días atrás que “para nosotros, Delphi es clave de la restructuración que hemos emprendido”. El gigante sufrió una pérdida récord en 2005, US$ 10.600 millones, y una crisis en estas tratativas puede frustrar la alianza con Nissan-Renault.

El éxito o el fracaso en rescatar a la automotriz, que emplea 330.000 personas alrededor del mundo (137.000 en Estados Unidos), tendría consecuencias negativas en la economía norteamericana. Por ejemplo, los ingresos del años pasado, US$ 192.000 millones, equivalen a 1,7% del producto bruto interno. Además, la compañía es la mayor prestadora privada de atención médica: cubre 1.100.000 obreros, empleados, jubilados y sus familias.

Las negociaciones empezaron a diluirse hace un mes, según ejecutivo de GM y Delphi que pidieron anonimato a Bloomberg’s. Aun así, no quisieron explicar las causas exactas, aunque dejaron entrever que la clave es Miller, un directivo que viene de fracaso en fracaso. Su última declaración pública data del 9 de junio y fue mentira: sostuvo que se habían registrado importantes progresos Ahora, un acorralado Wagoner –dicen allehados- no descarta exigir la cabeza de Miller.

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