Calificadoras, riesgo para la democracia
Francia parece ser el nuevo objetivo de Standard & Poors, Moodys Investors Service y/o Fitch Ratings. La segunda economía de la Unión Europea, en efecto, ha quedado expuesta vía Société Générale, Crédit Agrícole y otros bancos en problemas.
13 agosto, 2011
<p>En medio de la nueva borrasca, el presidente Nicolas Sarkozy fue claro: “las agencias calificadoras representan, ellas mismas, un creciente peligro para la democracia”. Exactamente, lo que hace un tiempo viene señalando Angela Merkel, canciller de la primera economía, Alemania.<br />
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“No se precisa ser un premio Nóbel como Joseph Stiglitz (2001) o Paul Krugman (2008) para entender el papel de S&P, Moody’s, Fitch, sus analistas y los bancos anglosajones allegados a ellos”. Así coinciden Berlín y París, para quienes “su peso político afecta a las economías centrales” (quizá porque las emergentes no les hacen caso). Igual piensa Barack Obama tras la degradación (AAA a AA+) dictada días atrás por S&P.<br />
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Entretanto, España e Italia pueden seguir el camino de Grecia, Portugal, Irlanda, Bélgica o Estonia. Roma, empero, imita el mal ejemplo de Estados Unidos o Gran Bretaña. Silvio Berlusconi ha lanzado un programa de austeridad que privilegia el sector financiero sobre la economía real, o sea empleo y consumo.<br />
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En julio, Aix-en-Provence fue anfitriona para una reunión de economistas serios. Se analizó en esa ocasión la posibilidad de transferir la facultad de medir débitos soberanos a una instancia multilateral. Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional.<br />
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No obstante, hay un nuevo problema: la directora gerente, Christine Lagarde, oscila entre las presiones de Sarkozy y sus propias ideas ortodoxas. Por su parte, los alemanes preferirían aumentar los poderes del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y aproximarlo a un FMI. Se entiende, como instrumento regional para gestionar salvamentos soberanos.<br />
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