Cauteloso y cortoplacista. Estos son los dos adjetivos más utilizados para definir al inversor argentino. A pesar de los esfuerzos de marketing desplegados en los últimos años, los fondos comunes de inversión, las acciones y los bonos siguen siendo instrumentos utilizados casi exclusivamente por inversores institucionales o individuos de muy alto poder adquisitivo. El argentino medio sigue prefiriendo los plazos fijos en bancos de primera línea como destino de sus ahorros.
Las 113 instituciones que conforman el sistema suman 85.000 millones de depósitos en pesos y dólares. De ese total, unos 32.600 millones están en cajas de ahorro y cuentas corrientes, fundamentalmente para transacciones. Los restantes 52.400 millones son colocaciones en plazos fijos.
La cifra contrasta con lo que mueven, por ejemplo, los fondos comunes: apenas US$ 7.500 millones, de los cuales 75% corresponde a los denominados fondos de dinero, que invierten en plazos fijos.
Sergio Ameijeiras, gerente de trading de Banco Río, explica: “El público minorista tiene un perfil muy conservador. Prefiere perder algunos puntos en la tasa de interés pero dormir tranquilo”. Algo más de la mitad (54%) del total de depósitos a plazo fijo (alrededor de US$ 28.400 millones) está invertido a plazos de 30 a 59 días, aunque la tasa que obtienen estas colocaciones es mucho más baja que las que ofrecen los plazos superiores a tres meses. Menos de una tercera parte (US$ 15.100 millones) cruza la barrera de los 90 días.
Todo a dólares
Las crisis que se sucedieron tras la renuncia de José Luis Machinea al Ministerio de Economía acentuaron la tendencia a la dolarización de los ahorros. En marzo se perdieron unos 2.500 millones de depósitos en pesos, mientras que los denominados en dólares se mantuvieron sin alteraciones sustanciales.
Los plazos fijos en pesos representan apenas 22,46% del total. Tres años atrás la proporción era de 30,27%.
Pero las diferencias de tasas se amplían, sobre todo, en momentos de crisis. A mediados de marzo, antes de la asunción de Domingo Cavallo en el Ministerio de Economía, se podían conseguir tasas superiores a 11% anual por plazos fijos en pesos a 30 días. En cambio, por colocaciones en dólares al mismo plazo difícilmente algún banco de primera línea hubiera estado dispuesto a pagar más de 7,5% anual, lo que de todas formas constituye un rendimiento más que atractivo.
En un contexto de deflación de precios, se torna más evidente la ventaja de lograr un buen margen a través de depósitos bancarios. Por ejemplo, si en el 2000 los ahorristas obtuvieron un rendimiento promedio de 7% anual, en la práctica se habrán llevado algo más de 8,50%, debido a la inflación negativa de 1,70% que se registró en el período. La cifra no es desdeñable, considerando que en Estados Unidos el ahorrista medio no consigue un rendimiento de más de 3% de tasa real por su plazo fijo.
El depósito precancelable
En presencia de un ahorrista conservador y con poca predisposición a buscar alternativas más arriesgadas, los bancos se las están ingeniando para ofrecer productos más atractivos dentro de un esquema tradicional. El más innovador, en este sentido, es el plazo fijo precancelable, que algunas entidades ofrecían tiempo atrás con escasa difusión. Los que pusieron más énfasis en su relanzamiento fueron los bancos Río y Galicia, bajo la denominación de Super Plazo Fijo y Plazo Plus, respectivamente.
Se trata de un depósito a 180 días, pero que puede ser cancelado a partir del primer mes.
El beneficio para el ahorrista es que puede ganar una tasa muy superior por dejar el dinero a seis meses de plazo. Pero también dispone de la posibilidad de retirar el dinero antes si así lo desea. En ese caso, se computa una tasa de interés muy inferior a la originalmente pactada. Por ejemplo, si se obtuvo una tasa de 10% anual en dólares por depositar a seis meses, y el dinero se retira a los 60 días, el rendimiento será de 6,5% anual o menos.
A fines de diciembre, los depósitos precancelables a 180 días o más sumaban US$ 265 millones. En dos meses, la cifra trepó a 435 millones.
Menú variado
Pero no todas las entidades se volcaron por este esquema. Rodrigo Carmona, gerente de producto del Scotiabank Quilmes, señala: “Preferimos ofrecer el producto tradicional, que es la posibilidad de otorgar un crédito personal garantizado por el plazo fijo, en caso de que el cliente necesite hacerse de fondos”. Claro que la tasa de interés de un crédito personal nunca es inferior a 20% anual.
Los bancos que no están entre los considerados líderes del sistema también se animan a competir con los grandes a la hora de captar nuevos depositantes, pero a través de otros productos. Es el caso de la compañía financiera Columbia, cuyo plazo fijo paga la tasa máxima garantizada por el Banco Central. El objetivo es captar clientes pequeños, que por los montos invertidos no pueden conseguir buenas tasas en los principales bancos.
Carlos Lanús, jefe de inversiones de Columbia, señala que “el máximo garantizado por el BCRA a cualquier depositante es de 30.000 pesos o dólares, siempre que el dinero colocado no supere la tasa de referencia que, en general, se ubica entre 2 y 3 puntos por encima del nivel promedio de mercado. Creemos que ésta constituye una buena oportunidad para el pequeño ahorrista”.
Letes al frente
Uno de los principales problemas para que el ahorrista promedio argentino busque otras alternativas al tradicional plazo fijo a 30 días suele encontrarse en los mostradores de los bancos. Tal vez por temor a perder una fuente de fondeo, o más probablemente por el desconocimiento de los empleados, difícilmente un cliente reciba sugerencias distintas del depósito de corto plazo para hacer rendir mejor su dinero.
Pero existen muchas opciones que no presentan riesgos más elevados que el de un plazo fijo.
El caso típico es el de las Letras de Tesorería, conocidas como Letes. Se trata de un título emitido por el gobierno, con plazos de 91 a 360 días, según las series. El inversor puede comprar este instrumento prácticamente sin costo adicional alguno y la tasa de interés suele estar al menos dos puntos por encima del promedio de un plazo fijo bancario.
En la primera licitación de Letes que se realizó con Cavallo como ministro de Economía, la tasa llegó a 10,96% anual por un bono a tres meses. En contrapartida, ningún banco de primera línea estaba dispuesto a pagar más de 8,50% a tres meses a un ahorrista chico, aun en un momento de alto revuelo económico.
Las Letes se licitan en el mercado local y el cronograma de colocaciones está prefijado con un año de antelación. Puede ser consultado en el sitio Ahorr.ar, que diseñó el año pasado la Secretaría de Financiamiento.
La única posibilidad de que las Letes no puedan ser cobradas es que el gobierno decida no honrar los compromisos de su deuda. “Pero, si el Estado entra en cesación de pagos, es seguro que los bancos tampoco estarán en condiciones de devolver los ahorros. De modo que es exactamente lo mismo invertir en bonos de corto o mediano plazo o en un plazo fijo”, argumenta un banquero local.
Los fondos comunes de inversión representan otra alternativa. Alejandro Santos, portfolio manager de los fondos 1784 de BankBoston, asegura: “El inversor pequeño puede ingresar en un fondo de plazo fijo y acceder a rendimientos muy superiores”. Este producto permite que cientos de ahorristas pequeños se agrupen para conseguir mejores tasas. Aunque la administradora de fondos cobra una comisión cercana a 1,5%, el nivel de rendimiento que se puede obtener suele ubicarse por encima de una colocación bancaria.
No es la única ventaja de los fondos de plazo fijo. Al mismo tiempo, también permiten tener liquidez inmediata. Es decir, el ahorrista puede retirar sus fondos cuando desee, sin que se le apliquen penalidades, con una demora de sólo 48 horas.
Para los que quieren animarse un poco más, ahora existen en el mercado fondos de plazo determinado, que aseguran un rendimiento muy superior a los fondos de plazo fijo sin correr prácticamente mayores riesgos. Se trata de fondos que invierten en títulos públicos e instrumentos de corto plazo, cuyo vencimiento se produce en una fecha determinada. Por ejemplo, los fondos 1784 ofrecen un producto que vence en noviembre del 2002 y asegura un retorno de 13% anual.
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