La transición energética, clima y fuentes alternativas

    Los esfuerzos realizados para cumplir con las promesas hechas en París de limitar el calentamiento global a menos de dos grados centígrados e idealmente a 1,5º por encima del promedio de los niveles pre-industriales, han sido “totalmente inadecuados”, según el Secretario General de las Naciones Unidas.

    En la práctica el punto de no retorno es un umbral más allá del cual una pequeña modificación puede tener efectos irreversibles. Pero no todos comparten la visión apocalíptica. “Es bastante improbable el colapso de la capa de hielo de Groenlandia. Con un calentamiento de 1,5º, llevaría un siglo su deshielo, por eso no debería hablarse de punto de no retorno”, dice Piers Forster, profesor de Cambio Climático en la Universidad de Leeds. Pero sí está de acuerdo en que la demora en descarbonizar “puede llevar a la humanidad a un futuro catastrófico”.

    A los niveles actuales de contaminación, estiman que Argentina estaría entre 3 y 4 °C. En este escenario, las posibilidades para dirigir sus acciones tienen múltiples aristas.

    La principal y más influyente es la diversificación de la matriz energética. Para ello la Ley 27.191 determina el objetivo de alcanzar el 20% de la matriz energética con participación renovable en 2025.

    Las energías renovables –eólica, solar, bioenergías e hidroeléctrica de baja escala– han sido la herramienta más importante para mitigar los efectos adversos del cambio climático.

    Menores costos de generación

    La principal razón es que la evolución de la tecnología consiguió reducir costos de generación, aún más competitivos que las centrales térmicas.

    En este sentido, Argentina tiene una de las mejores condiciones naturales del mundo para aprovechamientos limpios, con vientos en la Patagonia y fuerte incidencia solar en el noroeste del país.

    La tecnología ha evidenciado una optimización productiva en nuestro territorio: la energía solar fotovoltaica redujo sus costos en un 81% y la generación eólica en 46%, respecto de los primeros proyectos que se hicieron en el país en 2008 bajo el esquema de contratos GENREN.

    La razón de esta reducción, es la inversión en investigación, desarrollo e ingeniería a escala internacional. En este sentido, la Argentina ofrece gran oferta de suministro y cadena de valor productiva.

    Sin embargo, la evolución de los costos de la tecnología no es la única condición para su desarrollo: las energías renovables tienen una alta dependencia del capital, ya que son proyectos de infraestructura que se financian hasta en un 70% y se repagan con contratos largo plazo por la venta de energía en dólares con el operador del sistema nacional.

    De ahí que necesitemos con urgencia reducir el riesgo país.

    Otra medida sugerida por la CAT es incorporar movilidad eléctrica en el transporte público.

    Además de la generación de energía, el otro gran uso los hidrocarburos es el transporte. Y Argentina y sobre todo las principales urbes, tiene una flota casi al 100% de vehículos de combustión tradicional, aunque empieza a aumentar el parque de autos a gas.

    En el mundo, la tendencia es apuntar a autos eléctricos, híbridos, y tal vez a futuro a los que usen hidrógeno, lo cual ayudaría a la reducción de emisiones.

    Consecuencias imposibles de ignorar

    Las consecuencias ambientales, económicas y geopolíticas de los cambios en el clima ya son imposibles de ignorar. A medida que las personas y las industrias se vuelven más conscientes de su responsabilidad en la lucha por detener el deterioro del clima, comienzan a tomar medidas.

    Las empresas vienen prometiendo desde hace años sincerarse sobre su exposición al cambio climático. Este puede ser el momento en que los inversores finalmente las obliguen a hacerlo.

    Por su parte los gobiernos, que tienen en rol fundamental en esta realidad, no tienen a veces tentación de demostrarlo, excepto por el afán regulatorio. Mucho mejor sería que colaboren en el diseño de estrategias de desarrollo energético que tengan en cuenta el potencial del país, las ventajas que ofrece, y las dificultades que encuentra. Así se logrará alianzas internas (con el sector privado) y externas (con otros Estados).

    Después de más de 10.000 años de relativa estabilidad –todo lo que abarca la civilización humana– el clima de la tierra está cambiando. Mientras suben las temperaturas promedio, la ciencia del clima descubre que hay grandes peligros –como olas de calor e inundaciones– que crecen en frecuencia e intensidad; y que hay peligros crónicos, como sequías y niveles oceánicos elevados, que se intensifican.

    El cambio climático afecta la vida humana además de los factores de producción en los que se basa la actividad económica. Medimos el impacto del cambio climático por el grado en que podría alterar o destruir la vida humana además del capital natural y físico.

    Parte del cambio es la Business Roundtable (una ONG que agrupa a los CEO de las principales empresas globales), que abandona la primacía del accionista, o sea, desestima la visión de que maximizar el valor para los accionistas debería ser el objetivo primordial. Y en el Foro de Davos de este año se impuso con fuerza la nueva retórica del “capitalismo de stakeholders”. Todo esto son señales de que es indetenible el impulso hacia un nuevo capitalismo basado en valores.

    Las empresas vienen prometiendo desde hace años sincerarse sobre su exposición al cambio climático. Este puede ser el momento en que los inversores finalmente las obliguen a hacerlo.

    En la actual situación, muchos de los grandes inversores temen que las empresas en industrias de uso intensivo de la energía, no terminan de entender el posible mazazo al valor de los activos que podría dar el clima.

    Más de 370 inversores con US$35 billones (millones de millones) en activos operativos firmaron la iniciativa Climate Action 100+ que busca obligar a los grandes emisores corporativos de gases de invernadero a tomar medidas sobre cambio climático. Y los fondos ambientales, sociales y de gobernanza están creciendo rápidamente como una clase de activo.

    La amenaza del cambio climático

    Durante siglos, la economía global dio por descontada la estabilidad climática. Invertir, vender, tomar prestado y prestar, son todas actividades que requieren un grado de confianza de que mañana será bastante parecido a hoy. Pero el cambio climático está introduciendo una incertidumbre nueva que amenaza con trastocar nuestras ideas sobre el futuro del crecimiento y la prosperidad.

    La próxima década es decisiva. Actuar ahora para preparar la empresa para ese cambio tiene un doble beneficio. No solo ayudará a crear una ventaja comercial duradera, sino que además facilitará las posibilidades de evitar las catastróficas consecuencias del cambio climático en la segunda mitad del siglo.

     


     

    Obligada convergencia

    Se triplicaron las inversiones globales en energías renovables

    En todo el planeta, los sistemas energéticos están en transición debido a dos certezas que en algún momento deberán ser convergentes: será irreversible, en algún punto del futuro, el agotamiento de las reservas de hidrocarburos; y si continúan las emisiones de dióxido de carbono a este ritmo, el calentamiento global se incrementará hacia 2100 a un límite casi insostenible.

     

    En el mundo ya han venido tomando nota. Así fue como en la última década se triplicaron las inversiones globales en energías renovables (excluyendo grandes centrales hidroeléctricas) respecto del primer decenio de este siglo y se cuadruplicó la generación: de 414 GW a 1.650 GW.

    China ha sido el más activo en estas lides, con US$ 758.000 millones, seguido por EE.UU., con US$ 356.000 millones y más atrás Japón, con US$ 202.000 millones.

    Toda Europa destinará en conjunto US$ 698 mil millones, con Alemania al frente, con unos US$ 180.000 millones.

    Entre empresas e inversores colocaron en el sector de las renovables US$ 273.000 millones el año pasado y generaron en éste el 12,9 % de la electricidad mundial.

    El logro ambiental residió en haberse evitado la dispersión de 2.000 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, de acuerdo con el informe “Tendencias mundiales en inversión en energía renovable”, coordinado por la ONU y producido en conjunto por la Escuela de Fráncfort y Bloomberg NEF.

    Pero las energías alternativas no sólo se desarrollan al compás de las satisfacciones que brinda la interacción entre las fuentes y el consumo, sino que el signo precios reacomoda las prioridades de ejecución de los proyectos.

    De ahí que el Climate Action Tracker (CAT) haya hecho hincapié en la profundización del desarrollo de códigos de edificación amigables con el ambiente y la incorporación de la movilidad eléctrica en el transporte público, por el lado de la demanda, a la par del impulso con mayor fuerza de las energías renovables y la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles como el petróleo y el gas natural, por el de la oferta.

    El foco en este tránsito de la matriz eléctrica hacia un abastecimiento ciento por ciento desde fuentes renovables en 2050 se corrió a un punto conceptual previo: que se empiece con el reemplazo de energías tradicionales por las nuevas, lo cual implica que en primera instancia el gas desplace al carbón y al petróleo en la generación térmica.

    Cambios sustantivos

    A la última edición del World Energy Outlook de la Agencia Internacional de Energía, es interesante compararla con el informe de hace diez años. Es que en una década hay cambios sustantivos.

    Contra lo que podría preverse, no se trata del cambio climático global o de los conflictos en las zonas productoras del Medio oriente, los que impactan en esta nueva realidad. Son temas que siempre inciden, pero no mueven la aguja del escenario tradicional.

    Lo primero que salta a la vista es un importante cambio geográfico en la demanda. En 2008, 81% del total de la oferta energética eran hidrocarburos (petróleo, gas y carbón). En 2018 es igualmente 81% y se esperan descensos poco significativos en los próximos 20 años.

    En cuanto a energías renovables, hace una década aportaban 1% de la demanda global, incluyendo energía solar y eólica, además de biodiesel, pero sin contabilizar la hidroenergía.

    Hoy contribuyen con un 7% del total, mucho más que antes, pero sin que tenga incidencia decisiva en la estructura de la demanda global o en la proporción de emisiones de carbono. Lo que se comprueba es que mayor presencia de energías renovables no están reemplazando al petróleo, pero sí a la energía nuclear e hidroeléctrica.

    Uno de los grandes cambios de la década, es el nuevo papel de Asia en el consumo global energético. En 1980, consumía 18% del total. Ahora ese porcentaje es de 41%.

    Un retroceso reciente

    Sin embargo, la transición hacia una economía baja en carbono retrocede. A pesar de los aumentos significativos en energías renovables, la brecha entre el objetivo del Acuerdo de París y el ritmo necesario de reducción de emisiones sigue creciendo.

    En 2018, se registró un 2% de aumento en las emisiones globales. La tasa de descarbonización cayó del 2,6% en 2017 al 1,6% en 2018.

    Los combustibles fósiles representaron más de dos tercios del aumento de la demanda energética a nivel global.

    Según el informe “Low Carbon Economic Index 2019” que publicó PwC se puede afirmar que después de cuatro años de progreso moderado, el ritmo de transición hacia una economía baja en carbono se ha desacelerado a partir de 2018.

    Ese año, el PBI mundial creció un 3,7%, impulsado por las economías emergentes, con un crecimiento superior al 5% en China, India e Indonesia.

    Si bien la economía mundial se está volviendo más eficiente en términos de energía, el consumo energético aumentó un 2,9% en 2018.

    Las energías renovables crecieron a la tasa más alta desde 2010 (en un 7,2%), pero siguen representando menos del 12% de la energía total. Es así como la mayor parte del crecimiento de la demanda energética fue satisfecha por los combustibles fósiles, lo que contribuyó al aumento de las emisiones globales en un 2% (el más rápido en emisiones desde 2011).

    La tasa de descarbonización del 1,6% nos posiciona muy lejos de la necesaria para mantener el objetivo primario del Acuerdo de París (no superar los 2° respecto de los niveles pre-industriales), estimada en un 7,5% anual.

    El carbón, el gas natural y el petróleo, representaron más de dos tercios del aumento de la demanda energética. Si bien el consumo de carbón sigue siendo más bajo que su pico de 2013, aumentó por segundo año consecutivo, donde India registró el aumento más significativo en el consumo, aumentando en un 8,7% durante 2018.

    Este incremento es equivalente al consumo de carbón de toda América Central y del Sur. El consumo global de gas natural también aumentó, en un 5,3%, y constituye una parte cada vez mayor del mix energético mundial.

     


     

    Una tecnología popular

    Solar y eólica agregaron el 67% de la nueva capacidad eléctrica

    La energía fotovoltaica, por mucho, fue la tecnología de generación líder global instalada en 2019; el 45% de la capacidad añadida fue solar. La energía solar en 2019 rebasó a la eólica (644 GW) para convertirse en la cuarta fuente de energía más grande.

    Con un récord de 118 gigavatios construidos, la energía solar superó todas las demás tecnologías en términos de nueva construcción y fue la tecnología más popular desplegada en un tercio de las naciones, según datos completos y patentados compilados por la empresa de investigación BloombergNEF (BNEF).

    En total, 81 países construyeron al menos 1 megavatio de energía solar durante el último año y la energía solar representó casi la mitad de toda la nueva capacidad de generación de energía construida en todo el mundo.

    Los resultados se destacan en el nuevo informe de Tendencias de transición energética 2020 (Power Transition Trends 2020) de BNEF y en la herramienta online, que sigue datos detallados de capacidad y generación durante la última década. Ambos se basan en datos a nivel de país compilados por analistas BNEF directamente de fuentes primarias de países, hasta 2019.

    El informe destaca los enormes avances que ha realizado la energía solar en una década, que ha aumentado de apenas 43,7 GW de capacidad total instalada en 2010 a 651 GW a fines de 2019. La energía solar en 2019 rebasó a la eólica (644 GW) para convertirse en la cuarta fuente de energía más grande en una base de capacidad, detrás del carbón (2.089 GW), gas (1.812 GW) e hidro (1.160 GW). Ahora hay más capacidad eólica y solar en todo el mundo que la capacidad total de todas las tecnologías, limpia o sucia, en EE. UU.

    Perfil y futuro de la energía eólica

    Es probable que los productores europeos mantengan su liderazgo durante los próximos 10 años. Junto con otras energías renovables, la energía eólica ha experimentado un fuerte crecimiento desde mediados de la década de los años 2000 en todo el mundo.

    El proceso fue impulsado por el fuerte apoyo de los gobiernos, su favorable relación costo–competitividad (en comparación con las centrales nucleares o las instalaciones de carbón) y un impacto ambiental menos perjudicial.

    A diferencia de la industria de paneles solares, China no ha podido superar a Europa con la energía eólica, porque los fabricantes chinos de turbinas dependen en gran medida del mercado local y son vulnerables a cualquier cambio en el apoyo público.

    La reputación de calidad de Europa se basa en un gran ecosistema, en el que se fomenta la innovación y la competencia, y en el alcance global de su desarrollo de ventas.

     


     

    Matrices energéticas

    La revolución de las energías renovables

    En un mundo cada vez más demandante, debemos proyectar medidas superadoras, pues las crisis energéticas serán cada vez más importantes y nos acercaremos a la posibilidad de un colapso. La mejora en la calidad de vida de las poblaciones hace que necesitemos más energía para todas las actividades.

     

    El cambio climático está siendo cada vez más reconocido por los gobiernos, las empresas, las organizaciones y, por sobre todo, por los habitantes del planeta. Ya es una realidad los efectos adversos que está causando en la sociedad, según advierte Héctor Tamanini, profesor IAE Business School.

    La mejora en la calidad de vida de las poblaciones hace que necesitemos más energía para las actividades que desarrollamos en el trabajo, en el ocio, en el hogar, etc., y es su consumo un indicador del progreso de las naciones. Esta necesidad fue cubierta por los países según variados intereses y recursos disponibles. Así, en los últimos cien años, fueron configurándose las diferentes matrices energéticas.

    Hoy tenemos países con uso intensivo de recursos naturales y otros comenzando, en los últimos años, a incorporar energías alternativas. La necesidad de más energías de este tipo nos lleva a intensificar la innovación y aplicación de las mismas.

    La combinación de mayor demanda energética, de cambio climático, de necesidad de cuidado del ambiente y de recursos naturales finitos hizo que comencemos a incorporar energías alternativas en las matrices energéticas.

    Comienza así la revolución de las energías renovables, que con los avances tecnológicos hacen que su uso sea cada vez más eficiente. La energía alternativa versus la energía producida con fósiles ha generado en los últimos años opiniones controvertidas, pero no hay duda de que el cambio hacia nuevas energías más duraderas ha llegado. Ya son una realidad que crece día a día y su uso se extiende por todo el mundo, y en muchos países son ya una fuente de generación y producción de energía importante en la matriz energética.

    La energía renovable es la energía que obtenemos de fuentes naturales como el sol, el viento, las mareas, los ríos, la biomasa, el calor y el hidrógeno. Se denomina energía eólica a la proveniente del viento, geotérmica a la proveniente del calor de la tierra, hidroeléctrica a la de los ríos y corrientes de agua, mareomotriz a la de los mares y océanos, solar a la proveniente del sol, undimotriz a la de las olas, biomasa a la de la materia orgánica, y biocombustibles a la proveniente de biomasa. Estas energías son capaces de reemplazar paulatinamente las producidas por recursos finitos (como los hidrocarburos), para mitigar el efecto invernadero y actuar sobre el cambio climático

    En la última década se ha incrementado exponencialmente la cantidad de proyectos de energías renovables instalados y en funcionamiento, tanto en grandes parques solares, eólicos, híbridos, biomasa, etc., así como en pequeñas instalaciones domiciliarias. Estas últimas crecen todos los días por su facilidad de instalación y por sus resultados inmediatos, siendo una apuesta a futuro, junto con las innovaciones tecnológicas, para lograr un verdadero cambio hacia la transformación energética.

    El futuro es del hidrógeno

    El hidrógeno se postula como uno de los capítulos energéticos más prometedores para las próximas décadas y como elemento fundamental en las estrategias de descarbonización del transporte y mejora de la calidad del aire.

    Una de sus principales ventajas consiste en que prácticamente cualquier fuente de energía puede ser convertida en hidrógeno.

    Sin embargo, nunca se presenta libre, de forma natural, sino que es un componente que existe formando parte de otros, esencialmente de la molécula del agua, y también de la materia viva y de los combustibles tradicionales. Es necesario realizar ciertas transformaciones térmicas, químicas o electroquímicas para obtenerlo a partir de esos diferentes compuestos que abundan en la naturaleza.

    El informe de la Agencia Internacional de Energía, elaborado en 2019 a pedido de Japón durante su presidencia del G20, analiza el actual estado de situación del hidrógeno y ofrece una orientación sobre su futuro desarrollo. The Future of Hydrogen encuentra que el hidrógeno limpio está gozando en estos momentos de una popularidad sin precedentes en medios políticos y empresariales y que hay gran cantidad de proyectos y medidas expandiéndose por el mundo. Finaliza con recomendaciones a gobiernos e industrias para que aprovechen el actual entusiasmo y escalen las tecnologías que reduzcan su costo para permitir el uso generalizado

    Energía e hidrógeno tienen una larga historia en común, recuerda el informe. El primer motor de combustión interna funcionaba con hidrógeno. La historia de ese gas como combustible es tan antigua como el concepto mismo de automóvil, pero acabó sucumbiendo, como también sucumbió la electricidad, frente al enorme poder del petróleo y sus derivados como alimento para los motores de combustión interna.

    Es liviano, almacenable, de alto contenido energético y no produce emisiones de contaminantes o gases de invernadero. Pero para que haga un aporte significativo a la transición hacia la energía limpia, debe ser adoptado en sectores donde está prácticamente ausente, como el transporte, los edificios y la generación de energía.

    The Future of Hydrogen presenta las cosas como están en la actualidad, las formas en que el hidrógeno puede ayudar a lograr un futuro energético limpio, seguro y económico y formas posibles para convertir en realidad ese potencial.

    Puede descarbonizar muchos sectores: transporte de larga distancia, químicos, hierro y acero. También puede ayudar a mejorar la calidad del aire y fortalecer la seguridad energética.

    Es versátil. Las tecnologías que ya existen hoy permiten al hidrógeno producir, almacenar, mover y usar energía de diferentes maneras. Muchos combustibles pueden producir hidrógeno: renovables, nuclear, gas natural, carbón y petróleo. Puede ser transportado como un gas por cañerías o en forma líquida por barcos, como el gas natural licuado. Puede ser transformado en electricidad y metano para dar energía a hogares e industrias, y en combustibles para autos, camiones, barcos y aviones.

    Puede permitir que las energías renovables hagan una contribución aún mayor. Es una de las mejores opciones para almacenar energías renovables. El hidrógeno y los combustibles a base de hidrógeno pueden transportar la energía de las fuentes renovables de regiones donde abundan el sol y el viento, como Australia o América latina, hasta ciudades que las necesitan pero están a miles de kilómetros de distancia.

    Puede ser usado mucho más ampliamente que en la actualidad. Hoy se lo usa primeramente para refinación de petróleo y para producción de fertilizantes. Para que haga un aporte significativo a la transición hacia la energía limpia, debe ser adoptado también en sectores donde está casi totalmente ausente, como el transporte, la construcción de edificios y la generación de energía.

     


     

    A escala global

    Estrategia alemana para liderar en hidrógeno verde

    La cuarta economía más grande del mundo ha diseñado un ambicioso plan para encabezar este tipo de energía alternativa. Invertirá € 9.000 millones para lograrlo, y así generar 10 GW de capacidad.

    Como respuesta al desafío de la descarbonización, se ha propuesto posicionarse oficialmente a la cabeza de la carrera mundial para ser “el número uno del mundo en tecnologías de hidrógeno”, promoviendo el hidrógeno basado solo en energías renovables en lugar del hidrógeno de combustible fósil que actualmente domina la industria de producción de hidrógeno.

    Según “el periódico de la energía.com”, con el nuevo enfoque en el hidrógeno verde, Alemania pretende asegurar un crecimiento prometedor y un mercado de exportación, crear cadenas de valor nacionales y cientos de miles de puestos de trabajo para mediados de siglo, al tiempo que descarboniza su economía. El gobierno está convencido de que el creciente potencial del hidrógeno “puede ayudar a manejar los efectos de la pandemia de Corona virus”.

    Elementos clave de la estrategia:

    • Reconoce que “solo el hidrógeno producido a partir de energías renovables (hidrógeno ‘verde’) es sostenible a largo plazo” y por lo tanto esta es el área prioritaria de inversión.
    • Creación de 10 GW de capacidad de electrólisis doméstica para el hidrógeno verde fabricado en Alemania para 2040 a más tardar, la mitad (hasta 5 GW) para 2030 (la cuota actual del mercado mundial es de alrededor del 20%), incluida la capacidad adicional de generación de energía renovable necesaria.
    • Alemania quiere centrar el uso del hidrógeno en el transporte marítimo, la aviación, el transporte de mercancías pesadas y la industria (empezando por las industrias siderúrgica y química). Estos sectores serán los primeros en beneficiarse de los incentivos de mercado para hacer competitivo el hidrógeno verde (como las licitaciones de capacidades y cuotas de electrolizadores) con 7.000 millones de euros del paquete de recuperación.
    • La mayor parte de la demanda de hidrógeno verde tendrá que ser importada. La estrategia nombra específicamente a los países de la Unión Europea en torno al Mar del Norte y el Mar Báltico y en el sur de Europa como posibles proveedores, pero también a las asociaciones energéticas con los países en desarrollo. (€ 2.000 millones del paquete de recuperación. Argentina podría ser un claro exportador).
    • En la estrategia se contempla que el hidrógeno es un recurso que debe prioritariamente utilizarse para los sectores que son difíciles de descarbonizar mediante la electrificación.

     


    Las entrevistas que se presentan a continuación estuvieron a cargo de Rubén Chorny.


     

     

    Javier Pastorino, Managing Director de Siemens Energy

    La transición tendrá al hidrógeno como gran protagonista del futuro

    Quienes están al frente de Gobiernos y empresas deben involucrarse y liderar esta transición energética, con un enfoque pragmático, pero sin perder sentido de urgencia.

    –Pese a que el mundo, la región y el país ingresaron en una transición energética, la temperatura promedio del planeta duplica aún a la de la era preindustrial, con la demanda de electricidad en aumento, ¿qué medidas de corto y mediano plazo deberían ser adoptadas en plena pandemia?

    –Considero que el momento es oportuno para que cada país incluya una estrategia de transición energética ambiciosa en sus planes gubernamentales de estímulo post pandemia, la cual debería dar respuesta a una “simple” pregunta: ¿cómo satisfacer la creciente demanda energética, cuidando el medio ambiente y de manera económicamente viable?

    Claro que cuando hablamos de un proceso de transición energética, debemos tener presente que cada país parte de una realidad distinta, no solo en lo que respecta a su matriz energética y recursos naturales, sino además en lo relativo a aspectos culturales, madurez política y solidez económica, por citar solo algunos aspectos relevantes.

    Y por ello también debe aceptarse que no hay una única hoja de ruta ni un mismo cronograma para todos los países en su camino hacia la descarbonización. Sociedades como la alemana, por ejemplo, tienen una histórica cultura hacia la protección del medio ambiente, una legislación moderna en esa materia y una fortaleza económica que les permite encarar iniciativas ambiciosas, como la “Energiewende” hace tiempo atrás, o la más reciente estrategia nacional del hidrógeno, a la que ese Gobierno destinará más de US$ 10.000 millones en los próximos años.

    4 ejes prioritarios

    Desde Siemens Energy creemos que, asumiendo un rol de liderazgo, se pueden lograr avances significativos en dirección hacia la descarbonización si se trabaja decididamente sobre al menos estos 4 ejes prioritarios:

    • Rediseñar integralmente el sistema, orientándolo hacia una mayor electrificación de los consumidores, sean ellos industrias, edificios, transportes u hogares, para lograr una real optimización del sistema energético como un todo y sentar las bases para una sostenida minimización de las emisiones de CO2.

    En paralelo, hay mucho espacio de mejora en materia de eficiencia energética, ya que la realidad actual muestra importantes ineficiencias en todos esos ámbitos, público y privado, industria, transporte y hogares. La implementación de políticas de incentivo junto a tecnologías modernas (y accesibles) ofrece un enorme potencial de mejora en este campo y ello es el eslabón inicial hacia la descarbonización.

    • Aceptar que el proceso de descarbonización requiere de una visión pragmática para encarar pasos intermedios, y su velocidad de implementación dependerá del punto de partida de cada país. Un ejemplo es la conversión de plantas de carbón, diésel y/o obsoletas hacia nuevas de gas en ciclo combinado, con la capacidad y flexibilidad necesarias para compensar la aleatoria falta de sol y vientos.

    Si bien este camino puede para algunos no sonar suficientemente ambicioso en términos ecológicos, representaría un beneficio enorme e inmediato para el medio ambiente, y además estas turbinas podrán funcionar el día de mañana con hidrógeno verde, garantizando también la sostenibilidad económica de la inversión.

    • Ampliar y modernizar las redes eléctricas, como condición para una transición energética que integre la creciente disponibilidad de energías renovables. Las redes eléctricas deberán ser más inteligentes y procesar crecientes cantidades de información digital en tiempo real, para poder gestionar y garantizar la estabilidad de un entramado cada vez más dinámico, el cual incorporará fuentes renovables a gran escala y a miles de pequeños productores distribuidos que conformarán una compleja red matricial bidireccional.

    Las redes son la columna vertebral de los sistemas de energía eléctrica y como tales deben incorporar mucha inteligencia y paulatinamente capacidad de almacenamiento, para ser confiables, eficientes y resilientes.

    • Promocionar el desarrollo de una economía basada en el hidrógeno, como lo hace el gobierno alemán con su Estrategia Nacional del Hidrógeno. Claramente este elemento, generado sin emisiones de CO2, ofrece un gran potencial como fuente de energía y a la vez como medio de almacenamiento, permitiendo una ideal complementación con las energías renovables.

    –Alemania aplica la Estrategia Nacional del Hidrógeno, con normativas de descarbonización del transporte y mejora de la calidad del aire, ya que importa más de la mitad de su consumo primario de energía, ¿sería ésta una fuente alternativa a explorar en la región para teñirla de verde?

    –Alemania importa hoy más de la mitad de su consumo primario de energía, y a pesar de su gran desarrollo en renovables, estas no podrían cubrir toda la demanda eléctrica. Una alternativa hacia una mayor descarbonización sería que este país europeo importe a futuro hidrógeno de países que puedan generarlo de manera limpia, y en este modelo es donde veo un gran potencial para países como Argentina, y en general para nuestra región.

     


     

    Diego Calvetti, socio de Energía y Recursos Naturales KPMG

    La tecnología disminuye costos y genera efectos multiplicadores

    La generación fotovoltaica, que décadas atrás no resultaba competitiva en función de sus costos, es un ejemplo de cómo la tecnología incrementa la producción de insumos hace caer drásticamente la necesidad de inversión y disminuye el nivel de subsidio.

     

    –¿Será irreversible, en algún punto del futuro, el agotamiento de las reservas de hidrocarburos?

    –La afirmación sobre el agotamiento de las reservas hoy no parece un escenario altamente probable en el mediano y largo plazo. Para 2045, la OPEP continúa fijando su estimación de demanda de petróleo en torno a los 109 millones de bbl/d, con una caída muy marcada en los países de la OCDE (13%) y un incremento en los países No – OCDE (22,5%) para el período 2019 – 2045 (fuente: World Oil Outlook 2045 – OPEP).

    Y esto marca el incremento del consumo en países menos desarrollados para acortar justamente esa brecha de desarrollo, mientras los países desarrollados pasan a una fase de mayor aceleración en el proceso de descarbonización.

    Existe un consenso entre los analistas, agencia gubernamentales y productores de que el crecimiento en la demanda de petróleo tendrá su pico en torno al 2035–2040, para luego transformarse en una meseta. Esto está claramente relacionado con los procesos de descarbonización, el crecimiento de fuentes alternativas de energía más amigables con el medio ambiente y con una mayor concientización de parte de los productores que han tomado una posición activa buscando estrategias de neutralidad en la emisión de Co2.

    British Petroleum (BP), por ejemplo, ha planteado una estrategia de “net zero” para 2050 y otras firmas de similar relevancia en el sector están en búsqueda de proyectos de fuentes alternativas que los ayuden a formar portfolios que contribuyan a la neutralidad de su huella de carbono.

    Claramente, las emisiones de CO2 y su consecuencia en el calentamiento global y el cambio climático, es uno de los grandes desafíos que como humanidad nos toca afrontar.

    Los países en vía de desarrollo, por efecto de carencia de infraestructura y falta de acceso a otras fuentes que requieren mayor nivel de inversión aún tendrán una alta dependencia de combustibles fósiles. Así que deberán tratar de cambiar la matriz de líquidos, y en el peor de los casos, carbón, por una con mayor basamento en el gas natural, lo cual contribuiría enormemente a disminuir las emisiones, sobre todo las que tiene que ver con la generación eléctrica y el transporte.

    Descarbonización

    –¿Existen formas fehacientes de compromiso de cada país para disminuir la contaminación y combatir el cambio climático? ¿Deberían darse plazos perentorios para ejecutar decididamente la descarbonización?

    –El protocolo de Kioto o el Acuerdo de París son grandes acuerdos que marcan un norte, pero el nivel de desarrollo de cada país es claramente el principal escollo para encontrar soluciones globales. Todos atienden al objetivo unificador del medio ambiente, si bien parecen con un bajo incentivo para sacrificar el nivel de actividad de sus países y sus propias agendas de desarrollo.

    Claramente el rol de liderazgo lo deben asumir los Estados, reflejando obviamente el cambio cultural que se está llevando a cabo en la sociedad, creando los sistemas jurídicos que faciliten el desarrollo de proyectos que vayan en camino a la descarbonización.

    Deben ser creadas fuentes de incentivos, flexibilizando regulaciones e incentivando el cambio de su matriz energética. Países centrales como Alemania o Francia plantean dejar de producir automóviles de combustión interna; prácticamente han salido de la energía atómica. Incluso China, aún con gran parte de su matriz energética basada en carbón está tratando de migrar al gas natural.

    –¿Corren el riesgo de desactualizarse los proyectos que involucran a energías alternativas frente a la velocidad con la que aparecen nuevas tecnologías?

    –Claramente, la velocidad del cambio puede tornar rápidamente obsoletos ciertos procesos dentro de las distintas tecnologías, no así la fuente alternativa en sí misma. Tomemos las baterías de litio para graficarlo.

    La aparición de estos procesos de acumulación de energía permitió el diseño de acumuladores de menores dimensiones incrementando la potencia acumulada; y esto extendió la utilización de esta tecnología a la industria automotriz, generando vehículos con una mayor autonomía.

    Es decir, en el mediano / largo plazo puede algún cambio tecnológico hacer aparecer nuevas fuentes o transformar a otras en obsoletas. Sin embargo, la experiencia acumulada nos indica que la tecnología siempre ha sido disruptiva en términos de los procesos de generación disminuyendo costos y generando efectos multiplicadores.

     


     

    Alieto Guadagni, ex secretario de Energía

    La última generación que puede hacer algo por el cambio climático

    El resultado de las próximas elecciones en Estados Unidos interesa a toda la humanidad porque es hora de que la actual generación asuma su responsabilidad como la última que está a tiempo para evitar el calentamiento global, según advirtió el ex presidente Obama.

    –Pese a que el mundo, la región y el país ingresaron en una transición energética, la temperatura promedio del planeta duplica aún a la de la era preindustrial, con la demanda de electricidad en aumento, ¿qué medidas de corto y mediano plazo deberían ser adoptadas en plena pandemia? ¿Debería ser declarada la sustentabilidad en emergencia?

    –El secretario general de Naciones Unidas advirtió en la reciente Asamblea General que “el mundo está ardiendo y es urgente revertir el curso del cambio climático”, convocando a la acción para combatir el calentamiento global en un evento de líderes mundiales el 12 de diciembre, a cinco años de la firma del Acuerdo de París, reconociendo que la última década fue la más calurosa registrada y las concentraciones de gases de efecto invernadero han seguido aumentando.

    Es preocupante que el mundo haya quedado tan lejos de los objetivos propuestos en aquella instancia y aún no hemos logrado acordar eficaces políticas internacionales. Hay que actuar en los próximos años sin las demoras que hemos tenido en el pasado, con acuerdos realmente efectivos entre todas las naciones, que deberán asumir la responsabilidad común pero diferenciada, teniendo en cuenta la gran desigualdad en las emisiones por habitante.

    Priorizar la sustentabilidad

    –¿Son contradictorios el crecimiento económico y el crecimiento sustentable?

    –El mundo necesita el progreso económico como condición, aunque no siempre suficiente para eliminar la pobreza y la indigencia; por esta razón es necesario retomar el sendero del crecimiento económico pero, al mismo tiempo, abatir las emisiones mediante medidas orientadas a la expansión de las actividades que contribuyan a reducir las emisiones contaminantes.

    Las consecuencias negativas del cambio climático han estado fuera de la ponderación económica, porque no se ha incluido el costo de los efectos perjudiciales que este cambio tiene en la salud, la producción y en la viabilidad de naciones que son vulnerables.

    La aspiración de los contaminantes de eludir la carga de la externalidad negativa del cambio climático complica la negociación en el ámbito de las Naciones Unidas. Esta externalidad global pone en riesgo el clima, que es un bien público global; por esta razón el reconocimiento o la negación de esta importante externalidad es crucial en la política energética.

    –¿Existen formas fehacientes de compromiso de cada país para disminuir la contaminación y combatir el cambio climático? ¿Deberían darse plazos perentorios para ejecutar decididamente la descarbonización?

    La elección presidencial en Estados Unidos es crucial para el futuro de nuestra Tierra. Recordemos que cuando el republicano Bush (h) asumió la presidencia en el año 2001, inmediatamente negó la ratificación del Protocolo de Kioto, lo mismo ocurrió cuando asumió el presidente Trump (2016) y decidió el retiro de los compromisos del Acuerdo de París (2015) y además anuló medidas adoptadas por Obama para abatir las emisiones contaminantes.

    Cuando el Partido Republicano triunfa en las elecciones de 2016 y es electo Trump, Estados Unidos segundo contaminador mundial, deja de ser parte de la solución para convertirse en parte del problema por el diseño de nuevas regulaciones que contribuyeron a debilitar la expansión de las energías limpias y la conservación energética. Lo grave es que no hay más tiempo para perder ya que, como dijo Obama “somos la última generación que puede hacer algo por el cambio climático”.

     


     

    Virginia Vilariño, experta en energía y clima CEADS

    Lo que hace falta: un plan para transformar todos los sistemas

    La transición hacia un futuro resiliente y sustentable implica promover la descarbonización, electrificación y digitalización del sistema energético, al tiempo que asegurar el acceso a energía asequible, confiable, sustentable y moderna para todos.

    De acuerdo al mejor conocimiento científico disponible, limitar el calentamiento global en línea con los objetivos climáticos del Acuerdo de París, requerirá transiciones y cambios sin precedentes en todos los sistemas y aspectos de nuestra sociedad: energía, alimentación, uso del suelo, edificios, transporte, industria, ciudades. Todos al unísono y a gran escala.

    Estas transiciones sociales y de sistemas no tienen precedentes en términos de escala, pero no necesariamente en términos de velocidad.

    Algunas de las acciones para acelerar estas transiciones ya están en marcha en todo el mundo.

    Y son las empresas las que lideran. Es alentador, pero falta ampliar el portafolio de opciones, escalarlas a todos los sectores y países, así como multiplicar las inversiones en esas opciones. La actual inversión anual en eficiencia energética y tecnologías para energía de bajo carbono deberían multiplicarse varias veces.

    Asimismo, es indispensable orientar estas transiciones de manera que contribuyan no sólo a los objetivos climáticos sino también al logro de otros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

    Ya que el acceso a servicios energéticos sostenibles, asequibles y modernos es la base para el desarrollo económico (ODS 8, 12) y la erradicación de la pobreza (ODS 1), la salud (ODS 3) y la educación (ODS 4), los sistemas alimentarios (ODS 2), el desarrollo de infraestructura y comunicaciones (ODS 7, ODS 11) y la reducción de las desigualdades (5, 10).

    Metas climáticas

    El objetivo, entonces es lograr un desarrollo resiliente al clima, que alcance las ambiciosas metas climáticas de mitigación y adaptación establecidas en el Acuerdo de París, en conjunto con la erradicación de la pobreza y la reducción de inequidades.

    El norte es claro. Pero falta un plan para la transformación en todos los sistemas.

    Necesitamos hojas de ruta para cada sector, que sean relevantes para el contexto de cada país.

    Porque la transición justa no es solo necesaria, sino posible.

    Los gobiernos deben apoyar mucho más una transición consistente con mejorar la vida de las personas, que incluye una transición justa para las personas cuyos trabajos y medios de vida se vean afectados. Esto solo puede lograrse a través del diálogo entre todos los actores sociales.

    Del mismo modo, resulta irremplazable el compromiso de la comunidad empresarial para acelerar las transiciones hacia un futuro sostenible, resiliente y equitativo.

    Cada vez más empresas establecen sus estrategias y metas climáticas basadas en ciencia y comunican el progreso a sus grupos de interés.

     


     

    Marcelo Álvarez, secretario del Global Solar Council (GSC)

    Cuanto más rápida la transición, más barata la matriz energética

    La principal barrera (no la única) a superar para la diversificación de la matriz mediante energía renovable en Argentina es el financiamiento climático condicional, a tasa y plazo razonables para su situación macroeconómica.

    –¿Debería ser declarada la sustentabilidad en emergencia?

    –Argentina tiene la oportunidad de encarar la recuperación económica post COOVID19 dando impulso a la generación de energía renovable (en todas sus formas, tanto parques como distribuida) mediante fuentes de energía limpia, promoviendo con ello, la creación de empleo pyme local y catalizando la activación de las economías regionales.

    Para aprovechar esta oportunidad es esencial el trabajo mancomunado del estado en todos sus niveles (nacional, provincial y municipal) y el sector privado.

    –¿Es adecuado el marco regulatorio actual?

    –Aunque mejorable, es lo suficientemente claro y potente para impulsar el sector. Es deseable aprender de la experiencia de tanto nuestros vecinos regionales (Brasil, México, Uruguay, Chile) como países industrializados. Solo por citar algunos números de referencia, nuestro socio y vecino Brasil, únicamente hablando de energía solar fotovoltaica, ha invertido, en el último lustro, más de 33 billones de reales, instalando más de 6400 MWp y creando más de 190.000 nuevos empleos.

    El cumplimiento de la ley 27.191 posibilitaría bajar la carga fiscal de subsidios del sector. Para entender este concepto es necesario analizar en detalle los costos y subsidios de las centrales desplazadas y las externalidades positivas y negativas de cada proyecto.

    La comparación limitada a precio coyuntural de mercado en tiempo de stocks altos en fósiles por la pandemia, podrían llevarnos al error de apartarnos de la senda iniciada por el país (y por la región y el mundo). La transformación de la matriz no es un mero hecho económico o tecnológico, es un cambio de paradigma que involucra a toda la sociedad, empoderándola, y que además correctamente implementada y calculada, la hace más barata.

    En términos de inversión neta, el cumplimiento del marco legal actual, significaría para la economía local unos US$ 6.000 millones. Este monto es el piso de alcanzar la cota mínima, se puede incrementar significativamente de estimular la generación distribuida, sin desatender las oportunidades vinculadas a los proyectos de gran escala.

    –Así como Vaca Muerta concentra los recursos hidrocarburíferos, ¿cree que sería viable un mapa amplio donde se integre el potencial de recursos renovables, como los vientos de la Patagonia, la radiación solar del noroeste y demás fuentes de energías alternativas a fin de plantear una agresiva política de promoción dividida en regiones que las abarque a todas?

    –Hace falta un plan nacional articulado con las provincias y por región para maximizar el aprovechamiento de los recursos renovables. Hoy la articulación pública/privada permite desarrollar las siguientes áreas prioritarias para la reactivación de la economía:

    • Programas específicos por usos finales, v.g. bombeo de agua / parques industriales / agro–fotovoltaico / minería.
    • Continuar el proceso de adhesión provincial a la ley federal 27.424, sumando incentivos locales cuando fuera posible y necesario.
    • Inclusión de fuentes renovable en vivienda social y edificios públicos.
    • Incentivos para la producción local de parte de la cadena de valor. Sin que esto signifique de manera alguna una barrera a las importaciones de los componentes necesarios.
    • Búsqueda común y articulada de financiamiento externo climático.
    • Creación de PYMES Locales.

    –Transformar la matriz energética mediante una mayor participación de las fuentes renovables, como eólica, solar, biomasa, en detrimento de los hidrocarburos, implica en el corto plazo enjugar incremento de los costos de los servicios públicos. ¿Cómo se podrían superar las limitaciones presupuestarias para ir cubriendo esa diferencia? 

    –No necesariamente, la diversificación de la matriz mediante energía renovable implica mayor costo en la coyuntura. De seguro son más baratas en términos de ciclo de vida completo (o sea más baratas en términos absolutos); pero para no escapar a la pregunta sobre la coyuntura, con la cuenta correctamente hecha calculando todos los subsidios directos e indirectos, internalizando las externalidades de cada fuente (emisiones /residuos / generación de empleo/ impacto en las economías regionales / seguridad energética, entre otras) desplazan a energías más caras. Basta ver los escenarios energéticos de CADER y otras instituciones (www.escenariosenergeticos.org.ar) para comprobar que, cuanto más rápida sea la transición, más se abaratará la matriz.

     


     

    Manuel Jaramillo, Fundación Vida Silvestre

    La ruta a un modelo sustentable depende de decisiones políticas

    La transición energética justa es sin duda la asignatura pendiente para abandonar las energías contaminantes en un proceso ordenado, que no deje a nadie atrás y permita cumplir el acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

    ¿Existen formas fehacientes de compromiso de cada país para disminuir la contaminación y combatir el cambio climático? ¿Deberían darse plazos perentorios para ejecutar decididamente la descarbonización?

    –Disminución de contaminación y combate del cambio climático son líneas con muchos puntos en común, pero que responden a compromisos internacionales diferentes, asumidos por nuestro país.

    Se ha llevado adelante un proceso de revisión de su Contribución Nacional que ha sido coordinada a través del Gabinete Nacional de Cambio Climático (GNCC), con una estrategia en la que participan otros ministerios y secretarías, distintos sectores de la comunidad en el ámbito del Gabinete ampliado y las provincias a través del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA). Más allá de los plazos establecidos por el acuerdo de París, los científicos advierten que estamos cerca de un punto de “no retorno”.

    Esto implica que, si no implementamos las medidas propuestas durante la década en curso, el efecto de las medidas podría no alcanzar el impacto deseado.

    –¿Qué debería suceder para que el medio ambiente y la diversidad queden en el centro de la escena política del país?

    –Diferentes cambios en los patrones de producción, consumo, financiamiento y cultura deberían ocurrir. Debemos comprender que, si el desarrollo no es sustentable, no es desarrollo. Es una trasferencia de recursos entre sectores de la cadena productiva y económica.

    Un verdadero cambio de paradigma implicaría reconocer que si una actividad no es sustentable, no puede ser rentable. Si se desconoce esto, siempre un sector terminará pagando la cuenta social y/o ambiental de ese mal desarrollo.

    Es sumamente necesario un verdadero Ordenamiento Ambiental del Territorio, con adecuados incentivos y desincentivos para las actividades más apropiada para un auténtico desarrollo de nuestro país. Esto aportaría estabilidad jurídica y económica a la actividad productiva, facilitaría el logro de la licencia social para las operaciones, disminuiría los factores de riesgo ambiental y social para los emprendimiento y promovería el logro del triple impacto (económico, ambiental y social).

    El poder del consumidor

    –¿Qué estaría en manos de la gente para impulsar esos cambios?

    –Los consumidores que estamos en condiciones de elegir debemos exigir a los proveedores que mejoren la trazabilidad de los productos que nos ofrecen y que informen sobre la huella ecológica de los mismos. De esa manera podremos premiar con la compra los productos más eficientes en términos de huella de carbono, de agua, de biodiversidad, huella ecológica en general.

    Los estados deben promover y exigir el eco-etiquetado y adecuar la política pública a los requerimientos de los mercados y al sector financiero internacional, cada vez más atento y ocupado de las adecuadas salvaguardas ambientales y sociales para el ingreso de productos a los países de mayor nivel de consumo o con mayor capacidad de financiamiento para el desarrollo.

    ¿Por qué siguen siendo tan exiguos los resultados del cambio de matriz energética que se comprometieron por ley?

    –En relación a la matriz energética, falta un cambio de conciencia general, y en la dirigencia política en particular, en el tema ambiental. Esto se traduce en la ausencia de decisión política para avanzar sobre los temas con la fuerza y la convicción necesarias.

    Esta falta de conciencia también se expresa en los grupos de poder, empresas y corporaciones, que se nutren del viejo modelo y, por lo tanto, se oponen a los cambios estructurales necesarios para enfrentar la crisis con la complacencia del Estado que no promueve las medidas que se requieren para avanzar hacia un modelo sustentable.

    La modificación de la matriz energética implica la necesaria implementación de políticas de Estado que trasciendan los intereses e ideologías de los gobiernos de turno.

    Otro desafío es aplicar una real política de Uso Eficiente y Racional de la Energía, para despegar la curva de crecimiento económico, de la curva de demanda de energía, ya que es 10 veces más barato y eficiente ahorrar una unidad de energía que producirla.

    Tomar crédito internacional para enterrar dinero y extraer combustibles fósiles para ser quemados en la atmósfera y aumentar los efectos del cambio climático no parecen cumplir ninguno de los conceptos del desarrollo sustentable. El sector financiero ya ha tomado nota de esto y muchos fondos de inversión están bajando a los combustibles fósiles de sus carteras.

     


     

    Héctor F. Tamanini, IAE Business School Universidad Austral

    Luz roja a las emisiones de gases de efecto invernadero

    Si la demanda de energía crece o se mantiene en los porcentajes actuales y no se actúa en disminuir las emisiones de los GEI, el cambio climático y sus efectos adversos en el planeta continuarán.

    La transición energética es necesaria y debemos acelerar los proyectos que permitan la incorporación de energías alternativas, energías renovables, eficiencia energética y nuevas fuentes limpias. Hay muchas tecnologías ya desarrolladas (solar, eólica, nuclear, hibridas, biomasa, etc.) y otras en desarrollo con horizontes a 10/20 años (transformación del gas y carbón en hidrógeno, o producción de hidrogeno verde a través de electrolisis con energías renovables).

    Cualquier tecnología nueva que se incorpore deberá primero analizar cómo y cuánto se lograrán reducir las emisiones de gases efecto invernadero.

    No hay posibilidades de un colapso energético en el mundo y menos aún en Argentina. Solo hay que mirar los indicadores de generación versus consumo y el argumento del colapso se reduce a una mentira sin una base científica.

    En nuestro país, en los últimos 20 años se han realizado inversiones en generación de energía muy por encima del consumo y con altas posibilidades de exportación pos pandemia.

    Que el consumo sea el indicador de progreso de las naciones es la paradoja, es la extraña idea con la cual hacen creer a la población como un indicador verdadero.

    El indicador de progreso es la calidad de vida con justicia climática y social. Por lo tanto, creer que la calidad de vida se logra con mayor consumo energético es una real falacia.

    Todo lo contrario, luchar contra el cambio climático y disminuir nuestros niveles de consumo es lo que nos llevará a mejorar la calidad de vida. Podemos generar energía sin afectar el ambiente y allí estará el desafío tecnológico y la verdadera transformación.

    En marcha

    Estamos camino a un futuro que nos permitirá lograr disminuir emisiones de los GEI, lograr una transición hacia las energías que no contaminen y actuar con impacto contra el cambio climático.

    Las reservas de hidrocarburos con la incorporación de los no convencionales (ejemplo Vaca Muerta en nuestro país y otras similares en el mundo) se han incrementado por lo cual no hay posibilidades de agotamiento en las próximas décadas.

    La industria del petróleo y el gas ocupará una posición clave en su compromiso con la eficiencia energética, desde sus mejoras tecnológicas, hasta la utilización de los exclusivos mercados de bonos de carbono para compensar emisiones de los GEI.

    Evitar que el calentamiento global se incremente a límites insostenibles será factible si cumplimos los compromisos asumidos en el acuerdo de Paris en 2015 (COP21), pero tenemos que ser rápidos. Para lograr una transición ordenada es necesario escuchar a científicos, expertos y conocedores del tema, pues estamos en una época donde la información fluye sin sustento científico, con noticias sin argumentos válidos y que solo busca atemorizar a la población.

    Muchos gobiernos, ONG, empresas, científicos y conocedores del tema estamos comunicando a la población que la lucha contra el cambio climático está hoy en la agenda y cada vez más su conocimiento es público.

    Economía circular (diseñar pensando en productos sin desechos, reciclables y/o reutilizables) en lugar de economía lineal (diseñar, producir, consumir y desechar) es la clave para una verdadera transformación.

    Debemos incorporar proyectos energéticos estudiando su impacto con una visión de economía circular, pues la verdadera reducción la encontraremos, por ejemplo, en disminuir la movilidad y no tanto en tener más transporte eléctrico. Seguir con los negocios “business as usual”, nos llevará seguro a un mundo que no deseamos.

    Escuchar las voces de las nuevas generaciones, que nos piden a gritos que su vida futura depende de las decisiones que la sociedad tome hoy, es un deber.

    Los jóvenes están despertando para luchar contra el cambio climático, no los defraudemos.

     


     

    Diego López, socio, y Belén Zermatten, gerenta de Sustainability de PwC

    Las empresas deben emprender de una vez, un cambio estratégico

    La adopción de energías renovables y considerar la innovación tecnológica pueden desempeñar un papel clave en la transición hacia la descarbonización, alineado a los objetivos globales en la lucha contra el cambio climático.

    La transformación del mercado de la energía global se está acelerando, impulsado por la convergencia de los avances tecnológicos, nuevas medidas regulatorias, generación de energía descentralizada, cambios en los hábitos de consumo y la aparición de nuevos competidores.

    En respuesta a ello, las empresas deben emprender un cambio estratégico en torno al nuevo mercado de la energía que se avecina.

    Así lo afirma la 15ª Encuesta Mundial del Sector Eléctrico de PwC (Global Power and Utilities Survey)1 elaborada en 2018 a partir de entrevistas con 118 directivos de un centenar de utilities, en 56 países.

    A su vez, el informe “Low Carbon Economy Index 2019 de PwC”2, concluyó que, si bien las energías renovables crecieron en 2018 un 7,2%, no representaron más del 12% del consumo energético total. Es así como la mayor parte del crecimiento de la demanda energética fue satisfecha por combustibles fósiles.

    Por otro lado, el reporte “How AI can enable a Sustainable Future” (Microsoft en asociación con PwC)3, muestra el posicionamiento de la tecnología y la innovación como factores clave para lograr una rápida transición hacia la descarbonización.

    Utilizadas en forma correcta, las tecnologías emergentes (con inteligencia artificial, “IA”, a la vanguardia), podrían ser transformadoras en los esfuerzos para abordar algunos de los desafíos ambientales más urgentes.

    La aplicación de IA tiene un alto potencial de reducción de las emisiones GEI globales, y podría contribuir a cerrar entre el 7,9% y el 15,7% la brecha entre la proyección de referencia de las emisiones GEI y la trayectoria necesaria para cumplir con el objetivo de 2°C de la ONU para 2100.

    Su potencial se manifiesta a través de los siguientes canales:

    • Reducción de la intensidad de GEI del uso de combustibles fósiles específicos y/o en el proceso de producción en general.
    • Mayor eficiencia en el uso de energía por parte de los hogares y sectores industriales.
    • Cambio en la combinación energética en sectores determinados, especialmente en los de transporte y energía que actualmente son intensivos en uso de combustibles fósiles. Las herramientas IA permiten que las energías renovables sean más rentables y motivan el cambio de los combustibles fósiles a fuentes de energía más limpias para producir un nivel determinado de producción.

    Inteligencia artificial

    Algunos ejemplos de la aplicación de inteligencia artificial con impactos positivos en el medio ambiente son:

    • Producción agrícola: mayor eficiencia en la producción agrícola mediante un mejor seguimiento de las condiciones ambientales y rendimientos de cultivos.
    • Abastecimiento energético: sistemas de redes inteligentes en el sector energético para la gestión predictiva de la demanda y el suministro, y la optimización de las soluciones de energía renovable.
    • Transporte: predicciones de tránsito precisas para la planificación de viajes en tiempo real, aplicación de tecnologías de vehículos autónomos, entre otros.
    • Recursos hídricos: sistemas que incorporen la predicción, gestión y monitoreo de los recursos hídricos.

    Según el Informe, las señales indican que se está produciendo a nivel global una transición más rápida hacia economías bajas en carbono, y ello está siendo impulsado por la creciente competitividad de costos de las energías alternativas, el avance de políticas ambientales y la fijación de precios de carbono tras el acuerdo global de los gobiernos para limitar el calentamiento a muy por debajo de los 2° C.

    La combinación energética futura de la red será crucial para maximizar la reducción de emisiones. Muchos países están implementando activamente políticas de innovación para aprovechar la tecnología emergente que podrían acelerar aún más la adopción de IA y aumentar los impactos positivos sobre el medio ambiente.

     


     

    Gustavo Castagnino, Asuntos Corporativos de Genneia

    Difícil cumplimiento de las metas en energías renovables

    El objetivo de la Ley y normativa complementaria apunta a que las energías renovables alcancen el 20% de la matriz energética para 2025. Si bien resulta una meta clara y fija, el sector reconoce que actualmente es de difícil cumplimiento.

    –Pese a que el mundo, la región y el país ingresaron en una transición energética, la temperatura promedio del planeta duplica aún a la de la era preindustrial, con la demanda de electricidad en aumento, ¿qué medidas de corto y mediano plazo deberían ser adoptadas en plena pandemia? ¿Debería ser declarada la sustentabilidad en emergencia?

    –Claramente en la actualidad el enorme desarrollo de industrias de diversos rubros, así como el estilo de vida y el consumo de los habitantes, representan la mayor emanación de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera. La pandemia provocó una pausa a nivel mundial que puso en evidencia la respuesta positiva del medio ambiente ante la abrupta reducción de las huellas de carbono de individuos y organizaciones.

    Si bien es claro que el freno total de la actividad industrial y la movilidad de los habitantes no es la respuesta ni el objetivo, sí resulta necesario que comencemos a crear una nueva economía que contemple el triple impacto de sus acciones y pondere los efectos de las actividades en el medio ambiente de la misma manera que evalúa su rendimiento.

    ¿Qué propuestas concretas deberían hacer las empresas para contribuir a alcanzar la sostenibilidad?

    –Alcanzar la sostenibilidad del sector privado implica un cambio integral y profundo a largo plazo, ya que debe repensarse cada área y proceso llevado a cabo por la compañía comprendiendo el impacto que se causa al planeta y a sus habitantes. Por empezar, las empresas debemos poder conocer nuestra huella, qué procesos en nuestra actividad causan mayor impacto, rediseñarlos, para poder reducir nuestra huella.

    Establecernos metas para hacer esos cambios posibles y sustentables en el tiempo. Y finalmente, proponernos compensarla. Desde Genneia, aportamos energía renovable a la economía circular, y en simultáneo, estamos trabajando en estos cambios profundos que se requiere en todas las organizaciones. Desde Universidad Genneia, conversando y reflexionando, sobre la carbono neutralidad, hasta generando nuevos compromiso desde el interior de la compañía.

    Lejos de las metas

    –¿Es posible solo con el Plan Renovar lograr que la matriz nacional, siga el camino de Uruguay, que tiene un 43% y es líder mundial junto con Dinamarca en la participación de recursos alternativos?

    –Se ha logrado un gran avance en los últimos años, pero aún estamos lejos de lograr la meta del 20% de energías renovables para el 2025. Y aún con todos los proyectos del Programa RenovAr – y teniendo en cuenta que hasta la fecha sólo se han construido y habilitado aproximadamente el 35% de los proyectos adjudicados– nos queda un largo camino para llegar a la performance que se menciona.

    A la luz de los condicionantes propios del contexto económico y de la pandemia actual, necesitaríamos  lograr condiciones de financiamiento a tasas competitivas; llevar adelante un plan de ampliación de la red de transporte de alta tensión para evacuar la energía renovable; y además seguir fomentando programas de contratación centralizada (de características parecidas a RenovAr), Mercado a Término de Energías Renovables, Generación Distribuida y almacenamiento de energía, entre otros.

    Hay que tener en consideración que el objetivo de la Ley y normativa complementaria tiene como objetivo alcanzar el 20% para 2025, lo cual si bien resulta una meta clara y fija, hoy también representa un objetivo de difícil cumplimiento. Pero no estamos dispuestos a bajar los brazos. Este es un camino que no tiene vuelta atrás a nivel mundial, y del que Argentina es parte.

     


     

    Andrea Heins, del Comité Argentino del Consejo Mundial de la Energía

    La transición energética, un tema que llegó para quedarse

    Urge avanzar en propuestas e implementación de medidas concretas, dentro de las cuales se encuentran la eficiencia energética. Se trata de una oportunidad que está al alcance de todas las empresas, no importa el sector ni el tamaño.

    –¿Qué propuestas concretas deberían hacer las empresas para contribuir a alcanzar la sostenibilidad?

    –Las empresas forman parte del motor de la economía de los países, y como tal, tienen responsabilidades asociadas. Esas responsabilidades incluyen temas de sostenibilidad, por las propias iniciativas de las empresas como parte de sus programas de Responsabilidad Social Empresaria (RSE), y también por los requerimientos cada vez más presentes y exigentes de los distintos actores de interés.

    Tradicionalmente esos actores estaban vinculados principalmente a organizaciones de la sociedad civil con foco en temas ambientales; pero de unos años a esta parte se han ido sumando fuertes requerimientos por parte de los gobiernos, de los clientes y consumidores, y, cada vez con más fuerza, del sector financiero e inversores.

    Ya no solo importa si la empresa es rentable y lo seguirá siendo en el mediano y largo plazo, sino también qué políticas desarrollará para contribuir con los compromisos asociados al cambio climático y a la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

    Aquellas empresas que busquen apalancarse en el mercado financiero internacional necesitarán mostrar algo más que un buen reporte anual de RSE.

    Los proyectos de eficiencia energética dependen de cómo sea el uso y consumo de la energía dentro de cada empresa. Para esto, la herramienta más costo-efectiva es la implementación de un Sistema de Gestión de la Energía (SGEn) en base a la norma ISO 50001. Los SGEn permiten identificar los usos significativos de la energía, las variables que impactan directamente sobre ellos y las oportunidades de mejora asociadas, teniendo como objetivo la mejora continua del desempeño energético.

    Son el mecanismo mediante el cual una empresa puede reducir significativamente su consumo de energía en poco tiempo, con baja o nula inversión.

    Existen sobradas experiencias en Argentina y en el mundo que muestran que implementando un SGEn ya en el primer año se puede reducir entre un 10% y un 15% el consumo de energía y esos valores pueden incrementarse a lo largo de los años, además que permite sostener esos ahorros a lo largo del tiempo.

    Sectores más difíciles que otros

    –¿Qué posibilidades reales hay de descarbonizar muchos sectores, como el transporte de larga distancia, químicos, hierro y acero, que se mejore la calidad del aire y salga fortalecida la seguridad energética?

    –Hay sectores mucho más difíciles de descarbonizar que otros. Estos que menciona son un ejemplo de los más difíciles, ya que no es aplicable todo lo avanzado hasta el momento en términos de energías renovables.

    En estos sectores, siempre se puede comenzar por implementar eficiencia energética, reduciendo así la intensidad energética y la intensidad de carbono.

    Adicionalmente, aparecen tecnologías cada vez más presentes como la utilización de hidrógeno, que en sus versiones “verde” o “azul”, propone una solución concreta a la descarbonización. Por otra parte, la realidad nos muestra que ya no se trata de estudios teóricos, sino que cada vez hay más aplicaciones concretas de producción y utilización de hidrógeno a escala comercial, que convierten en este camino a la descarbonización en algo perfectamente posible.

    –¿Deberían darse plazos perentorios para ejecutar decididamente la descarbonización?

    –Los plazos perentorios ya existen y están impuestos por la ciencia, que hace años nos viene advirtiendo y demostrando la urgencia en reducir las emisiones para mitigar los efectos del cambio climático. El plazo es AHORA. Hay plazos definidos por acuerdos internacionales como el Acuerdo de París, que establece el 2030 como límite para el cumplimiento de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas presentadas por los países.

    Como estos plazos y requerimientos se bajan a las empresas, es todo un desafío, más aún en una crisis económica como la que estamos viviendo en nuestro país. Pero se debe pensar en la descarbonización, una oportunidad y el camino de salida de la crisis. Es lo que se viene planteando a nivel internacional como “Green Recovery”.

    Está claro que estamos frente a un punto de inflexión, y es clave que el camino elegido para la recuperación post pandemia esté alineado a los objetivos de descarbonización. Cualquier otro rumbo estaría comprometiendo aún más el futuro de las nuevas generaciones.

     


     

    Emilio Nieto Gallego, del Centro Nacional de Hidrógeno, España

    Integrar los renovables con desarrollo de hidrógeno verde

    La descarbonización de la industria y soluciones a todas aquellas aplicaciones en las que es costoso o difícil electrificarse constituyen en España la clave de la actual transición energética. La integración de las renovables y el desarrollo del hidrógeno verde serán mayoritarios en el sistema energético español.

    –¿Qué papel desempeña el uso “verde” en la Hoja de Ruta del Gobierno español?

    –La reciente publicación de la Hoja de Ruta del Gobierno Español se centra en el hidrógeno verde. Actualmente, el hidrógeno producido se obtiene a partir de combustibles fósiles o gas natural con un alto impacto en la huella de carbono, lo que se pretende evitar con este planteamiento de transición energética hacia la integración de las energías renovables y la obtención de hidrógeno verde para la descarbonización de la industria y aportar una solución a todas aquellas aplicaciones en las que es costoso o difícil electrificarse.

    Lógicamente, se plantea de forma gradual con hitos muy claros y específicos temporales (2030 y 2050), de forma que se pueda ir desarrollando esta transición energética de forma integral y paulatinamente. Al final, la integración de las renovables y el desarrollo del hidrógeno verde serán mayoritarios en el sistema energético español.

    –Alemania aplica la Estrategia Nacional del Hidrógeno, con normativas de descarbonización del transporte y mejora de la calidad del aire, ya que importa más de la mitad de su consumo primario de energía, ¿sería ésta una fuente alternativa a explorar en la región para teñirla de verde?

    –Desde luego, en nuestro país la descarbonización del transporte es clave en esta estrategia de desarrollo, ya que representa más de un 35% de las emisiones generadas. Asimismo, dicha estrategia recién publicada integra el desarrollo de normativa y regulación específica, que permitirá avanzar de forma más rápida y concreta en los distintos desarrollos, y definir parámetros relativos al sector del hidrógeno de forma clara.

    Este compromiso de la Administración permitirá el desarrollo de colaboraciones público-privadas en las que las empresas asumen desarrollos estratégicos de futuro centrados en el desarrollo de soluciones sostenibles que, a buen seguro, harán viable el cumplimiento de los objetivos definidos en la hoja de ruta nacional alineada con la europea.

    Sinergias

    –¿Cuán cerca está la sinergia entre el sector energético y el de transporte por el surgimiento de combustibles no hidrocarburíferos, como la electricidad, el litio o el hidrógeno?

    –Esta sinergia es clave en el desarrollo de todas las estrategias “verdes”. Asimismo, las baterías y el hidrógeno son desarrollos sinérgicos que deben coexistir de forma que se puedan disponer de soluciones híbridas que permitan avanzar en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

    La economía del hidrógeno como energía comercializable puede suponer una fracción significativa de la energía y servicios de cualquier país. Esta visión pasa a ser una realidad si el hidrógeno puede producirse a escala interna (como energía doméstica) y de una forma sostenible.

    Las tecnologías libres de combustibles pasarán a ser más significativas conforme se incorporen automóviles libres de fuel, ganando cuota de mercado y, además, pasando a competir con otras energías y medios de transporte tradicionales.

    Cierto es que cada solución tiene sus ventajas e inconvenientes. A diferencia de los motores de combustión interna convencionales, que emiten gases contaminantes en el proceso de combustión, los motores de combustión interna con hidrógeno, las pilas de combustible y los vehículos eléctricos con hidrógeno emiten sólo vapor de agua.

    Además, los componentes de las pilas de combustible son materiales menos críticos que los que hay en las baterías, lo que reduce la dependencia exterior en lo referente a los materiales necesarios para su desarrollo.

    La forma más fácil de descarbonizar es, sin duda, disponer de un sistema desarrollado de electricidad limpia renovable, y electrificar la mayor parte posible de la demanda energética.

    Aunque la dificultad de electrificación de algunos sectores, como por ejemplo el transporte a larga distancia, es lo que hace clave a un vector energético como el hidrógeno.

    El principal obstáculo que existe actualmente es el alto coste de producción del hidrógeno verde o bajo en carbono, aunque esta hoja de ruta permitirá avanzar en las economías de escala de forma que se reduzcan dichos costes de manera progresiva para que sea más competitivo, no solo desde el punto de vista técnico, sino también financiero.

     


     

    Roberto G. Aiello y Michelle Hallack, división Energía del BID

    Hidrógeno verde, piedra angular europea que asoma en la región

    Elemento esencial para lograr economías bajas en carbono, requiere adecuadas regulaciones y un fuerte impulso para generar el conocimiento y desarrollo tecnológico sobre su producción, almacenamiento y uso.

    –¿Hay un boom del hidrógeno?

    –El hidrógeno tiene características para brindar energía renovable, segura y libre de emisiones de dióxido de carbono. Sin embargo, su incorporación en el panorama energético mundial es aún incipiente. La gran mayoría del hidrógeno producido en el mundo (95%) proviene de fuentes no renovables (gas natural y carbón) y es conocido como hidrógeno gris.

    La buena noticia es que también se puede producir hidrógeno mediante electrólisis del agua utilizando electricidad generada por fuentes renovables, el llamado hidrógeno verde, abriendo un nuevo panorama para la descarbonización. Si bien el uso del hidrógeno no es nuevo, ya que se viene utilizando en la industria química y alimentaria hace décadas, es reciente su creciente aplicación como vector energético.

    Fundamentalmente por tres factores: (1) la disminución de costos de las renovables, (2) la necesidad de flexibilidad en los sistemas eléctricos para un mayor aprovechamiento de las renovables variables, y (3) la urgencia de combatir el cambio climático.

    Las renovables eólica y solar ya son competitivas, no obstante, son variables ya que dependen de la disponibilidad del recurso. El hidrógeno es un excelente almacenador de energía y puede ser una pieza clave para la flexibilidad necesaria en sistemas con alta participación de renovables variables, fortaleciendo así la seguridad energética.

    Además, puede tener un rol importante en aplicaciones para el suministro eléctrico en comunidades remotas. El hidrógeno verde permitirá descarbonizar sectores difíciles o muy costosos de descarbonizar mediante la electrificación, como son el transporte (principalmente de carga y larga distancia) y los procesos industriales que demandan altísimas temperaturas, responsables de aproximadamente. 40% de las emisiones de carbono asociadas al sector de energía.

    –¿Cuán cerca está la sinergia entre el sector energético y el de transporte por el surgimiento de combustibles no hidrocarburíferos, como la electricidad, el litio o el hidrógeno?

    –Para que el hidrógeno sea económicamente viable se deben considerar sus múltiples usos. La sinergia entre sectores es cada vez más relevante en el contexto de las evoluciones tecnológicas. En los últimos años, gran parte de los países han desplegado estrategias y acciones para electrificar el transporte con el objetivo de mitigar el cambio climático y mejorar la calidad de aire en centros urbanos a través de coches y buses eléctricos con almacenamiento en baterías eléctricas. Para el transporte de carga y larga distancia, el hidrógeno como almacenamiento se convierte en una alternativa más favorable que la batería eléctrica por exigencias de autonomía, tiempos de carga eléctrica o razones de capacidad de toneladas de carga.

    Por lo tanto, el hidrógeno complementa las acciones de electromovilidad a batería y se espera que también estimule su uso en el transporte fluvial y marítimo en el mediano–largo plazo desplazando así a los combustibles fósiles en esas aplicaciones.

    Cadena de valor

    Alemania importa más de la mitad de su consumo primario de energía, ¿sería ésta una fuente alternativa a explorar en la región para teñirla de verde?

    –Alemania y otros países miembros de la Unión Europea apuntan al hidrógeno como piedra angular para lograr la neutralidad de carbono al 2050.  Casi todos los Estados miembro han incluido planes para hidrógeno verde y 14 miembros lo incluirán en sus marcos nacionales de fuentes energéticas alternativas.

    Así como ocurrió con las renovables, se prevé que en los próximos años los avances tecnológicos y las economías de escala permitan reducir los costos en la cadena de valor del hidrógeno verde haciéndolo competitivo.

    Un dato importante es que la Unión Europea estima que la participación del hidrógeno en Europa crezca del 2% al 14% al 2050, lo cual puede ser interesante para América latina por ser la región con la electricidad más limpia del mundo (aproximadamente 59% comparada con el 26% del promedio global) y con alto potencial solar y eólico para continuar aprovechando.

    En los próximos años se podrá exportar hidrógeno verde por barco, tal como se hace actualmente con gas natural. Dependiendo de su costo-efectividad esto puede ser una oportunidad para la región en convertirse en productor de hidrógeno verde para exportación sumado a la utilización local para profundizar la propia transición energética.

    Varios países de la región vienen trabajando en estrategias y desarrollo de pilotos de hidrógeno como primeros pasos. Será necesario también desarrollar modelos de negocios sostenibles en el formato que resulte más adecuado al contexto propio de cada país.

    El desarrollo del hidrógeno además se perfila promisorio en la generación de empleos.

     


     

    Un equipo interdisciplinario

    Una oportunidad única de impulsar el hidrógeno

    Y–TEC puso en marcha junto a más de 30 empresas el Consorcio para el Desarrollo de la Economía del Hidrógeno.

    Con la incorporación de más de 30 empresas, se puso en marcha el Consorcio para el Desarrollo de la Economía del Hidrógeno (H2ar), una plataforma única en la región, creada para innovar y avanzar en el desarrollo integral de la cadena de valor del hidrógeno en la Argentina, desde la producción hasta la aplicación local y la exportación.

    Las empresas trabajarán en un espacio colaborativo dinámico, creado y coordinado por Y–TEC, la compañía de tecnología de YPF y el CONICET.

    Y–TEC cuenta con un equipo interdisciplinario de especialistas en procesos electroquímicos, procesos catalíticos, ciencia de materiales y simulación que, en conjunto con su red de socios tecnológicos del sistema científico nacional, los posiciona como líderes en la temática.

    Entre las empresas miembro que forman parte de H2ar ya se encuentran YPF, Siemens Energy, Toyota Argentina, Cargill, Alstom Group, Pampa Energía, Tenaris, Ternium, Scania, YPF Luz, Profertil, Compañía MEGA, TGN, TGS, Genneia, Baker Hughes, Sumitomo Corporation, Loma Negra, IEASA, Emerson, ABB, CGC, Trafigura, Explora, SICA, ABO Wind, AES Argentina, Air Liquide, Air Products, Hychico, Praxair, AESA, Soluforce y Honeywell.

    A nivel mundial se prevé que en la próxima década se acelere y extienda la utilización del hidrógeno como un vector de energía con bajas emisiones de carbono, convirtiéndolo en una pieza fundamental para el cumplimiento de los objetivos de descarbonización industrial. Los distintos escenarios globales ven oportunidades para el hidrógeno en el futuro; sin embargo, la velocidad de incorporación y la magnitud difieren.

    En ese contexto, es importante para Argentina trazar sus propios escenarios de acuerdo con las capacidades y recursos existentes. El país posee excelentes condiciones naturales para la generación de hidrógeno, a través de sus recursos renovables altamente competitivos y sus importantes reservas de gas natural.

    “El consorcio tendrá como uno de sus objetivos iniciales consolidar una visión común y delinear hojas de ruta en distintos campos de aplicación, que permitan identificar desafíos, impulsar iniciativas piloto conjuntas y conformar un entorno normativo y de negocios que promueva el desarrollo de capacidades productivas y tecnológicas locales”, detalló Santiago Sacerdote, gerente general de Y–TEC. De esta manera, el consorcio buscará fortalecer una posición favorable al país y sus empresas para capturar el valor de una nueva economía de escala global.

    Se definieron 7 células de trabajo para la primera etapa, de dos años de duración. Se trabajará en el estudio de escenarios para la producción, transporte y exportación de hidrógeno, así como la evaluación de oportunidades de aplicación específicas en campos de la movilidad, la industria, la red de gas natural y la energía eléctrica.

    Las distintas células buscarán acelerar la competitividad del hidrógeno en sus distintos campos de interés. Para ello, se impulsarán soluciones de escala con claro atractivo económico, las sinergias entre proyectos complementarios que permitan optimizar infraestructuras y la sincronización de los despliegues.

    Sobre Y–TEC

    Y–TEC es la empresa argentina líder en Investigación y Desarrollo de nuevas tecnologías para la industria energética. Es la combinación de YPF (51%), la compañía de energía más grande del país, y el CONICET (49%), el principal organismo de promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina.

    Con un modelo innovador, único en la región, es un puente entre el sector científico y el sector productivo. Orienta su investigación en líneas estratégicas enfocadas en las problemáticas y oportunidades clave de la industria de la energía y prioriza proyectos de alto impacto, con una plantilla de profesionales de alta capacidad técnica.

    La empresa funciona en el centro de investigación más grande del país y uno de los cinco más importantes de Latinoamérica, con 47 laboratorios, 12 plantas pilotos y más de 1000 equipos.