En general, esa intromisión afectó a miles de personas inocentes y a muchos bancos, se sostuvo en Estrasburgo. La masa de información substraída y acumulada por la CIA, el FBI y otras agencias –quizá con complicidad del sistema de Reserva Federal, lo cual sería otro escándalo-proviene de transacciones entre entidades financiera de la Unión Europea y el resto del mundo.
A través de su red de espionaje, el departamento de estado y la agencia nacional de inteligencia han estado coordinando la intromisión masiva en la red STFM. Establecida en Bruselas, actúa en 150 países, Estados Unidos entre ellos, prestando servicios a 7.800 instituciones y procesando unos once millones de transacciones diarias.
Durante una interpelación parlamentaria, Francis Vanbever (ejecutivo de la sociedad) explicó que se guardan dos series iguales de datos. Una en Bruselas, la otra en Nueva York. Eso quiere decir que todo pasa por territorio norteamericano, cuyo gobierno –desde 2002- no respeta la vida privada de las personas ni el secreto bancario, con la excusa del terrorismo internacional; aunque sin resultados efectivos.
Todo se complica porque STFM no informa a entidades y clientes de lo ocurrido en EE.UU, porque “Washingtron amenaza con sancionarnos en función de su seguridad nacional. Los datos del sistema –admitió el belga- son procesados por hacienda y seguridad interior, que los deriva a su red de detección automática”. Ahí la información, captada ilícitamente según las leyes de la UE, se evalúa por puntaje en busca de potenciales terroristas peligrosos para ”big brother” (hermano grande; no al revés, como dice la TV en castellano).
Sucede, empero, que el sistema “no parece discriminar entre sospechosos e inocentes y afecta, en potencia a todo quien efectúe operaciones financieras”, señala Venbever. Por eso, “el parlamento europeo rechaza la forma masiva, subrepticia e indiscriminada –por tanto, inútil- como actúan las autoridades estadounidenses. Se violan todas nuestras normal de privacidad y se vulnera nuestra soberanía”, acusa Jean-Marie Cavada, presidente de la comisión de libertades civiles.
Por su parte, Pervenche Berès (comisión de asuntos financieros) se pregunta si “todos esos datos no se emplearán para negocios privados o espionaje bancario”. Resulta por lo menos extraño que Henry Paulson, actual secretario de hacienda, no abra la boca: proviene de Goldman Sachs, una de las grandes firmas de valores que tampoco opina sobre un asunto tan espinoso. La información substraída a la STFM incluye datos de identidad, teléfono –fijo, móvil-, dirección postal, correo electrónico, tarjetas de crédito/débito, religión, frecuencias de viajes y destinos, preferencias en materia de bienes durables, comida y espectáculos. En suma, el sueño de cualquier marquetinero.
Durante una interpelación parlamentaria, Francis Vanbever (ejecutivo de la sociedad) explicó que se guardan dos series iguales de datos. Una en Bruselas, la otra en Nueva York. Eso quiere decir que todo pasa por territorio norteamericano, cuyo gobierno –desde 2002- no respeta la vida privada de las personas ni el secreto bancario, con la excusa del terrorismo internacional; aunque sin resultados efectivos.
Todo se complica porque STFM no informa a entidades y clientes de lo ocurrido en EE.UU, porque “Washingtron amenaza con sancionarnos en función de su seguridad nacional. Los datos del sistema –admitió el belga- son procesados por hacienda y seguridad interior, que los deriva a su red de detección automática”. Ahí la información, captada ilícitamente según las leyes de la UE, se evalúa por puntaje en busca de potenciales terroristas peligrosos para ”big brother” (hermano grande; no al revés, como dice la TV en castellano).
Sucede, empero, que el sistema “no parece discriminar entre sospechosos e inocentes y afecta, en potencia a todo quien efectúe operaciones financieras”, señala Venbever. Por eso, “el parlamento europeo rechaza la forma masiva, subrepticia e indiscriminada –por tanto, inútil- como actúan las autoridades estadounidenses. Se violan todas nuestras normal de privacidad y se vulnera nuestra soberanía”, acusa Jean-Marie Cavada, presidente de la comisión de libertades civiles.
Por su parte, Pervenche Berès (comisión de asuntos financieros) se pregunta si “todos esos datos no se emplearán para negocios privados o espionaje bancario”. Resulta por lo menos extraño que Henry Paulson, actual secretario de hacienda, no abra la boca: proviene de Goldman Sachs, una de las grandes firmas de valores que tampoco opina sobre un asunto tan espinoso. La información substraída a la STFM incluye datos de identidad, teléfono –fijo, móvil-, dirección postal, correo electrónico, tarjetas de crédito/débito, religión, frecuencias de viajes y destinos, preferencias en materia de bienes durables, comida y espectáculos. En suma, el sueño de cualquier marquetinero.