La inversión en deep tech – tecnología profunda – se cuadruplicó a nivel global en un período de cinco años, pasando de US$ 15 mil millones en el 2016 a más de US$ 60 mil millones en 2020, de acuerdo con estimaciones de Boston Consulting Group (BCG).
Esta nueva actividad engloba inteligencia artificial, biología sintética, nanotecnología y computación cuántica, entre otras tecnologías avanzadas. La convergencia entre estas va a acelerar y redefinir la innovación durante las próximas décadas.
“Las compañías deep tech se definen por su combinación de ambición visionaria, investigación en temas fundamentales y pragmatismo comercial. Abordan los desafíos más urgentes de nuestro tiempo y brindan resultados financieramente viables en el camino”, describe Andrés Anavi, Managing Director y partner de BCG.
“El capital invertido en deep tech se ha cuadruplicado de US$ 15 mil millones en 2016 a más de US$ 60 mil millones en 2020. Si bien muchos consideran la inversión en deep tech como de alto riesgo, como ocurre con muchas innovaciones disruptivas, el mayor riesgo puede provenir de ignorarla”, agregó.
Mientras los avances tecnológicos se mueven del laboratorio al mercado, y las compañías persiguen el desarrollo de aplicaciones comerciales, vemos un número de similitudes en cuanto a cómo y por qué se están desarrollando. Y es un poderoso ecosistema el que va tomando forma para conducir estos emprendimientos.
A fines del 2020, pudimos vislumbrar el poder de este ecosistema, cuando Moderna y el equipo de BioNTech y Pfizer, por separado, desarrollaron dos vacunas del COVID-19 desde la secuencia del genoma hasta el mercado, en menos de un año.
Sí bien estos laboratorios realizaron un trabajo notable a una velocidad inaudita, también es cierto que se beneficiaron del trabajo de muchos otros, incluyendo gobiernos, capital de riesgo y grandes negocios. Todos estos son actores críticos en la próxima ola.
¿Qué hace diferente a la Deep Tech?
Las empresas de deep tech exitosas tienden a mostrar estos cuatro atributos complementarios:
- Se orientan en los problemas. Se enfocan en resolver los asuntos más grandes y fundamentales, como lo demuestra el hecho que el 97% de las compañías de deep tech contribuyen al menos a una de las metas de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.
- Operan desde la convergencia. Por ejemplo, el 66% emplea más de una tecnología avanzada. Y alrededor del 70% son dueños de patentes de su propia tecnología.
- En su mayoría desarrollan productos físicos, en lugar de software. El 83% está comprometida en construir un producto físico. Están cambiando la ecuación de la innovación, trayendo el poder de la data y la computación al mundo real.
- Son el centro de un ecosistema profundo. Unas 1500 universidades y laboratorios están inmersos en la deep tech, y las empresas de este rubro reciben financiamiento de los gobiernos.
La tecnología ‘profunda’ aglutina tres enfoques (ciencia avanzada, ingeniería, diseño) para dominar la complejidad de los problemas y emplea tres tecnologías (materia y energía, computación y moción, sentido y movimiento) aprovechando su potencial resolutivo combinado.
Junto a la emergencia sanitaria del COVID-19, el mundo enfrenta otros grandes problemas, empezando por el cambio climático. El potencial disruptivo de la deep tech no tiene precedentes, y la amplitud de problemas que podría resolver permanece aún desconocida para nosotros.